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viernes, 24 de mayo de 2013

El sueño de Alejandro Talavante en su vía crucis por la Puerta Grande


«Ha sido increíble», dijo el torero tras cortar dos orejas a su primer toro

El sueño de Alejandro Talavante en su vía crucis por la Puerta Grande
ignacio gil
Alejandro Talvante, aclamado como un cristo yacente entre la multitud
Lo que va de ayer a hoy, de una lágrima a otra. Aquellos ojos enmudecidos por el desencanto de una victorinada sin alma se nublaron de felicidad. El último hombre solitario, Alejandro Talavante, se reencontró con su Madrid por la Puerta Grande. Una marabunta encumbró al triunfador, balanceado y tumbado como un Cristo mientras le arrebataban los alamares de ese vestido azul por el que volvió a respirar su vida torera. 

El extremeño entró en la furgoneta rendido tras el vía crucis: «Ha sido una sensación increíble, esto es la feria soñada». Antes sacó todo su armamento y desorejó a «Artillero», «agresivo y con dificultades». Reconoció que el previo había sido «muy duro, con un montón de dudas por un gesto que hice con la mayor honradez y que salió al revés». 

Otro trofeo se llevó Sebastián Castella tras explotar su único misil, «con el que he podido expresar lo que llevo dentro y mi ritmo con la izquierda». 

Idéntico premio obtuvo José María Manzanares, a quien le hubiese gustado «acompañar en hombros a Alejandro», pero que dijo sentirse «contento» al ser partícipe de una tarde de emociones en la que se conjuntaron toros y toreros (cada cual a su manera). 

La plenitud total era de Talavante, que en medio de un tsunami de olés y aficionados halló la paz del artista guerrero. «¡Torero, torero!», gritaba la multitud mientras el furgón trepaba la calle de Alcalá.

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