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sábado, 7 de junio de 2014

Caballeros sin espadas en la penúltima de San Isidro

En el último festejo de rejones, alternan seis caballeros: un tipo de cartel que me agrada poco y parecía estar ya superado. El desfile no añade variedad. Por número, ganan cuatro a dos los portugueses a los españoles. Anecdóticamente, se repite tres veces el apellido Moura (dos caballeros y la ganadera). Las reses dan excelente juego. Los seis jinetes realizan faenas lucidas pero fallan al matar: no hay trofeos.
Raúl Martín Burgos, de Leganés, sabe ya lo que es abrir las Puertas Grandes de Madrid y Sevilla. Embiste con nobleza el primer toro. Se luce en los pares al violín con «Uruguay» y clavando a dos manos con «Sol».

Rui Fernandes lidia con temple, con «Quiebro»; con «Único» se adorna con piruetas, en la cara del toro.
Mariano Rojo, de Cadalso de los Vidrios, confirmó en San Isidro, hace un año, cortando oreja. El tercero es el de más peso, 627 kilos, pero se mueve. El tordo «Goya», su estrella, emociona al galopar de lado.
Moura Caetano, hijo de Paulo Caetano, «Señor del toreo portugués», realiza una faena técnica y entusiasta, deslucida por la flojedad del toro. Brilla con «Temperamento» en quiebros y llevándolo prendido a la grupa. 

Joao Moura es el hijo del mítico «Niño Moura». Hace poco, desató las iras de los antitaurinos lusos. Se muestra fácil y seguro al clavar. Con «Jaque Mate», da verdaderos «muletazos».
Francisco Palha, primo de los Telles (una familia con seis rejoneadores), es discípulo de Diego Ventura. Sufre una peligrosa caída con «Ordóñez» y hace vibrar al público, en una faena entusiasta. 

El resumen es el título de la clásica película de Frank Capra y James Stewart, en plural: «Caballeros sin espadas».

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