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lunes, 13 de enero de 2014

Contra viento y marea

 Andrés Chica y Paco Perlaza cosechan cinco orejas

Jorge Arturo Díaz Reyes  COLOMBIA - POPAYÁN

Andrés Chica y Paco Perlaza cosechan cinco orejas de un encastado pero áspero encierro de Ambaló. Ricardo Rivera frente al más ofensivo y manso da los mejores muletazos y se niega el premio con la espada.
En la plaza capital de una región en guerra, con asedio antitaurino y mal clima, los seis jandillas de los Estela, corrieron belicosos. Todos negros con cuernas y apariencia decorosa, pero de comportamiento diverso que no llegó en ningún caso a la bravura real. Embistieron sí, casi todos, pero con un estilo más bien morucho, poco propicio para el toreo belmontino, de pata quieta y tanda larga. Sin embargo gustaron, y la mayoría de los arrastres se hicieron entre palmas.

Paradójicamente, los mejores, más meritorios  y más veraces muletazos de la corrida, se le dieron al más manso y ofensivo, el astifino sexto, de 475 kilos, que se fue a tablas y se atrincheró, y al cuál ofreciendo el cuerpo anclado por los talones al piso, Ricardo Rivera le obligó a seguir el trapo, largo y por abajo en dos tandas de alta cotización. Plausibles estéticamente, pero intachables éticamente.

Luego fue una reyerta entablerada de toma y dame, de arrimón y puñalada, de verdad y susto, hasta el primer volapié con el toro y el torero recostados contra la barrera, y la suerte contraria, el golletazo, la chalequera y el difícil descabello, dejaron la gesta sin paga. En su lidia del tercero, brillaron un lento pase de pecho circular, un natural invertido espléndido, ensombrecidos por Pineda, el peón que hundió descaradamente la estocada corta, asesinando al toro.

Perlaza, veterano, pragmático y sagaz, vino a divertir y a cortar las orejas. Se las sabe todas. De salida vio que con sus toros no tendría otro camino que el toreo bullidor, y cogió por ahí, con respaldo popular. Más  fibra que quietud, más velocidad que temple, más arrojó que pureza. Al segundo le falló con la espada y lo avisaron, pero con el quinto, sí, desde las dos largas arrodilladas, los mandiles, la verónicas, las chicuelinas, y las medias, pasando por el muleteo en el estribo y el mayoreo de pases a destajo, bajo el clamor y la música, hasta llegar al estocadón a un tiempo y las dos orejas democráticas, de público, de gritos.
El rejoneador antioqueño Andrés Chica, sobre

Poder, Embeleso, Bandolero y Antílope, todos tordos, respaldado por el tendido, cabalgó diestro, sereno y alegre clavando atinado. Sobre todo eso, colocando correctamente sus hierros; castigos, banderillas, cortas y largas, abanicos, más no así los rejones de muerte de los cuales el del primero trasero, y el del tercero ídem y además contrario, que no fueron óbice para las tres orejas.

Esta es una de las plazas colombianas que contra viento y marea se resisten a desaparecer. Hoy, en esta región azotada por la guerra, contra los gamberros que insultaban, bajo un cielo negro y lluvioso, los aficionados volvieron con fe de cristianos viejos y comulgaron una vez más felices con su rito milenario.
FICHA DEL FESTEJO.  Domingo 12de enero 2014. Plaza Francisco Villamil. Lluvia. Tercio de plaza. Seis       Toros de  Ambaló (en Jandilla) aceptablemente presentados encastados pero sin clase, aplaudidos 1o, 3o, 4o y 5o.

Paco Perlaza, palmas tras aviso  y do orejas.
Ricardo Rivera, silencio y silencio.
Andrés Chica, oreja y oreja.
Incidencias: Al finalizar el festejo salieron a hombros Paco Perlaza y Andrés Chica.

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