FERIA DE LA PEREGRINA
El sevillano, que cortó una oreja de su primero, cuaja una faena soberbia al quinto y pierde el triunfo con la espada
José María Muñoz
El torero francés pasea un apéndice de cada toro de su lote y se convierte en el primer triunfador del abono.
El segundo fue un toro de buena condición, con
calidad y Morante lo cuajó de salida en un buen recibo a la verónica y
un quite por chicuelinas de mucho sabor. Faena templada, parsimoniosa y
de buen gusto por ambos pitones. El sevillano dejó detalles de enorme
torería y belleza dentro de un conjunto variado en el que brilló su
toreo sobre la izquierda. Naturales despaciosos y de notable trazo.
Remató de estocada trasera pero tardó en doblar el alcurrucén, quedando
el premio en una oreja. El quinto fue el toro de mejores prestaciones
del encierro. De nuevo el de la Puebla se gustó con la capa en verónicas
preciosas y un quite por chicuelinas marca de la casa. El sevillano
bordó literalmente el toreo en una faena soberbia por su naturalidad,
gusto y compás. Toreó muy despacio sobre la diestra ante un toro que
persiguió el engaño con calidad y buen son. Hubo momentos para la
inspiración y la improvisación. Cinco pinchazos previos a una estocada
le privaron de cortar las dos orejas.
Otro trofeo logró Sebastián Castella del tercero, un toro abanto en los primeros compases de la lidia pero al que el francés recogió muy bien en un trasteo lleno de firmeza, quietud y largura. El torero galo aprovechó el buen pitón derecho del animal para construir una labor compacta y templada. La faena al sexto, un toro flojo, la abrió Castella con estatuarios sin enmendarse. Fue faena de oficio y empeño en la que puso la emoción que le faltó al toro. Una estocada trasera le valió un segundo trofeo que le abrió la puerta grande.
Enrique Ponce saludó una ovación tras despachar al primer alcurrucén de la tarde, un toro noble y manejable pero de escasa emoción y fuerza. El valenciano puso todo de su parte en un trasteo en el que destacó su técnica, pulcritud y templanza, fundamentalmente en el toreo en redondo. No tuvo suerte con el cuarto, un toro flojo y justo de fuerzas ante el que el valenciano lo intentó por ambos lados pero el lucimiento fue imposible.
Pontevedra, sábado 3 de agosto de 2013. Toros de Alcurrucén, bien presentados, nobles y de buena condición aunque justos de fuerza. Destacó por su calidad el quinto. ENRIQUE PONCE: Ovación con saludos y palmas; MORANTE DE LA PUEBLA: Oreja tras aviso y vuelta al ruedo tras aviso; SEBASTIÁN CASTELLA: Oreja y oreja con petición de la segunda; Entrada: Algo más de tres cuartos. Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria de las víctimas del accidente ferroviario de Santiago de Compostela.
Otro trofeo logró Sebastián Castella del tercero, un toro abanto en los primeros compases de la lidia pero al que el francés recogió muy bien en un trasteo lleno de firmeza, quietud y largura. El torero galo aprovechó el buen pitón derecho del animal para construir una labor compacta y templada. La faena al sexto, un toro flojo, la abrió Castella con estatuarios sin enmendarse. Fue faena de oficio y empeño en la que puso la emoción que le faltó al toro. Una estocada trasera le valió un segundo trofeo que le abrió la puerta grande.
Enrique Ponce saludó una ovación tras despachar al primer alcurrucén de la tarde, un toro noble y manejable pero de escasa emoción y fuerza. El valenciano puso todo de su parte en un trasteo en el que destacó su técnica, pulcritud y templanza, fundamentalmente en el toreo en redondo. No tuvo suerte con el cuarto, un toro flojo y justo de fuerzas ante el que el valenciano lo intentó por ambos lados pero el lucimiento fue imposible.
Pontevedra, sábado 3 de agosto de 2013. Toros de Alcurrucén, bien presentados, nobles y de buena condición aunque justos de fuerza. Destacó por su calidad el quinto. ENRIQUE PONCE: Ovación con saludos y palmas; MORANTE DE LA PUEBLA: Oreja tras aviso y vuelta al ruedo tras aviso; SEBASTIÁN CASTELLA: Oreja y oreja con petición de la segunda; Entrada: Algo más de tres cuartos. Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria de las víctimas del accidente ferroviario de Santiago de Compostela.
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