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lunes, 15 de abril de 2013

Morante de la Puebla, una tarde para el recuerdo


El sevillano erige un monumento a la verónica en la Feria de Abril

Morante de la Puebla, una tarde para el recuerdo
J. M. SERRANO
Morante de la Puebla saluda a la verónica al jabonero primero
 
Sin cortar trofeos ni dar una vuelta al ruedo, Morante de la Puebla firma una tarde memorable, con detalles para el recuerdo.
Los toros de Cuvillo han salido nobles pero han durado muy poco, se han apagado. Aplauden de salida al bonito jabonero que abre plaza. Lo recibe Morante con cuatro verónicas de mano baja y dibuja la media. Comienza la faena con preciosos ayudados por alto, cargando la suerte. Al natural, borda el toreo. Pero el toro dura muy poco. Mata de media y la petición es insuficiente. Pero la faena ha sido preciosa: por mí, como si le dan todos los trofeos...
Sujeta de salida al cuarto y le endilga seis verónicas auténticamente monumentales. ¿Se puede torear mejor con el capote? No es fácil. Al llevarlo al caballo, se le queda debajo, en el remate, y casi lo voltea; repite, valiente. Quita por salerosas chicuelinas, el toro se raja, huye. Lo persigue, dibuja cuatro verónicas y, sobre todo, una media de veras inenarrable. Después de unos ayudados, traza derechazos magníficos; en los naturales, el toro se para, se acaba. Mata a la segunda y se empeña en no dar la vuelta al ruedo. No importa. ¡Ahí queda eso, para quien lo quiera igualar! Y para deleite emocionado de los que hemos tenido la fortuna de contemplarlo.

A portagayola

Después de esto, no es fácil salir a torear... El segundo sale muy vivo pero suelto. Castella lo recibe a portagayola, seguida de delantales a pies juntos y, naturalmente, el toro se va. Lidia muy bien Chacón. En la muleta, la res va bien, permite estar al diestro tranquilo pero no transmite emoción alguna. Mata sin estrecharse y el público le premia igual que a Morante con una salida a saludar (¿). También recibe a portagayola al quinto, justo de presentación, huido. En la muleta, repite mucho: Castella enlaza los habituales cambiados y liga muletazos impávidos, en una faena larga, de brillo justo.

El tercero flojea, lo protestan pero lo mantiene el presidente. A la muleta acude con docilidad. Talavante lo llama desde el centro, consigue algún buen natural, sufre un palotazo al entrar a matar. Se esfuerza más en el último, va a portagayola, encadena derechazos, muy quieto. El toro resulta ser el mejor. La faena tiene quietud y ligazón pero se alarga, en un arrimón final.

Después de haber toreado así Morante, lo demás ha sido, inevitablemente, en tono menor...

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