El primero mansea, distraído. Manzanares brinda a su maestro,
resuelve con tranquilidad los problemas, brilla en banderillas con
«Farruquito» pero el rejón de muerte queda trasero y atravesado. El
último se desentiende del caballo, de salida, pero luego pega arreones.
Lo lidia bien Manuel con el precioso «Príncipe» pero el toro no es fácil. Tiene la desgracia de descordarlo pero deja buena impresión.
La hermosina
Hermoso de Mendoza,
que luce una llamativa casaca roja, realiza una brillante y completa
faena en el segundo. Entusiasma con «Disparate» en su nueva suerte,
bautizada como la «hermosina», que todavía no se había visto en Madrid:
hace cambios espectaculares en la cara del toro, alternando los dos lados (una
especie de galleo, usando el caballo como capote). Con «Pirata», clava
certero las banderillas cortas y mata trasero: primer trofeo de la
tarde. El cuarto es mansurrón, muy deslucido. «Dalí» baila en la cara
del toro; «Viriato» le pega «muletazos» en terrenos comprometidos. Falla con los aceros (su único punto débil, últimamente).
El tercero es paradito, obliga a Sergio Galán
a esforzarse: clava de frente con el tordo vinoso «Ojeda»; da
espectáculo con el elegante bayo «Trópico», que eleva las manos en la
cara del toro. También mata trasero: oreja. Un gallo que
le han tirado se escapa y da lugar a una pintoresca «cacería» con
capotes, que divierte al público, hasta que se mete por el callejón.
Recibe Sergio a portagayola al quinto, que sale alegre, con pies. Con «Apolo»,
su estrella, lo desafía de muy cerca, clava certero a dos manos. Con
«Óleo», mata de un rejón fulminante. Como la faena ha tenido emoción,
además de brillantez, y el final ha sido espectacular, se le conceden las dos orejas y abre la Puerta Grande.
Triunfa merecidamente Galán, recibe un fuerte impulso su carrera. Deslumbra Hermoso de Mendoza, en una primorosa faena.
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