ESPECIAL PAMPLONA
Miura y
Pamplona, eterno romance
Ángel Berlanga
Es la ganadería que, con diferencia,
más ha lidiado en los cincuenta años de la Feria del Toro. Anunciada hasta en
45 ocasiones, sólo le persigue, a mucha distancia, los pablorromeros de Partido
de Resina, con 25 encierros lidiados. Convertida en todo un símbolo en
Pamplona, la ganadería de Miura se ha ganado en la capital Navarra el respeto
de todos. Ocho toros de vuelta al ruedo, cinco premios a la corrida más
completa, nueve trofeos “Carriquiri” al toro más bravo, otro con igual
denominación al encierro más completo… son datos más que elocuentes del eterno
romance existente entre los pupilos de Zahariche y la afición pamplonica
Hablar de Pamplona en la casa Miura
es hacerlo de emociones, seriedad e infinidad de recuerdos. Más de un siglo de
historia que, en los últimos cincuenta años, los mismos que cumple la Feria del
Toro, ha derivado en una historia basada en el respeto y la admiración. “Pamplona
es, después de Sevilla, la plaza a la que últimamente más hemos acudido
-asegura Eduardo Miura-. Llevamos más de cuarenta encierros lidiados en las
cincuenta últimas temporadas y llevamos treinta años asistiendo
ininterrumpidamente, concretamente desde 1977 -con la excepción del 78, año
en el que la ganadería también estuvo anunciada pero sin llegar a lidiar debido
a las trifulcas políticas que obligaron a suspender el ciclo-. Es una plaza
a la que tenemos un enorme cariño y a la que también debemos mucho, ya que,
aunque unos años los toros embisten más y otros menos, siempre nos repiten”.
Antonio, hermano de Eduardo, comenta sonriendo: “Nuestra familia desciende
de la zona vasconavarra y parece que los animales quieren corresponder en el
ruedo a esos orígenes” y confiesa “pero la verdad es que es una plaza en
la que, en conjunto, ha habido más satisfacciones que disgustos”.
Desde la fundación de la Feria del
Toro en 1959, el hierro de la A con asas sólo ha faltado en las temporadas del
61, 62, 64, 67, 68, 69, 76 y 78, año de la suspensión. Desde 1979 hasta 2009
lleva lidiando ininterrumpidamente. Por tanto, sólo en siete de los últimos
cincuenta años los toros de Zahariche no han estado anunciados en los carteles.
“Nos consideran una ganadería de casa”, admite satisfecho Antonio. “Hubo
otra vacada -interrumpe Eduardo-, la de César Moreno, que era
pamplonica, que también era una asidua a la feria entre los años sesenta y
setenta”. Pero tanta repetición del hierro sevillano tenía que tener, a la
fuerza, un porqué. Los abundantes triunfos cosechados han permitido a la divisa
verde y grana estar anunciada año tras año. “También hemos tenido suerte -comenta
Eduardo con humildad-. Cuando uno lidia tantos años es normal que tenga más
premios que otras ganaderías”.
En la memoria quedan grandes faenas
de Ruiz Miguel, Antonio José Galán, José Antonio Campuzano, Dámaso González,
Manili... y, más recientemente, El Fundi o Juan José Padilla: “Sobre todo
recuerdo con mucho cariño la época de los años setenta -relata Eduardo-.
Hasta en cinco ocasiones nos llevamos el premio al toro más bravo y en un par
hicimos doblete, llevándonos también el de mejor corrida. No se me olvida un
toro lidiado por Andrés Vázquez en 1972, de nombre “León” y que le dieron la vuelta
al ruedo; u otro cárdeno estoqueado por Galán, que le cortó las orejas bajo una
tormenta bestial, o la corrida del 77, que formó un tapón a la entrada de la
plaza y después fue la mejor de la feria. También recuerdo a “Estopeño”, de
Ruiz Miguel, a “Ojeroso”, de Roberto Domínguez... Aquellos años iba siempre a
la plaza, no como ahora, que lo paso tan mal que prefiero quedarme en casa
esperando el resultado”. Antonio, por su parte, asegura que intentan seguir
la línea que su padre marcó en aquella época: “Y se ven algunos resultados
como aquel “Bombito” del 99 que peleó en el peto más de diez minutos; o los
premiados más recientemente en 2003 o el pasado año”. “Esos toros demuestran
que seguimos en la brecha, algo nada fácil en una profesión como ésta, en la
que todo es tan aleatorio y poco controlable”, remacha Eduardo.
A lo que ya están acostumbrados es a
verse anunciados el domingo de feria, el día de mayor afluencia de corredores
en el encierro. A algunos les choca la nobleza de la que los miureños hacen
gala en las calles, con las complicaciones que después desarrollan en la plaza:
“Son toros que suelen correr hermanados y que no hacen por los corredores,
de hecho suelen esquivarlos con los pitones”, comenta Antonio, a lo que
añade Eduardo: “En realidad tenemos tanto el récord de la carrera más rápida
como el de la más lenta. Recuerdo que en el año cincuenta y tantos la revista
Paris Match hizo un reportaje a un toro de casa que tardó en entrar en los
corrales quince minutos, y todo gracias a un perro, que fue el único capaz de
meterlo para adentro”.
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