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domingo, 23 de septiembre de 2012

En Zea-Mérida... “Morenito de Maracay” a hombros en la despedida de Coronado en su tierra




Rubén Darío Villafraz
Fotos: Germán D´Jesús Cerrada
Zea. Sábado 22 de septiembre de 2012. Plaza de Toros Portátil La Esperanza. Corrida de Toros. Feria de la Virgen de Las Mercedes de Zea-Mérida. Con poco más de 2500 personas en plaza, en festejo que comenzó con una hora de retraso, en tarde fresca, se han lidiado toros de Rancho Grande (Hugo Domingo Molina), justos de presentación en su conjunto, nobles en distinto grado, destacando la nobleza del 6º y el largo recorrido del lidiado para rejones 3º, excesivamente castigado en rejones. Pesos: 440, 410, 410, 420, 420.

Morenito de Maracay: Dos orejas y silencio.
Leonardo Coronado: Una oreja y palmas tras aviso.
Rafa Rodríguez: Leves palmas tras aviso.

Incidencias:
Presidió festejo el Dr. Rafael Escalona.
Festejo desarrollado bajo escasa iluminación artificial tras lidiado el tercer toro.
Actuó como sobresaliente el aspirante a novillero Alejandro Barragán.

Poca historia ha deparado el festejo taurino mayor de la feria en honor a la Virgen de Las Mercedes esta tarde, donde la nobleza y bondad del encierro de la ganadería de Rancho Grande, pudo haber permitido el mayor corte de apéndices auriculares que a final de cuentas tuvo lugar este sábado.
 
Sólo tres orejas se han paseado por el redondel del portátil, coso dispuesto para tal efecto, par de ellas a cargo del veterano diestro maracayero José Nelo Morenito de Maracay, mientras que el coleta local, Leonardo Coronado al final sólo pudo pasear una, aún cuando pudo haber sumado más si no es por el mal uso del estoque de acero.

Precisamente Morenito (blanco y oro), amarraría el triunfo en el que abrió plaza, ejemplar al igual que el resto de sus hermanos de camada, de noble condición en sus embestidas. Fueron estas las herramientas por las que el moreno espada pasó de capa y luego con la muleta al bravo ejemplar, que fue picado en medida sangría y luego banderilleado en alegre tercio por el propio espada, destacando un par al quiebro que levantó ovaciones unánimes.
 
Con la muleta Morenito ha dejado solvencia que los años no pasan en vano, en actuación ligera de pies, pero de momentos de gran plasticidad, sobre todo por la mano diestra, donde se sintió más a gusto, lo que le permitió aprovechar al máximo las bondades del astado. Medida faena que no consintió un muletazo más ni uno menos, para tras recetar tres cuartos de ración toricida desprendida se desatara la concesión del doble premio auricular.

Nulas opciones tuvo en su segundo, burel que se despitorró tras estrellarse en el burladero el pitón derecho. Este hecho hizo que el público poco le tomara en cuenta lo hecho, luego en el resto de labor, por lo que decidió abreviar, tras igualmente hacerse presente la noche.
 
La actuación más completa de Leonardo Coronado (lila y oro), quien con esta decía adiós al toreo a su tierra de adopción, fue ante el que cerró plaza, el más seriecito del envío de Hugo Domingo Molina a Zea, animal que agradeció el templado trasteo y meticulosa lidia que se prodigo Coronado, al que lamentablemente con un poco más de iluminación la plaza le hubiese ayudado más el toro. No obstante, tanto por la diestra como por la zurda Leonardo extrajo lo mejor de una faena que lamentablemente el acero no le ayudo rematar, pues tanto con la espada como con el descabello hubo de necesitar varios viajes, para finalmente recibir palmas tras aviso.

La única oreja del esportón se la llevó de su trasteo frente al segundo de la función, faena en su mayoría sobre la mano derecha donde se recreó en sacar partido de un animal noble, pero ayuno de fuerzas, siempre llevándole a media altura, dejándole distancia entre serie y serie, y en especial sin obligarle mucho con el engaño, de allí que lograra enjaretarle tandas lucidas, que tras el remate de un espadazo atravesado, se le premiara con una oreja.
En el intermedio de corrida actuó el jinete emeritense Rafa Rodríguez (a la usanza campera), quien ha contado en esta oportunidad con un gran toro para el lucimiento. Excesivo castigo fue el recetado en rejones, hasta cuatro, para luego con «Murcio» vivir momentos de drama tras la poca obediencia de bridas que hizo gala dicho caballo que por poco le cuesta una cornada, afortunadamente sin que lamentar. Con Café y As de Oro remató actuación con altibajos, que luego se dilató con el acero, para al final ser silenciado tras aviso.



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