Diego Silveti en Las Ventas |
Por Óscar López Gamboa.
Habían transcurrido en la feria de San
Isidro, diez festejos hasta el sábado anterior, para olvidar nada
meritorio que exaltara lo sucedido en aquellas corridas previas
incluyendo dos cartelazos seguidos de ¡No hay Billetes!, los días
viernes y sábado; a excepción de la salida por la Puerta Grande del
rejoneador luso-sevillano Diego Ventura, el día en que toreó; a la del domingo pasado en la que estaban acartelados el francés Juan Bautista, el español Juan del Álamo y el mexicano Diego Silveti, quienes despacharon un encierro de Fermín Bohórquez;
el cartel en comparación con los que le antecedieron, era de los más
modestos y parecía destinado también para olvidarlo y resultó todo lo
contrario pues, los tres toreros obtuvieron un oreja cada uno de manera
mucho muy meritoria, por sendas faenas al tercero, cuarto y quinto toros
de la tarde respectivamente, realizadas ellas, bajo un podría decirse
sin exageración “Diluvio” el cielo se abrió de tal manera que, dejó caer
una intensa y fuerte granizada precisamente al iniciar el último tercio
de la lidia del primer toro de Diego Silveti, tercero de la lidia
ordinaria.
El festejo hasta entonces había
transcurrido bajo amenazas de lluvia y fuertes vientos que dificultaban
la labor de los matadores Juan Bautista y Juan del Álamo, que ya habían
dado cuenta de los dos primero toros de la corrida dejando ver ambos
diestros, sus magníficos oficios de hacer el toreo de calidad, pero sin
llegar a redondear sus faenas para alcanzar trofeo alguno.
Fue entonces que apareció en escena
nuestro paisano el menor de la dinastía Silveti, para dar inicio a una
extraordinaria faena con el toro “Orador” de coraje, pundonor y
entrega a cualquier precio antes de claudicar, ante aquella tormenta
inclemente que lo puso a prueba; en el primer tercio de la lidia,
instrumentó unas gaoneras que cimbraron la plaza de lo ajustadas, ya en
el tercio de muleta y cayendo literalmente del cielo piedras convertidas
en granizo, inició aquella bizarra faena con dos pases del péndulo, en
el centro del redondel sin moverse un milímetro para ponerle leña a la
lumbre y, calentar de ésa manera el gélido ambiente a causa de aquella
cascada “Celestial” que seguía anegando el albero de Las Ventas, luego
le sucedieron series de ayudados, naturales y remates muy bien ligados,
pero con poca colaboración del morito que poco a poco, iba a menos y en
corto en cada muletazo aun así, Diego Silveti, con gran frenesí seguía
con denuedo su labor señalando un pichanzo y, después un estoconazo para
que la res rodara por la arena, muerta por necesidad y la petición de
la oreja, no se hizo esperar de parte del respetable y el juez de plaza
allá (presidente), obedeció un tanto remolón, aquel mandato justiciero
que estaban ordenando los aficionados entre ellos, muchos mexicanos que
hechos una “sopa”, habían dado fe de la férrea lucha triunfal, que acaba
de dar el ¡Caballero Azteca! Diego Silveti.
Ésa actitud triunfadora mostrada por el
torero mexicano, quizá influyó de alguna manera, en la de sus
alternantes quienes salieron a darlo todo y a no dejarse ganar la pelea
por el “benjamín” diestro qué, acababa de ponerle el “cascabel al gato”,
para ver quién lo secundaba y así sucedió pues, ambos toreros salieron
en igual actitud para cortar cada uno, un apéndice ante el contento
general de la concurrencia y aquel festejo, que parecía condenado al
fracaso, resultó todo lo contrario dando un final feliz y triunfal a
dicho evento.
¡Así sí! Es como deben de ser las
corridas de toros con toros-toros, sin importar si estos están mansos o
bravos pues eso, no lo sabe ni la madre que los parió o ante
circunstancias climatológicas adversas para el toreo artístico y dé
reposo, como ocurrió en el festejo de referencia, con toreros dispuestos
a jugarse el físico ante ellos, con la firme y sublime convicción, de
que por eso obtuvieron el título o borla de matadores de toros, para
sacar el mejor provecho de aquellos bovinos y circunstancias, merced a
sus buenas maneras de oficiar la lidia a los toros para alcanzar el
triunfo deseado o bien, una decorosa y meritoria labor en ambos casos,
siempre serán apreciadas y valoradas por los buenos aficionados.
Un servidor en varias ocasiones, ha hecho
señalamientos sobre los excesos proteccionistas de la administración de
Diego Silveti, aquí en México y el daño que dichos excesos, pueden
causarle levantando escozor con dichos señalamientos, pero ninguno de
ellos, han sido con el afán de ofender a este joven y valioso torero que
en lo personal, me simpatiza mucho porque en él veo a su finado padre,
que tantas veces lo vi torear hasta las lágrimas; por su entrega,
pundonor y valor espartano a toda prueba. Y con lo que acaba de hacer en
Madrid el domingo pasado, simplemente ese es el Diego Silveti, que
siempre he deseado ver para que con pleno orgullo suyo, vaya escribiendo
sin nada que lo avergüence, su propia historia.
UN QUITE POR LAS AFUERAS.- El domingo pasado por la noche allá en su nativa Sevilla, falleció a la edad de 91 años, el matador PEPE LUÍS VÁZQUEZ, conocido por los taurinos de la época, como el “SÓCRATES DE SAN BERNARDO”, barrio donde nació en 1921.
Fue una de las grandes figuras del toreo
de todos los tiempos, siendo el diestro que más toros mató de la
legendaria y temida ganadería de Miura, en las distintas plazas españolas, incluidas entre ellas, la Maestranza sevillana; fue contemporáneo de Manolete,
con quien alternó en 122 ocasiones y los unió una gran amistad, hasta
el fallecimiento del cordobés en agosto de 1947. ¡DESCANSE EN PAZ ÉSE
PRÓCER TORERO SEVILLANO!
Es todo por hoy y hasta la próxima, sí el Divino Creador lo permite.
*Ex Juez de plaza Calafia y comentarista de Grupo Radiorama.
opiniontaurina@gmail.com
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