FERIA DE ABRIL
Perdidos en la placidez
Aburrida tarde de toros en la que destacó la falta de fuerza y trapío de los animales
VÍCTOR J. VÁZQUEZ / SEVILLA
Era ayer una tarde plácida en la Maestranza. Sol y
ambiente de domingo de prefería, con una general predisposición al disfrute
revoloteando por los tendidos. Abrió cartel Francisco Rivera, al que se le ve
una especial alegría cuando hace el paseíllo por esta plaza maestrante, por
tantas razones cercana a él. Recibió Francisco a su primero con unas templadas
verónicas, muy bien acogidas por parte del público, que aún sigue viendo en el
torero la simpatía propia de la ingenua juventud. Banderilleó Francisco con solvencia
y oficio y empezó la faena a su primero con una serie de derechazos que nada
decían. Anduvo muy tranquilo por el albero Francisco, tanteando uno y otro
pitón, sintiéndose siempre muy a gusto, como se suele decir en estos casos,
pero sin exigirse nada en términos de distancia y colocación. Un par de
naturales despegados hicieron sonar los aplausos en los tendidos. Luego, una
estocada algo desprendida, y así cerraba el torero el asunto, quien se fue al
callejón con una sonrisa de satisfacción, siempre en complicidad con el
público.
Se
le vio en cambio mucho más triste después de acabar con su segundo, un animal
absolutamente falto de raza y fuerza. En este caso, los gestos de Francisco
transmitían al tendido una manifiesta sorpresa y consternación por el mal juego
del animal. No se lo podía creer. Está claro que le hubiera encantado estar
también a gusto con este segundo y haber brindado un triunfo a su plaza, por
eso me imagino que está pensando en volver a este albero con corridas más duras
y con distancias más cortas.
El
Cid algunas tardes ha llegado a hacer el toreo más difícil, el toreo total,
aquel que se sustenta en la ortodoxia del sitio, la bravura del oponente y la
exigencia de la plaza. Por ese motivo resulta raro ver al Cid en climas
plácidos como el de ayer y, sobre todo, verse superado y sin acople ninguno con
el sobrero de Montealto que tuvo que lidiar en primer término. Se pudo
reconocer más a este torero con su segundo, que tampoco fue un exponente de
bravura, como quien dice, pero que tuvo fijeza y repetición. No es difícil
percibir que el Cid es un torero con mando y hondura. Una gran serie con la
mano derecha y, sobre todo, un gran pase de pecho con la mano izquierda dejaron
ayer prueba de ello. Luego Manuel Jesús pudo arrancar tandas cortas por ambas
manos, ya siempre con la muleta a media altura, conservando el toro y
conservando también un cierto clima triunfal en el tendidos. Lejos, muy lejos
de su mejor versión, pudo incluso haber cortado ayer un trofeo Manuel Jesús de
no haber errado con la espada.
El Fandi, sobrio y poderoso
Reaparecía
ayer el Fandi pleno de poder. Saludó a su primero con unas verónicas reseñables
que certifican la progresiva hondura que ha ido adquiriendo el capote del de
Granada con los años. Fue también bella la media y muy inspirada la improvisada
larga cambiada. Le hemos visto tantas veces banderillear a este torero que a
veces pasa por alto el mérito que tiene la facilidad portentosa con la que
ejecuta esta suerte. Estuvo ayer muy sobrio y muy poderoso el Fandi
banderilleando ambos toros, destacando el primer par a su segundo, ejecutado al
encuentro en los medios de la plaza.
Poco
hay que decir de la faena de muleta a su sosísimo primero, al que solo pudo
sacar una triste serie de naturales, siempre manchados por la absoluta falta de
clase y raza de su oponente. Tuvo más gracia su segundo, de mejor trapío, y que
destacó por su nobleza. Alguna serie de mérito, sobre todo al principio y con
la mano derecha, por donde el toro admitía que le sometieran por bajo. Luego la
faena del Fandi perdió intensidad al tiempo que se desfondaba el toro.
El
Fandi es un torero absolutamente necesario en la Fiesta, pero otros
oponentes y una reflexión profunda sobre las posibilidades de su tauromaquia y
de su poderosa condición, harían de este torero un torero de mucho más interés.
Tardes plácidas como la de ayer, en la que incluso se le pidió la oreja, seguro
que no le van a invitar a pensar en ello.
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