Sucedió hace 80 años, el 10 de mayo de 1936
Domingo Ortega, en un pase de pecho - ABC
Á. G. A.Madrid
La convulsión política y social que se vivía en aquellos días de la primavera del 36 se trasladó a la plaza de toros de Madrid. Se quiso boicotear la primera tarde de Domingo Ortega en el coso venteño por cuestiones ajenas a lo taurino, y el maestro de Borox no solo le dio la vuelta a la tortilla, sino que se fue con los máximos trofeos y el reconocimiento de los aficionados y de los que fueron a reventar su actuación.
«El pájaro negro que silbaba» tituló su crónica abecedaria Gregorio Corrochano. «Se le preparaba al torero un mal recibimiento/.../ Pero hubo un error de organización. Ya hemos dicho otras veces que a las corridas no se va como al mitin, a cosa hecha». Tras los pitos en el paseíllo llegó una ovación que Ortega recibió sin inmutarse. «No hizo un gesto, no era todavía el momento. El gesto lo llevaba dentro, guardado, en el sitio que los hombres guardan los gestos».
Narra Corrochano: «Salió su toro. Entonces salió Ortega y salió su gesto». Se ganó a partidarios y detractores y se fue con la muleta hacia donde las protestas surgían más fuertes. «Había brindado a todos los espectadores, a todos sin distinción, y como prenda de desagravio quedó la montera en el ruedo, como si hubiera muerto el pájaro negro que silbó».
No cortó la oreja en ese toro, y si las dos y el rabo en el otro tras una «faena de castigo y absoluto dominio aguantando con emoción las arrancadas del poco picado animal». A Corrochano los trofeos no le motivaban demasiado, pues en su crónica no hace referencia más que a la concesión de una oreja, aunque en el de página bajo los dibujos de Antonio Casero sí se menciona el rabo que cosechó Ortega aquella tarde que compartió con Valencia II y Curro Caro. «Domingo Ortega salió de la plaza llevando en la mano el negro pájaro muerto que silbaba. Lo había matado el gesto», concluía la crónica de ABC.
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