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domingo, 19 de enero de 2014

Saldívar y las facetas de una realidad

    
La espada le impidió un triunfo mayor
Jorge Raúl Nacif | Foto: JRN. Al Toro México

Arturo Saldívar es una realidad… está convertido en un estupendo torero y la tarde de este domingo mostró las facetas que lo avalan como tal, pues en una primera instancia dejó patente la raza que se necesita para caminar en esta dura profesión, mientras que después brindó ese torero ligado y de clase que tanto gusta a los públicos.

La faena de mayor calado fue la que consiguió ante su segundo, un toro melocotón de pinta que llegó con movilidad al tercio mortal y que al inicio embestía como una maquinita, lo cual no lo hacía sencillo de templar. Saldívar inició con el péndulo en los medios y después le fue encontrando el pulso a las boyantes embestidas del toro de La Joya.

Con empaque y verticalidad comenzó a endilgar los derechazos, mostrando ya ese concepto que ha ido definiendo, sentado en los riñones y sacando el pecho, atemperando los trazos y cuajándolos con gran ligazón. Al natural no lo vio claro el torero, pues el viento lo molestaba y con la muleta desarmada la complicación es mayor, aunado a que el ejemplar no contaba con la misma claridad por este pitón.

Y así, para mantener el tono inicial de la faena, el diestro surgido de Tauromagia Mexicana volvió a tomar la sarga con la derecha, llevando acompasadas las embestidas de un ejemplar que fue perdiendo un poco de gas, fiel a la característica de su encaste español. Lo que no perdió fue la exigencia, ante un Saldívar que anduvo centrado y sin realizar mayores adornos para aderezar una labor que culminó con bernardinas, no sin antes torear por dosantinas que fueron muy aplaudidas.

Pinchó en su primera oportunidad con la toledana y liquidó de tres cuartos caídos, para que el juez atendiera la petición y le otorgara una oreja. Mientras tanto, los restos del toro fueron llevados al desolladero en un arrastre lento que fue pedido y bien aceptado por el grueso del respetable.

Al castaño que hizo primero de su lote le pegó buenos naturales, pero tuvo que tirar de raza cuando comenzó a quedarse corto y regateaba las embestidas, mirándole los muslos. Saldívar se mostró valiente y firme, con sitio, pisando terrenos comprometidos y extrayendo pases de mucho mérito, lo que le granjeó en las ovaciones de los tendidos. Al final, falló con el acero y todo quedó en una sonora ovación desde el tercio.

Diego Silveti pudo haber tocado pelo ante el sexto, pero la espada se lo impidió. El jabonero se movió y metía la cabeza con cierta calidad, transmitiendo. De largo se arrancó el burel al inicio del trasteo y Diego comenzó toreando con sabor llevando la muleta en la derecha, ligando y reponiendo el terreno justo.

Los naturales tuvieron dimensión, aguantando en algunos de éstos cuando el toro se llegó a frenar, redondeando dos tandas por este perfil. La faena, sin embargo, no alcanzó a  explotar del todo pues hubo algunos altibajos, con momentos de buen torero y temple, y otros en los que parecía la cosa venía a menos, en medio del vendaval que molestó en demasía.

Quieto se quedó Diego en las bernardinas finales, sin espada, en lo que fue un emocionante final de faena, pasándose cerca los pitones. El primer espadazo fue muy bajo y no tuvo efectos, de tal manera que liquidó hasta el segundo intento y se retiró entre palmas. A destacar que, en este toro, el subalterno Cristian Sánchez puso al público en pie tras un galleo seguido de un par en todo lo alto.

Su primero (que no fue del encaste español Domecq) fue un ejemplar que no contaba con mayor transmisión y que era tardo al momento de los cites. Diego anduvo insistente, pero las condiciones adversas no permitieron que el tema lograra despegar.

Juan Pablo Sánchez realizó una faena con mucho temple ante el primero de la tarde, toro que tenía clase pero poca fuerza. El hidrocálido dio muestras de ese temple tan especial que atesora, pulseando magníficamente las embestidas por el pitón derecho y regalando también naturales de bella factura. La posibilidad de la oreja se esfumó al fallar con el acero.

El segundo tuvo escasa fuerza e, incluso, a media faena se echó y ya no se levantó “por nada de este mundo”, y al parecer se lastimó una de las manitas. Al ser imposible ponerlo en pie, el juez autorizó que el astado fuera apuntillado. Bajo estas circunstancias, Juan Pablo determinó regalar un toro.

De Vistahermosa fue el toro, mismo que ofreció muy pocas opciones de lucimiento pues, aunado a su debilidad, acudía con sosería. A destacar la actitud del hidrocálido, que pegó un par de naturalazos en lo que fue el mejor momento de su actuación delante de este séptimo ejemplar.

Para ser sinceros esperábamos una mejor entrada para este cartel de las “Tres Eses”. Naturalmente que estos toreros son todavía muy jóvenes, pero la proyección que han manifestado en ruedos de México y Europa es digna de resaltar y tomar en cuenta.

Ficha
México, D.F.- Plaza México. Decimocuarta corrida de la Temporada Grande. Unos diez mil aficionados, en tarde fresca y con molestas ráfagas de viento. Seis toros de La Joya (de encaste Parladé, salvo el 3o.) bien presentados y variados de pinta, con poca fuerza en su conjunto y de juego desigual, entre los que destacaron 5o. y 6o., premiados con arrastre lento. Uno de Vistahermosa (7o.), lidiado como regalo, de poco juego. Pesos: 486, 485 520, 500, 490, 475 y 480 kilos. Juan Pablo Sánchez (tabaco y oro): Ovación, silencio luego que el toro fuera apuntillado tras echarse y no poder levantarlo, y palmas en el de regalo. Arturo Saldívar (azul noche y plata): Ovación y oreja. Diego Silveti (verde manzana y oro): Silencio y palmas. Incidencias: Saludaron desde el tercio los subalternos Gustavo Campos (1o.), Gabriel Luna (5o.) y Cristian Sánchez (6o.) por sendos pares de banderillas.

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