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lunes, 4 de febrero de 2013

Un Ciclón se deja el corazón en La México

Jorge Raúl Nacif | Foto: Sergio Hidalgo

     
Desorejó al segundo de su lote
       
El Ciclón de Jerez hizo honor a su sobrenombre y, con una ciclónica actuación esta tarde en La México, se dejó el corazón en el ruedo para cortarle las orejas a su segundo y abrir de par en par la puerta grande, en medio de los vítores de una afición que se le entregó palmo a palmo.
No cabe duda que este héroe literario continúa sorprendiendo cada vez más a los públicos y que su limitación física al no contar con el ojo izquierdo no ha sido óbice para seguir siendo el Padilla que, desde hace varios años, había ganado un lugar de mucho respeto en el planeta de los toros, un torero con actitud, pasión y, sobre todo, sinceridad.

Como un chaval en busca de una oportunidad, Juan José recibió a su segundo con dos largas cambiadas, para luego intercalar chicuelinas con los lances de recibo. Con mérito colocó banderillas y puso al público en pie con la soberbia ejecución del par al violín, emocionante momento que presagiaba algo grande para la faena de muleta, misma que inició toreando de rodillas.

El toro de San José comenzó embistiendo con claridad, condición que el jerezano aprovechó para correr la mano en trazos largos y en los que llevó bien toreadas las embestidas por el pitón derecho, recreándose en cada momento y haciendo surgir el olé por parte de los aficionados, en una labor que tuvo también tintes eléctricos.

Y cuando el burel comenzó a perder fuelle y a tornarse un tanto corto y tardo, Padilla se quedó muy quieto para hacer gala de aguante. En esta tesitura, y mientras se pasaba cerca los pitones por el perfil izquierdo, sufrió una dura voltereta que enmudeció a los tendidos; se temía un nuevo tributo de sangre por parte de este guerrero de los ruedos, pero no fue así.

Maltrecho, el Ciclón se levantó para rubricar la faena y todavía los cuernos del ejemplar rozaron su taleguilla al torear con la sarga en la mano diestra, tanda que rubricó con un desplante valeroso muy personal, así como el último, de rodillas, tras las manoletinas, que quizá no agradó del todo a algunos aficionados. Así, en Padilla y con mucho corazón, se fue tras la espada y logró una estocada que fue suficiente para liquidar al astado, cuyas orejas fueron a parar a las manos de este diestro que, sin duda, es y será un ejemplo para todos, tanto toreros como no toreros.

Importante fue su labor delante del primero de la tarde, un toro al que también le recetó banderillas y con el que estuvo muy firme. Bien colocado y paciente, dado que su enemigo tardaba en acudir y terminó con medias embestidas, pudo estructurar una faena interesante que rubricó de un buen espadazo, lo que le valió para salir al tercio tras petición de oreja.

Aunque la temporada pasada ya había tocado pelo y dejado buenas sensaciones, Fermín Rivera es una de las grandes noticias de este ciclo, pues hoy repitió tras las dos orejas que paseó hace algunas semanas en este coso y confirmó que se encuentra en un tenor muy importante y que, en su desarrollo, tiene para ser un torero trascendente en nuestra tauromaquia.

El primero de su lote fue un toro que, aunque metía la cabeza con cierta calidad, era muy tardo. Rivera le supo ser paciente y, aunque por esta condición su faena no tuvo gran ligazón, dejó para el recuerdo muletazos de gran acabado, pases impregnados de su tauromaquia clásica y que tan bien ha caído en este monumental coso. Tras una buena estocada, saludó una ovación ante petición para que le fuera concedido un trofeo, mismo que bien hubiera merecido.

Debido a que con el segundo de su lote no tuvo mayor "tela de donde cortar", Fermín decidió obsequiar un toro. El ejemplar, basto y feo de hechuras, tuvo un poco de mayor movilidad que los ejemplares de su lote y con él pudo regalar momentos de clase y en los que corroboró todo lo bueno que había desplegado a lo largo de la tarde.

Sin mayores florituras ni adornos, Rivera dibujó el toreo bueno, por lo templado y lo técnico, virtudes que ha desarrollado a lado de Beto Preciado y Polo Meléndez, cuya mano se nota en el buen torero en el que está convertido el potosino. Dos buenas tandas de derechazos, y una más de naturales, fueron lo más destacado de esta faena, que remató de gran espadazo para cosechar una oreja ganada realmente a ley y que constituye un premio valioso para este joven artista.

Arturo Macías, que cuajó un bello quite por saltilleras, pinchó una interesante faena ante el segundo de su lote, un toro que tuvo transmisión y que sin ser fácil acudía con bravura y humillado a los cites, trasteo que, sin embargo, no logró redondear. Bien toreó por derechazos, estructurando lo que parecía sería una gran faena que, a la postre, no llegó. El público le exigió y algún sector terminó tomando partido por el toro, retirándose entre algunos pitos al pinchar un par de veces y tener que hacer uso del descabello.

Ante el quinto de la tarde, el hidrocálido volvió a mostrarse voluntarioso y cuajó coreados derechazos al inicio de su trasteo, aprovechando las buenas embestidas de un toro que vino a menos y terminó deslucido. Un susto se llevó Macías al ser levantado, sin consecuencias afortunadamente, y su faena no alcanzó a tomar altura, retirándose entre palmas tras despachar de una estocada.
Ficha
México, D.F.- Plaza México. Decimosexta corrida de la Temporada Grande. Unos diez mil aficionados, en tarde agradable. Siete toros de San José, bien presentados y de juego desigual , entre los que destacó el 2o., ovacionado en el arrastre. Pesos: 530, 513, 490, 550, 515, 544 y 540 kilos. Juan José Padilla (canela y oro con remates negros): Ovación y dos orejas. Arturo Macías (turquesa y oro): Pitos tras aviso y palmas. Fermín Rivera (tabaco y oro): Ovación, palmas y oreja en el de regalo. Incidencias: Tras el paseíllo, miembros de la "Porra Libre" dieron una vuelta al ruedo con los toreros, mostrando una pancarta con la leyenda "¡Sí a los toros!".

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