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domingo, 8 de julio de 2012


ESPECIAL PAMPLONA
Miura y Pamplona, eterno romance

Ángel Berlanga
Es la ganadería que, con diferencia, más ha lidiado en los cincuenta años de la Feria del Toro. Anunciada hasta en 45 ocasiones, sólo le persigue, a mucha distancia, los pablorromeros de Partido de Resina, con 25 encierros lidiados. Convertida en todo un símbolo en Pamplona, la ganadería de Miura se ha ganado en la capital Navarra el respeto de todos. Ocho toros de vuelta al ruedo, cinco premios a la corrida más completa, nueve trofeos “Carriquiri” al toro más bravo, otro con igual denominación al encierro más completo… son datos más que elocuentes del eterno romance existente entre los pupilos de Zahariche y la afición pamplonica

Hablar de Pamplona en la casa Miura es hacerlo de emociones, seriedad e infinidad de recuerdos. Más de un siglo de historia que, en los últimos cincuenta años, los mismos que cumple la Feria del Toro, ha derivado en una historia basada en el respeto y la admiración. “Pamplona es, después de Sevilla, la plaza a la que últimamente más hemos acudido -asegura Eduardo Miura-. Llevamos más de cuarenta encierros lidiados en las cincuenta últimas temporadas y llevamos treinta años asistiendo ininterrumpidamente, concretamente desde 1977 -con la excepción del 78, año en el que la ganadería también estuvo anunciada pero sin llegar a lidiar debido a las trifulcas políticas que obligaron a suspender el ciclo-. Es una plaza a la que tenemos un enorme cariño y a la que también debemos mucho, ya que, aunque unos años los toros embisten más y otros menos, siempre nos repiten”. Antonio, hermano de Eduardo, comenta sonriendo: “Nuestra familia desciende de la zona vasconavarra y parece que los animales quieren corresponder en el ruedo a esos orígenes” y confiesa “pero la verdad es que es una plaza en la que, en conjunto, ha habido más satisfacciones que disgustos”.
Desde la fundación de la Feria del Toro en 1959, el hierro de la A con asas sólo ha faltado en las temporadas del 61, 62, 64, 67, 68, 69, 76 y 78, año de la suspensión. Desde 1979 hasta 2009 lleva lidiando ininterrumpidamente. Por tanto, sólo en siete de los últimos cincuenta años los toros de Zahariche no han estado anunciados en los carteles. “Nos consideran una ganadería de casa”, admite satisfecho Antonio. “Hubo otra vacada -interrumpe Eduardo-, la de César Moreno, que era pamplonica, que también era una asidua a la feria entre los años sesenta y setenta”. Pero tanta repetición del hierro sevillano tenía que tener, a la fuerza, un porqué. Los abundantes triunfos cosechados han permitido a la divisa verde y grana estar anunciada año tras año. “También hemos tenido suerte -comenta Eduardo con humildad-. Cuando uno lidia tantos años es normal que tenga más premios que otras ganaderías”.
En la memoria quedan grandes faenas de Ruiz Miguel, Antonio José Galán, José Antonio Campuzano, Dámaso González, Manili... y, más recientemente, El Fundi o Juan José Padilla: “Sobre todo recuerdo con mucho cariño la época de los años setenta -relata Eduardo-. Hasta en cinco ocasiones nos llevamos el premio al toro más bravo y en un par hicimos doblete, llevándonos también el de mejor corrida. No se me olvida un toro lidiado por Andrés Vázquez en 1972, de nombre “León” y que le dieron la vuelta al ruedo; u otro cárdeno estoqueado por Galán, que le cortó las orejas bajo una tormenta bestial, o la corrida del 77, que formó un tapón a la entrada de la plaza y después fue la mejor de la feria. También recuerdo a “Estopeño”, de Ruiz Miguel, a “Ojeroso”, de Roberto Domínguez... Aquellos años iba siempre a la plaza, no como ahora, que lo paso tan mal que prefiero quedarme en casa esperando el resultado”. Antonio, por su parte, asegura que intentan seguir la línea que su padre marcó en aquella época: “Y se ven algunos resultados como aquel “Bombito” del 99 que peleó en el peto más de diez minutos; o los premiados más recientemente en 2003 o el pasado año”. “Esos toros demuestran que seguimos en la brecha, algo nada fácil en una profesión como ésta, en la que todo es tan aleatorio y poco controlable”, remacha Eduardo.
A lo que ya están acostumbrados es a verse anunciados el domingo de feria, el día de mayor afluencia de corredores en el encierro. A algunos les choca la nobleza de la que los miureños hacen gala en las calles, con las complicaciones que después desarrollan en la plaza: “Son toros que suelen correr hermanados y que no hacen por los corredores, de hecho suelen esquivarlos con los pitones”, comenta Antonio, a lo que añade Eduardo: “En realidad tenemos tanto el récord de la carrera más rápida como el de la más lenta. Recuerdo que en el año cincuenta y tantos la revista Paris Match hizo un reportaje a un toro de casa que tardó en entrar en los corrales quince minutos, y todo gracias a un perro, que fue el único capaz de meterlo para adentro”.


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