Alfonso Santiago / 6TOROS6
Puedo imaginar la tremenda tristeza de Diego Ventura al perder a Pegaso, un caballo que, desde ya, forma parte de la historia del rejoneo. La pena es que la muerte le ha llegado demasiado pronto, sin dejarle a su jinete disfrutar de las muchas tardes importantes que, de no haberse cruzado en el camino la fatalidad, ambos podrían haber cuajado juntos. Le quedaba mucha historia por delante a este aún joven caballo lusitano, con el hierro del propio Ventura, pero dos fatales tumores en el pulmón precipitaron un final indeseable.
Diego Ventura a lomos de Pegaso en Albacete. |
Este tordo rodado, cuidado al máximo por Diego hasta su último aliento, forma parte de ese olimpo ideal de los mejores caballos toreros. Recuerdo perfectamente cómo a las pocas horas de cuajar este mismo año una de las tardes más importante de su carrera, la de la encerrona con seis toros de Fermín Bohórquez en la Maestranza, Diego me reconocía con enorme satisfacción que Pegaso era una obra suya, pues como me dijo el sevillano: "Pegaso ha salido de mi casa y me siento muy orgulloso de ello. Además, puedo decir que es un caballo de época, porque reúne cosas de los cuatro o cinco mejores caballos de la historia".
Ese era Pegaso, un caballo de banderillas al que hace dos meses una más que llamativa pérdida de masa muscular puso en alerta a Diego Ventura. No tuvo más remedio que apartarlo de la temporada y entregarlo a las mejores manos veterinarias. Todo el esfuerzo estuvo encaminado a que el equino pudiera superar esa fatídica enfermedad que, desgraciadamente, le llevó a la muerte.
Pero como siempre ocurre con los más grandes, con los que son capaces de dejar una huella indeleble en el recuerdo, la expresión y la fuerza de este animal tendrán que estar siempre presentes cuando se hable de la carrera de Diego Ventura. Por muchos capítulos que haya escrito ya, por muchos capítulos que aún le queden por escribir a este gran rejoneador, será inexorable recurrir al recuerdo de Pegaso para hablar de ese paso de más que Diego fue capaz de dar en su trayectoria a lomos de este caballo.
Seguramente, en el recuerdo íntimo de Ventura habrá muchos momentos inolvidables de esa preparación intensa, paciente, a fuego lento, en la que Pegaso se fue haciento torero gracias a la mano de su dueño. Esa simbiosis entre hombre y caballo desembocó en un equilibrio perfecto de fuerza, valor y expresión, siendo capaces ambos de marcar una dimensión diferente, de ahí su trascendencia, de ahí su aportación al toreo con esos quiebros deslumbrantes en los que antes de clavar, el caballo iba hacia atrás en línea recta cuando el toro arrancaba para hacer presa, dándole todas las ventajas, apurando hasta el último instante para batir, demostrando, e insisto en ello, un valor descomunal.
En Huelva, Ventura gran tarde con Pegaso |
No hay comentarios:
Publicar un comentario