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domingo, 11 de agosto de 2013

La temporada rota de Morante


Pese a sufrir «un cornadón de caballo», el sevillano dice que está «deseando volver a torear» pero en agosto será imposible y las ferias quedan descabaladas

La temporada rota de Morante

Cuando al filo de la medianoche del sábado, Morante de la Puebla ingresaba en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital San Jorge de Huesca, la centralita del centro médico comenzó a recibir llamadas de todos los rincones de España interesándose por el estado del torero herido de gravedad la tarde anterior. Incluso de México y otros países taurinos llegaron mensajes de apoyo. A esas horas, el San Jorge vivía una noche típica de las fiestas de San Lorenzo con algunos ingresos de jóvenes por excesos con el alcohol.

A las puertas de la UCI se turbó la paz nocturna. Allí se arremolinaron los hombres de la cuadrilla de Morante con su apoderado, Antonio Barrera, a la cabeza. Caras de preocupación. Su mozo de espadas, su inseparable primo Juan Carlos Morante, apenas pasó unos minutos por el hotel para recoger el traje negro y plata desgarrado y manchado de sangre y poner en orden las pertenencias del torero. Sus picadores, Cristóbal y Aurelio Cruz, y sus peones de a pie, Rafael Cuesta, Lili y Sánchez Araujo, no apartaban la mirada de la puerta cerrada que les separaba de su matador. Todos habían aguantado vestidos de luces ante la enfermería de la plaza durante las casi cuatro horas que permaneció allí tras la cornada.

La primera pregunta

Todos esperaban que los médicos del hospital les dejaran ver al maestro para poder tranquilizar a la familia. Cuando lo vieron, sedado para evitar los tremendos dolores derivados de los grandes destrozos musculares pero consciente, se encontraron con la firmeza de un hombre que lo primero que hizo fue preguntar por el resultado de la corrida, por cómo habían salido los toros de su amigo Gerardo Ortega. Además, les hizo hincapié en que transmitieran su agradecimiento a todos los que se habían interesado por su estado.

La noche en la UCI la pasó tranquila, con algunos picos febriles y los dolores lógicos. La evolución de las heridas hizo posible que ayer el entorno del torero decidiera el traslado a la clínica Quirón de Zaragoza. Desde el propio hospital oscense se confirmaba que el herido estaba «estable y con pronóstico reservado». «Los médicos de Huesca hicieron una labor encomiable», ensalzó Antonio Barrera, aunque se optó por el traslado a Zaragoza para que las heridas «sean controladas por el doctor Val-Carreres, ángel de la guarda en el que los toreros tenemos mucha fe».

Labor de orfebrería

De cualquier forma, la intervención durante más de tres horas en la enfermería de la plaza oscense, a cargo del equipo de Daniel Vacas, fue calificada ayer por fuentes médicas como un «trabajo de orfebrería». Esas mismas fuentes señalaron a ABC que el matador sevillano se enfrenta ahora a un duro proceso de recuperación. Primero sobre la evolución de las heridas, ya que evitar cualquier complicación infecciosa es clave en las próximas horas; y después sobre la propia recuperación de esos músculos maltrechos. Sin dar fechas sobre el restablecimiento, afirman que «no será un periodo corto», si bien reconocieron que los toreros «están hechos de una pasta especial y que no son pocos los ejemplos de reapariciones casi milagrosas». 

Solo un repaso al parte emitido, esas tres trayectorias de 30, 20 y 15 centímetros, ese más de medio metro de carne desgarrada, puede dar una idea del trabajo que supuso su recomposición en la enfermería.

«Fueron momentos de mucha tensión y angustia», confesó a ABC Barrera. El apoderado, con la voz tenue tras un duermevela de llamadas y preocupación, recordaba la cogida como un instante «espantoso: al tenerle tanto tiempo colgado del pitón temimos lo peor, por fortuna no afectó a ningún vaso importante y hay que dar gracias a Dios». El gesto de dolor de Morante denotaba la gravedad de la herida, que no le ha hecho mella en su estado de ánimo: «Cuando se torea con tanta pureza y verdad, los toros cogen. Y él está en un momento inconmensurable». 

Tanta es su fortaleza de espíritu y tanta moral le dan las innúmeras muestras de apoyo recibidas que Morante aseguraba ayer que está «deseando volver a torear cuanto antes». Eso sí, cuando esté listo «al cien por cien» para el arte y la guerra. La recuperación se prevé «larga y muy costosa por los fuertes destrozos musculares de un cornadón de caballo», según su entorno.

Adiós a las ferias de agosto

Respecto a los tiempos de convalecencia, Antonio Barrera dijo que «es pronto para hablar de plazos y de reaparición, estas primeras horas son esenciales». Lo que sí parece seguro es que las ferias de agosto (Bilbao, Almería, Málaga, Cuenca o El Puerto) se quedán descabaladas sin Morante, pieza esencial de la temporada y autor de las faenas más toreras. Las empresas tienen una importante papeleta para «reconstruir» carteles con un torero de difícil sustitución. Al fondo aparece la Goyesca de Ronda y los seis toros. «Aún es pronto para aventurar nada...»

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