Óscar López Gamboa*
OPINIÓN TAURINA
Eso fue lo que sucedió el sábado 13 de abril del presente
año, en la plaza Real Maestranza de Caballería de Sevilla, ubicada en el famoso
barrio del Baratillo de dicha ciudad, en lo que fue el evento taurino más
esperado de la actual feria de abril sevillana, con la actuación en solitario
de José María Manzanares hijo, matando seis toros de distintas ganaderías;
quien cariñosamente ha sido adoptado por la afición de Sevilla,
como su hijo predilecto, tras sus memorables faenas realizadas
en las dos últimas temporadas en ése coso. Los aficionados colmaron los
tendidos de la plaza, luciendo sus mejores galas pues, la ocasión así lo
ameritaba sonaron parches y clarines para dar inicio el tan anhelado festejo y
cuando el diestro de Alicante, apareció en la puerta de cuadrillas, sobre el
albero de la plaza, se desbordaron las aclamaciones estentóreas para el torero
que principescamente partía plaza enfundado en un precioso terno azul celeste,
con bordados en oro todo aquel hermoso y espectacular
momento, que se estaba viviendo hacía pensar en una más de las grandes tardes
de gloria y triunfos memorables para el joven matador alicantino; en aquella
gesta inédita de él hasta entonces, de torear en solitario en plaza alguna.
Nadie de los ahí presentes y mucho menos el torero, tan
siquiera pasara por sus mentes en que ésa tarde, fuera un estruendoso
¡fracaso!; empezando con el del propio Manzanares. Según los entendidos de allá
y las mismas crónicas del evento lo señalan qué, la administración del matador
como él mismo, propiciaron el severo descalabro sufrido, por el ganado
seleccionado para tal ocasión ya que se excedieron en las precauciones tomadas
para que aquellos bovinos fueran lo demasiado dúctiles posibles, para los
intereses artísticos del diestro, pero sé les pasó la mano y los resultados
negativos de aquella encerrona, no se hicieron esperar y fueron surgiendo puntualmente
uno a uno, conforme salían los astados reseñados: Los dos primeros de Núñez del
Cuvillo y Domingo Hernández respectivamente, fueron chicos y faltos de raza, el
tercero de Victorino Martín, muy anovillado manso y
peligroso que hizo pasar las de Caín” al toreador haciéndole sudar el vestido
en sobre manera, el cuarto de la lidia, fue de El Pilar justo de presencia y
hecho un “marmolillo”, que no le embestía ni a su sombra, el quinto fue de El Cortés, devuelto
por razones obvias, por uno de Juan Pedro Domecq, con buen trapío pero débil
con cierta nobleza es decir; tirando a manso para entonces, los aficionados y
el propio matador, estaban de duelo y de luto prácticamente pues, a esas
alturas del festejo, no había pasado nada digno qué festejar y mucho menos
tomar en cuenta, a no ser por las carretadas de aplausos que les brindaron a
dos
subalternos del diestro por banderillar magistralmente;
quienes a la postre, resultaron los verdaderos triunfadores del festejo y el
burel que cerró plaza, también de Juan Pedro Domecq, anovillado también, muy
medido de fuerzas
pero con mucha clase y noble al que el diestro alicantino en
su desesperación por triunfar a como diera lugar, lo recibió a “porta-gayola”
para encender los ánimos propios y los de los aficionados, haciendo una faena
entretenida con muletazos de “chile, dulce y de manteca” aquí, allá y acullá
dando cuenta del astado con un estocada contraria y un descabello para ser
premiado por el juez de plaza con dos apéndices inmerecidos que lejos de ayudar
ese premio al torero, lo perjudicó con aquel premio de “oropel”. Como menciono
los toros jugados cinco de ellos, carecían del trapío suficiente para una plaza
de la importancia y seriedad que siempre ha caracterizado a la Maestranza sevillana.
Para José Mari Manzanares Dolls Samper, considero que esta amarga
experiencia vivida, el sábado anterior allá en Sevilla, le servirá para
reflexión y aprendizaje de que nadie por figura del toreo que sea, debe estar
por encima de la verdad, seriedad e integridad de la ¡Fiesta de los Toros! Y
mucho menos, anteponer intereses profesionales que atenten contra los que
sustentan tan hermoso y digno espectáculo es decir:
¡LOS AFICIONADOS! Este muy buen y joven torero alicantino, estoy
convencido que es una persona inteligente y razonable que, junto con su
administración deberán valorar en suma, los errores cometidos para llevar a
cabo, aquella “encerrona fallida” que los exhibió y a restaurar los daños
colaterales cometidos, al fin y al cabo a él, le queda mucha vida profesional
por delante y la afición ibérica, francesa y americana, habrán
de reconocérselo en su oportunidad.
Por todo lo acontecido en el festejo de referencia, me há
hecho pensar con tristeza y preocupación, que sí allá en aquellos lares
ultramarinos las figuras, sus administraciones y veedores, sé las “gastan” en
plazas de tanto prestigio, para intentar conseguir la satisfacción de sus
propios intereses, cuando vienen aquí a nuestro país, hacen de las suyas
sirviéndose con la “cuchara grande”, a la hora de ver y reseñar “torillos” con
poca o nula bravura y catadura, que no representen mayor peligro para sus
representados, con el afán de lograr los casi seguros triunfos, aunque estos
sean una ¡FALACIA!
Es todo por hoy y hasta la próxima, sí el Divino Creador lo
permite.
* Ex Juez de plaza Calafia y comentarista en Grupo
Radiorama.
opiniontaurina@gmail.com
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