Los secretos de Las Ventas
El coqueto y elegante Palco Real del coso madrileño |
ABC recorre las entrañas de la plaza de toros más importante del mundo a cuatro días del comienzo de la Feria de San Isidro
MARÍA ISABEL SERRANO / Fotos: Jaime García / Madrid
A punto de sonar los timbales y clarines de la Feria de
San Isidro 2012, ABC se cuela en los rincones íntimos de la
plaza de toros de Las Ventas. Vemos el otro «patrimonio» de los toreros.
Lugares intensos donde se mezclan los sentimientos y las sensaciones. La
alegría y la pena. El triunfo y
la tragedia. La vida y muerte. Sitios inmensos. Desde los
corrales y el apartado de los astados hasta la capilla; esquivando la
enfermería o subiendo a saludar al Rey al Palco Real.
Es
la otra cara de la Monumental madrileña. El aficionado está acostumbrado al
brillo de los trajes, a los colores de los capotes, al olor a puro y a las
estrecheces de los asientos. Al bullicio. Al arte y al hastío. A la lidia, en
suma. Puede soñar, incluso, con la salida a hombros de su diestro por la Puerta Grande pero
casi seguro que no ha levantado la vista para admirar el soberbio artesonado
estilo neomudéjar que tiene encima de su cabeza.
Dejamos atrás la
Puerta Grande y seguimos el recorrido. A este viaje nos
introduce Carlos Abella, dedicado en cuerpo y alma al Consejo Taurino de la Comunidad de Madrid,
propietaria del coso. Nos acompaña María Delgado, una buena aficionada. Nos
abre las puertas, como no podía ser de otra manera, Manolo Alonso, un tipo
entrañable y humilde a más no poder. Vive aquí con su mujer y sus dos hijos. No
quiere protagonismo pero es la cuarta generación de «porteros mayores» de la
plaza. «Mi tatarabuelo ya estuvo en la de la plaza de Fuente del Berro», nos
confiesa.
Manolo
nos lleva directamente al Palco Real. Hay que subir en el ascensor, también de uso
exclusivo de la Familia
Real, estrecho, elegante y con un detalle muy particular: una
estrella judía de adorno que casi mata del susto a Himmler, comandante de las
SS, cuando quiso ver una corrida de toros desde este privilegiado balcón.
El ascensor privado que lleva al Palco Real |
Al palco se accede a través de una salita con retratos reales.
Destaca el de Doña María, la madre de Don Juan Carlos, gran aficionada a la Fiesta Nacional.
En las paredes, una selección de imágenes históricas de ABC.
Curioso
el cartel de la primera corrida regia en Las Ventas, el 28 de mayo de 1929, que
pretendía «recaudar fondos para la Ciudad Universitaria».
En el cartel, Rafael Gómez «Gallito», Chicuelo y Cayetano Ordóñez «Niño de la Palma». Ahí es nada.
Bajamos.
En el callejón escuchamos esta frase: «Hay que estar pendiente de la arena». Es
Juan Cubero, hermano del inolvidable Yiyo, que se encarga del albero. «Si está
blanda, malo para los toreros; si está dura, malo para el toro», nos dice.
Llegamos al tendido «4». Metemos las narices en el portalón
de la enfermería. Se ve un oscuro pasillo. Un angustioso corredor que nadie
quiere hacer. Y si se hace, reconforta saber que al final está el equipo del
doctor Máximo García Padrós.
Una garantía para salvar la vida.
Una imagen del espectacular quirófano de Las Ventas |
La
enfermería está unida a la capilla por un pasillo muy cortito. Curioso. Otro
lugar íntimo. Porque en la capilla los toreros se encomiendan a todos sus
santos. Ahí rezan para cuajar una buena faena y salir de la plaza por su propio
pie. Difícil saber cúal de las dos piden con más intensidad.
Todo
está listo para el primer paseíllo de San Isidro. La Feria abre el 10 de mayo.
Ilusiones y sueños, a flor de piel. Que Dios reparta suerte.
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