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martes, 24 de septiembre de 2013

Y Fandiño volvió a hacer el camino de Las Ventas



rosario pérez

El protagonista de la Feria de Otoño arropa a la savia nueva de la Fiesta antes de su doble reto en Madrid

Ciento veinte días después, Iván Fandiño holló de nuevo Las Ventas. Tres mil horas más en el rictus de seriedad que da tal escenario, mezclado con sonrisas ante las felicitaciones y los agradecimientos de los jóvenes a los que arropó en la presentación del camino hacia la Monumental.
La savia nueva del toreo principiará su verdadera senda el próximo 6 de octubre en una novillada matinal guarecida por Víctor Zabala, incansable buscador del futuro de la Fiesta, bajo la dirección de la empresa Taurodelta y la Comunidad de Madrid. Manolo Martínez Erice y Carlos Abella le expresaron su gratitud después de que aquel expresara su deseo de que «esta corriente juvenil encuentre su sitio en esta plaza y tenga vida en ella» en una mañana «en la que tenemos el honor de contar con el respaldo de Fandiño».

Las primeras hierbas

Cuatro meses después, Iván el Orduñés volvía a ser el hacedor del camino. «Veo estas caras de ilusión y me reflejo en ellas; retrocedo en el tiempo, pues yo también he recorrido el largo camino de los sueños y de las metas. Sé lo que es comer las primeras hierbas y soy consciente de lo que cuesta, por eso os aconsejo que no ceséis nunca de amar y respetar la profesión y que vayáis por el camino recto y con la verdad por delante», esgrimió el vasco, que regaló una camisa de torear a cada uno de los integrantes a la final del certamen de novilleros.
Los flashes apuntaban sus gestos y las cámaras seguían sus movimientos. Un juego de luces y sombras se mezclaba en el paseíllo de un inventor de emociones en San Isidro, del héroe caído. Allá donde derramó su sangre el 22 de mayo. Acá, en el umbral de la mismísima Puerta Grande que una cornada le impidió soñar en el latir de la primavera y que bombea en su interior en el Otoño madrileño.

La espada como secreto

En ese misterioso portón se desarrolló el acto. Algunas secuencias parecían salidas de aquella primera novela de Paulo Coelho, «El Peregrino (O Diário de um Mago)». Fandiño no hacía el camino de Santiago, sino la ruta de Las Ventas, donde esos fenómenos sobrenaturales creados por seres de piel humana se acrecentan. La espada como elemento común y secreto.
En ese reencuentro con Madrid, a falta de diez lunas para su viaje al corazón de la plaza en la que derramó su sangre, parecía experimentar «el acto de renacer». La vida sentida ya en un verano de altas cotas, como Bilbao o la última de Logroño. Pero el tesoro más codiciado se hallaba a sus pies, esa Puerta Grande que, de blanco y broncíneo camel, lo vestía de «Alquimista». Coelho escribió su obra cumbre en dos semanas, apenas lo que le falta a Fandiño para acercarse al doble reto que le aguarda. El brasileño triunfó porque, según él mismo sentenció, la letra estaba ya tallada en su alma. Y dicen que cuando se camina por la verdad el toreo es alma...

El gran día de la juventud taurina

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