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lunes, 20 de mayo de 2013

¡Qué malo eres!



Detalle 16 de mayo

@pabloMapelli
‘La feria del perritoro’, pudo leerse en Las Ventas. Casi ná. Disparatado contenido el de esta pancarta, por su surrealista mensaje. Forma parte de los reduccionismos habituales, que suelen conducir a ese imaginario que nutre una religión, compartida por un sector de aficionados en Las Ventas y que, entre tú y yo, todavía no tengo claro, o sí, a qué van a la plaza. Me lo puedo imaginar, teniendo en cuenta que algunos hasta llevan pañuelo verde, incluso algún silbato y labios afilados para chiflar, hasta el punto de amargar la existencia al verdadero respetable. Es decir, el público cabal que se hace respetar, aun manifestándose, como está mandado, pero siempre en la medida que marcan los hechos, en el momento exacto y de la forma adecuada. En fin, nada nuevo bajo el sol, el mismo que recalienta las zonas del mismo nombre y que no hace sino ensombrecer un espectáculo en el que sobran los llamados reventadores, a los que, no queda otra, hay que aguantar.

No debemos olvidar, nunca, que la libre expresión tiene su límite marcado por el civismo y que, parece ser, algunos consideran diluido en el derecho a protestar, tengan razón o no. Por ello, atormentar a la inmensa mayoría de las personas que llenan los tendidos, además de faltar al respeto a quienes se ponen delante de un toro cuyo peligro, harto comprobado, no entiende de kilos o mal llamada comercialidad, viene siendo una costumbre, mala y mucho. Un ruido habitual, tarde tras tarde y que hoy, una vez más, ha hecho acto de presencia en la plaza. Pitidos, voces y burlas provocan el hastío de un público, la generalidad, que puede disentir del concepto de un torero, de la presentación del toro, de malos hábitos en el discurso de un festejo, pero que asume su papel en un rito con valores sagrados, entre otros, el respeto. Así, parece recomendable solicitar de estos agitadores que opten, más bien, por su derecho de huelga, aunque sea de cuando en cuando. Y al reventador, qué mejor respuesta cabe espetarle que un: ‘Espectador… ¡Qué malo eres!’.
Fuente Monatauro

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