Joselito Adame vence a la mansada en la Feria de Abril
El torero mexicano corta una oreja de ley en su presentación en Sevilla
fernando carrasco / sevilla
SERRANO
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Fachada es lo que tuvieron los del Conde de la Maza.
Una corrida larga,
muy bien presentada, con un tercero precioso —para colgar la cabeza como
trofeo— pero mansa y desrazada. Una pena que la corrida quedase solo en eso, en
presencia. No querían batalla los de «Arenales». Menos mal que Joselito Adame
nos dejó el buen sabor de boca ante el sexto, que embistió algo mejor que sus
hermanos.
Joselito
Adame, que se
presentaba como matador, dejó como tarjeta de visita un quite por chicuelinas
de mano baja al segundo de la tarde. Su primero, un impresionante cárdeno con
dos puñales, fue el más manso de todos, huyendo hasta de su propia sombra. Aún
así, Adame comenzó doblándose de forma muy torera para enjaretarle una sentida
serie diestra, en la que se gustó en redondos de mucha plasticidad y enjundia. Pero, en cuanto
el del Conde se vio superado, se acobardó por completo y se echó. Increíble el
comportamiento del animal. Lo intentó de nuevo Adame pero el astado dijo que ya
ni uno más, para irse a tablas y, de nuevo, echarse. Desrazado y acobardado por
completo.
Lopecinas para el recuerdo
Al que cerró plaza le dejó un quite por lopecinas
para el recuerdo. Vino con muchas ganas este Adame, que brindó al respetable.
Se la jugó sin cuento en unos
estatuarios ajustadísimos, rematados con un extraordinario
pase del desprecio. Muy bien el mexicano, que le dio distancia a su oponente y,
al natural, le hilvanó una tanda majestuosa. Sin humillar del todo, Adame supo
sacarle todo el partido por ambos pitones. Estuvo pinturero y a la par valeroso
para tragar en las embestidas con la cara a media altura de «Puritito», que
finalmente claudicó. Buena la estocada. Una oreja de ley por cómo planteó y
resolvió la situación.
Luis Bolívar |
Luis
Bolívar se las vio con
un primero que echó el freno de mano al entrar al percal del colombiano. Se le
coló a las primeras de cambio en la muleta. El condeso, un tranvía de largo,
pasaba pero sabía lo que se dejaba detrás. Estuvo firme el torero pero el animal no
humillaba y se revolvía en los de pecho, quedándose debajo en el toreo a
izquierdas. Vamos, nada de nada.
El cuarto huyó lo mismo que el resto de sus hermanos.
Y puso en apuros a los banderilleros. Otro regalito por manso que en la muleta
hacía que el ¡huy!
brotase de las gargantas del público, que veía cómo se vencía y le avisaba. El
colombiano estuvo en la cara, no rehuyó la pelea y le buscó las cosquillas a
«Greñito», que acabó como casi todos los demás: buscando las tablas. Ahí se
impuso el torero, robándole literalmente los muletazos. Incluso sonó el
pasodoble como reconocimiento a su meritoria labor.
Salvador Cortés |
Salvador
Cortés se estiró a la
verónica ante el primero de su lote. Se quiso quitar el palo cuando sintió el
hierro y llegó al tercio final con la cara arriba. Pero el de Mairena del
Aljarafe enseguida cambió la muleta de mano y sobre la zurda dejó tres series,
tres, que se escribe pronto, en las que ligó, bajó la pañosa y le dejó
naturales de buen trazo. Tuvo veinte
embestidas —las mejores de toda la tarde—, en las que Cortés
incluso llegó a gustarse en algunos momentos, pero no redondeó faena. Las
mismas malas cosas hizo el quinto, con el que alargó sin sentido su trasteo.
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