Los nietos de Antonio y Pepe Luis «resucitan» dos dinastías y desvelan a ABC su sueño de hacer el paseíllo en Sevilla mano a mano
ROSARIO PÉREZ / FERNANDO CARRASCO / SEVILLA
Andares templados por el Paseo de Colón de dos chavales con porte
torero. Las sangres Bienvenida y Vázquez fluyen por sus venas. En la mismísima Puerta del Príncipe
nos citamos con los herederos de dos grandiosas familias de la Historia de la Tauromaquia: Gonzalo Bienvenida y Pepe Luis Vázquez.
Cuando tan legendarias dinastías parecían perdidas, los nietos de Antonio
Bienvenida y Pepe Luis Vázquez destapan a ABC el secreto: quieren ser toreros. Ahí es nada: 75
años después de que sus abuelos se vistiesen de luces en Algeciras, en 1937.
El discípulo del maestro de San Bernardo trae en el pelo triguero y
esa mirada marítima que
traspasa sus gafas oscuras el sello de los Vázquez. El biznieto del Papa Negro
desprende la sonrisa y la naturalidad de Antonio Bienvenida. Acaban de
compartir desayuno con el gran
Pepe Luis, que con un hilo de voz ha colmado de elogios a
Antonio, «amigo de calidad suprema».
Los hilos de la torería
Los «nietísimos» se cruzaron hace un año y desde entonces no hay día
que no hablen de toros. Gonzalo, desde Madrid, y Pepe Luis, afincado en
Córdoba, desentrañan, hilo a hilo,
la madeja de la torería. Sorprenden sus conocimientos con tan solo 17 años
(Pepe Luis sopla hoy las velas, Gonzalo cumplió 19 en junio).
A orillas del Guadalquivir, nos cuentan los orígenes del sueño,
oculto hasta ahora por el peso de la púrpura de dos ilustres apellidos.
Bienvenida descubre su primera vez: «Me puse delante de una becerra con doce años en una
fiesta campera, aunque yo llevaba desde los seis queriendo. Pero en mi casa, ni
caso. Cuando tuve la oportunidad, enganché tres o cuatro capeas seguidas con la
ayuda de mi tío Miguel y empezaron los primeros tentaderos, los primeros
petardos...».
Miura, su primera vez
Vázquez, de verbo más inquieto, despereza sus inicios, con solo seis
primaveras. «Me puse delante de una mamoncilla, que me dio un revolcón, y se me
fue un poco la afición...». Pero la pasión irrumpió con fuerza una tarde
lluviosa de febrero de 2011: «Visioné el vídeo de la inauguración del monumento a mi abuelo.
Y escuché a Manuel Ramírez durante el homenaje: “Sería un sueño que este Pepe
Luis nieto enamorase otra vez a Sevilla con un sencillo cartuchito de pescao”.
Aquellas palabras y el indulto de Manzanares en la Feria de Abril me hicieron
sentir muchas cosas». Tal fue la explosión de emociones que pidió torear una
vaca a su padre, Manolo Vázquez, que le preparó una difícil prueba: un
tentadero con su tío Pepe Luis y Espartaco en la ganadería de Miura. «Fue mi
primera becerra oficial, logré engancharla y meter el pecho en la mejor
sensación de mi vida».
«Torearemos en puntas como tributo a Antonio Bienvenida»
El nuevo Pepe Luis va más allá y ofrece el titular: «Si nos lo permite la Maestranza, torearemos
mano a mano un festival en homenaje a nuestros abuelos, que tantas tardes
compartieron. Nos jugaremos la vida por ellos con utreros en puntas como
tributo a Antonio, que denunció
el afeitado». Preguntamos a Gonzalo si él no preferiría que
el festejo se celebrase en Madrid. Rotunda respuesta e ideas claras: «Para torear, ciego me quedo con Sevilla;
para ver toros, con el tendido de Las Ventas».
Aún no hay fecha establecida para ese festival que se celebrará «antes de un lustro».
Confiesan que aún se encuentran «verdes» para un compromiso de tal calibre,
aunque sus entrenamientos se acrecientan cada vez más. Gonzalo lo compatibiliza
con sus estudios universitarios de Derecho
y Periodismo; Pepe Luis cursa segundo de Bachillerato y
pretende estudiar Periodismo en Sevilla. «Si estamos listos en un año, pues en
un año será el festival; si en dos, en dos... Pero antes de cinco, seguro. ¡Si
tenemos más ganas que nadie!». Se aprieta los machos y apuesta por una divisa
para una fecha que se vestirá de acontecimiento: «Miura, tan ligada a mi abuelo, y ¡dos Domecq!».
Toma el capote Gonzalo: «Será a beneficio de alguna causa bonita. Mi abuelo
tenía el récord, con más de 500 festivales. Ha sido el torero más altruista».
Sus espejos
Conversan con entusiasmo sobre maestros de ayer y hoy, y coinciden
en un ídolo actual, Morante de la Puebla,
«resucitador de las bases que sentaron nuestros abuelos», dice Bienvenida. «Yo
cierro los ojos, le pongo rubio y veo a mi tío Pepe Luis», espeta Vázquez. Para
Gonzalo hay un número uno: «José
Tomás, porque es el torero que más de verdad ha toreado en la Historia». Pepe Luis se
decanta por Manzanares,
«pues me siento identificado con él y admiro su temple». Ambos beben de las
fuentes primigenias de la
Tauromaquia. Con una afición desmedida, ven vídeos antiguos
una y otra vez. Gonzalo deletrea los pilares que considera básicos: «Mi abuelo Antonio, por su
naturalidad, torería y empaque; Pepín
Martín Vázquez, no me canso de ver “Currito de la Cruz”; Pepe Luis, un dios, y
El Viti,
referente indiscutible».
«Entiendo que los ignorantes antits no comprendan tanta grandeza»
Lamentan que los noveles no profundicen en las raíces: «Nosotros
sentimos enorme interés por los
clásicos y analizamos cada detalle. Ahora hay demasiadas
faenas preconcebidas, falta inspiración».
¿Y qué opina su círculo de amigos de esta debordante pasión entre tanta
corriente anti? «Se lo toman a
risa. De todos modos, entiendo que los ignorantes
antitaurinos no alcancen a comprender tanta grandeza», comenta con ironía Pepe
Luis.
La llamada de la sangre
Gonzalo se planta en corto y plantea una cuestión a su compañero:
«¿Hasta qué punto tienes compromiso con tu familia y el toreo para llegar a
figura?». No titubea el nuevo Pepe Luis: «Daría la vida.
Parecerá una locura, pero es la verdad. Lo haré por puro sentimiento, como mi
padrino, mi tío Pepe Luis, que tenía su finca y ha toreado sin necesidad».
Tambien para el sobrino la llamada de la sangre es más fuerte que la económica:
«Sacrificaré mi vida por el toreo;
si no llego, no será por ganas y entrega, sino por falta de capacidad». El
nieto de Bienvenida no lo vislumbra tan cristalino: «Es muy duro y
profesionalmente no me veo. De pequeño me dijeron que con mi apellido, si se era torero, era para ser figura.
Y mi abuelo es Dios, lo veo inalcanzable... Por él torearé ese festival en
Sevilla y, pese a ser consciente de que lo mató una vaca, seguiré toreando
porque es lo que más me llena y no podría vivir sin ello».
Continúa la leyenda
de los Vázquez y los Bienvenida, arte y torería dentro y fuera de los ruedos.
Sus herederos mantienen viva la llama de dos dinastías que han escrito páginas
doradas en la Biblia
del Toreo. Gonzalo y Pepe Luis, Pepe Luis y Gonzalo, prenden de nuevo la antorcha de la naturalidad.
Así se definen los herederos
Gonzalo sobre Pepe Luis: «Tiene gracia y sentimiento, le viene por los genes. Todo lo quiere
hacer despacio. Es un torerazo en potencia»
Vázquez sobre Bienvenida: «Se nota que le gusta lo bueno.
Se le ve torero, con una naturalidad que ha heredado de su abuelo»
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