Destacado debut de Del Álamo en La Maestranza
E. NARANJO,
Sevilla
El primero se apagó, el segundo tuvo
chispa y carbón, el tercero tuvo calidad, el cuarto sacó un gran fondo,
el quinto fue toreable hasta que se rajó, y el sexto tuvo un puntito de
sosería.
Juan del Álamo manejó
perfecto el capote en su recibo al toro de su presentación en Sevilla.
Ganó terreno en cada lance, meció bien la bamba y remató con buena media
a un toro al que le hizo las cosas a favor desde el principio. Lo cuidó
mucho en el caballo, casi sin picar, y el toro sdacó prontitud y quería
las cosas con distancia. El correspondiente va por ustedes muleta en
mano y a torear pronto y por derecho. Juan supo hilvanar una faena a más, de altura,
en la que arrastró la muleta muy por abajo, llevando el toro embebido, y
éste embistiendo con mucha transmisión. Al natural se rompió con él, le
dio tiempos en el momento justo, toques precisos, y le sacó un
tranquito más con profundidad y hondura. Faena en la que Sevilla estuvo
muy metida, y hacía que pensar triunfo fuerte. Muy espeso con los aceros
y recogió una ovación con rabia.
El quinto fue un toro que también sacó
dosis de toreabilidad, quizás por las ansias de amarrar pronto el
triunfo; le atacó muy pronto, le apretó mucho y pronto cantó el mansito y
se rajó. Lo que hubo fue muy bueno, incluso sonó la música, pero nos
dejó con la miel en los labios. Lo mató a la primera.
Otro que pudo claramte tocar pelo fue Nazaré.
Con el primero demostró el buen oficio que tiene el nazareno, un toro
que fue con diferencia el peor del encierro, puesto que no pasaba de la
mitad del viaje. Aun así, Nazaré dejó clara su actitud de firmeza.
Al cuarto, toro largo, con mucho cuello, que colocó la cara muy bien siempre, Antonio lo entendió perfectamente y también instrumentó una faena en linea ascendente, basada principalmente en la muy buena zurda que tiene el sevillano.
Encajado, sabiendo esperar al toro incluso cuando ya venia con menos
fiereza y llevándolo muy largo, se entregó con la diestra, y las últimas
tandas por ese pitón hicieron crugir a la plaza. Pero dejó dos
pinchazos y la cara hasta el suelo de Antonio dejaba ver su frustración.
Silveti tuvo un toro
con aires mexicanos, abierto de sienes, despegado del suelo, quería
distancia entre muletazos, lo que hizo Diego con mente despierta. Faena muy bien estructurada, pero el toro carecía de transmisión aunque no de nobleza.
Con el sexto vivió momentos de apuro con
un toro que se freanaba y apretaba para adentro. Sacó lo mejor de sí,
cambió constamntemte por uno y otro pitón, encajado y cruzado al pitón
contrario, pero no fue el toro propicio para el triunfo. Le faltó motor y
no soltar la cara.
Y así se cerró una tarde sin trofeos en
la que, si se llegan a meter las estocadas, el esportón hubiese salido
plagado de orejas.
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