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jueves, 7 de marzo de 2013

Pundonor de Padilla, El Cid y Luque, que se reparten una oreja [ (Foto: Javier Arroyo)]

Castellón. Feria de la Magdalena

(Foto: Javier Arroyo)

Importante y encastado toro de Jandilla, "Gruñidor", lidiado en cuarto lugar

Jorge Casals
Pareció que la lluvia iba a entorpecer de nuevo el festejo pero, antes de abrirse el portón de cuadrillas, el cielo dio una tregua y paró de llover. Juan José Padilla fue obligado a saludar antes de comenzar el festejo y recibió el cariño de Castellón con una cerrada ovación. Invitó también a sus compañeros El Cid y Daniel Luque.


Bonito de hechuras, serio y con cuajo fue el primero de la tarde, de Jandilla, al que Juan José Padilla, recibió con buenas verónicas a pies juntos. Tras un quite por tafalleras, remató con una larga de rodillas escalofriante. El toro demostró calidad y galopó con buen tranco desde el principio, lo que le permitió al jerezano banderillear con facilidad, el último par al violín. Toreó Padilla con mucha templanza sobre el pitón derecho en los primeros compases de la muleta, en alguna serie que tuvo largura. Bueno el toro, aunque duró muy poco. Se le acabó el gas y Padilla no pudo rematar. Mató de una buena estocada aunque algo desprendida. Hubo petición pero insuficiente.


Padilla salió a por todas en el cuarto de la tarde, al que recibió con largas cambiadas en el tercio y puso vistosidad en las chicuelinas garbosas y una revolera bonita. Buen tercio de banderillas, limpio, en el que destacó un último par al quiebro. Calentó los tendidos en el toreo en redondo de hinojos, ante un toro importante, bravo y codicioso. El de Jandilla se quería comer la muleta por abajo, yéndose largo. Embistió con mucha transmisión. El único pero es que hizo algún amago de salirse suelto. Se topó el toro con un Padilla muy dispuesto, que lo supo llevar bien gobernado en la muleta, conduciéndolo largo. Mejor el toreo sobre la diestra. Optó al final por su versión más tremendista, poniendo la plaza al rojo vivo con roblesinas, circulares y martinetes rodilla en tierra. Mató de una estocada entera, pero no fue suficiente, acabando con el toro al tercer golpe de descabello. No se enfrió el público, que le pidió una oreja que le fue concedida. El toro fue aplaudido en el arrastre.


El quinto, bonito de hechuras, bajito, fue un buen toro. Embistió con mucha nobleza, franqueza  y tuvo recorrido. El Cid lo cuidó en demasía –nos perdimos un segundo par de Alcalareño, que había dejado un buen par antes-, para que llegara con brío a la muleta. Lo mejor del sevillano llegó con la mano izquierda, poderosa, mandona, conduciendo larga la embestida. Sobre la diestra toreó con más naturalidad que mando. Se le vio a gusto delante de la cara del toro, muy metido en la faena y disfrutando. No se le quiso escapar la oreja y mató de una efectiva estocada en buen sitio. Oreja.

La sosería del segundo de la tarde dio al traste con el esfuerzo de Manuel Jesús “El Cid”, que lo intentó sobre ambas manos. Se inventó una faena el de Salteras a base de atacar al de Vegahermosa, sacándole todo lo que tuvo. No transmitió el toro y la faena no llegó a calar. Lo mató de una buena estocada que dejó al toro sin puntilla.

Salió espoleado Daniel Luque después de que sus compañeros tocasen pelo. El sexto no fue el mejor toro para el lucimiento con una embestida desclasada y llena de arreones. Pero el de Gerena supo taparle los defectos al toro y con mucha firmeza y temple, pulseando muy bien la embestida, fue ligando y embastando una faena muy meritoria. Muy afanoso el torero, sin dejarse nada atrás, sacó todo lo que tenía el de Jandilla. Se arrimó el torero y al final acabó metiendo al toro en el canasto y convenciendo a la parroquia.

El tercero fue un toro que blandeó desde los primeros compases de la lidia. Protestó el público su endeblez, pero el presidente desestimó la queja de la parroquia y apostó por el toro. Pero no había nada que hacer, el público, que es soberano, tenía razón y el toro perdió las manos en varias ocasiones para enfado del público. Abrevió Daniel Luque ante la imposibilidad de lucimiento y mató al toro de una estocada caída.

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