Épica victoria
contra las cuerdas
José Tomás corta las orejas en el último toro de su
reaparición tras una brutal paliza / Volvió de la enfermería donde entró
inconsciente / Fue atendido de una contusión en la parrilla costal izquierda y
una conmoción cerebral y fue trasladado al Hospital donde se le diagnosticó una fractura con desviación de la
séptima costilla izquierda, / Firme tarde de
Rafael Cerro.
ZABALA DE LA SERNA
Veintiún meses y tres días después de la ascensión de Nimes,
José Tomás bajó a los ruedos. En
la tierra de Morente, por quien aún lloran los gitanos del Albaicín, y Estrella
por siempre con su voz de Guadalquivir, el fenómeno de Galapagar invadió la Monumental de Granada,
la que llaman de Frascuelo y
otros Maestranza, con una legión de fans que antiguamente se decían partidarios.
La ovación tributada al deshacerse el paseíllo sonó a delirio fanático por el
griterío incorporado, en plan salida a escena de los Rolling. JT compartió
con Rafael Cerro y Finito de Córdoba
el aliento de la masa. Finito acaparó entonces, antes y luego, todas las
miradas con unas medias blancas así como de Farmacia para la circulación y las
varices.
En su papel de telonero, Juan Serrano calentó
motores sin calentarse nunca en una faena de tiralíneas (lejanas) con un
precioso burraco que se desplazó más sobre la mano derecha que por la
izquierda. De Victoriano del Río
fue. Prólogo y epílogo resumieron la torería a golpe de muñeca.
Sonó la hora de José Tomás y el temple se hizo
Corpus a la verónica con un castaño de Domingo Hernández desriñonado y malandado
de los cuartos traseros. Galleó por
chicuelinas el reaparecido y adelantaba el toro sin sincronía. La gente
se mosqueó, y el presidente exigió que
lo movieran para hacerle un examen veterinario y devolverlo.
Al sobrero de Juan
Pedro Domecq se le fundían sus acaramelados pitones con su pinta jabonera. Una monada. JT se plantó
pronto e intercaló verónicas y chicuelinas tragalonas con el toro en fase de ataque con las manos
por delante. La fuerza desapareció pronto: en un lance de Cubero los
cuernos se enterraron en la arena y sucedió que las puntas se las tragó la
tierra.
Careció el juampedro
de ritmo en su tardanza y de clase en su juego tras la muleta de José Tomás.
A media altura lo esperó, lo trató con mimo y tersura en tres derechazos y en
otros tres mediada la recolocacion. Concedió respiros entre series. Cuatro
redondos y una trinchera bellamente incompleta. La banda rompió a tocar antes que
la faena, y los seguidores místicos la mandaron callar. JT se enfadó, se giró
hacia el director y con la espada
simulada le ordenó la batuta: ¡música,
maestro! Pero no había concierto. El toro
tardeaba, se resistía o se aflojaba. La izquierda apuró la embestida en
tanda en do mayor, cuando el bicho se
paró en mitad del viaje y el de Galapagar lo aguantó hasta vaciarlo. La plaza eclosionó de verdad. Ya era el final.
Una estocada rinconerilla, y necesitada del
descabello por su colocación trasera, entregó el premio a la constancia.
Rafael Cerro toreaba la tercera corrida de su carrera y había sido el elegido por JT
para cerrar cartel. Correspondió Cerro
con un brindis al maestro compartido con Finito
por cortesía. No defraudó. Salvo en una
serie zurda en que se dejó tocar la muleta por el toro de Domingo Hernández, supo cogerle el
punto a sus dos velocidades, dejársela en la cara y hacerle todo por abajo.
Hasta que se paró y el chaval insistió más de la cuenta. Sólo el espadazo
mereció el premio.
Después del descanso, el descanso siguió con un toro
de don Domingo tan
voluminoso como rajado. Finito lo persiguió en una
infructuosa vuelta al ruedo.
José Tomás bordó el toreo a la verónica con un quinto engatillado de Victoriano del Río que era un tío
largo y montado de 580 kilos como no se habrá visto en esta plaza. La media iluminó
gloriosamente Granada. Apostó JT por no castigarle cuando había poder
por pulir. La muleta fue látigo y seda desde los estatuarios iniciales. Nunca
se entregaba el toro en la medida que lo hacía el torero. Sin terminar de
humillar el bruto, que como tal embestía, a pies juntos concluía una faena de
valor y pureza. De mucha verdad. Pero al rematar la última serie con el de
pecho o le perdió la cara o quiso José Tomás ir a por la espada. El
torazo traídor ya clamaba por los adentros y arremetió por la espalda y se lo
pasó de pitón a pitón en el aire. Lo giró como un muñeco y lo reventó contra el
suelo. Literalmente. JT quedó inerte en el suelo. K.O. Sin reaccionar.
Se temía lo peor. Entre las cuadrillas lo agarraron. La cabeza caída. Entraron
en la enfermería todos. La angustia, el miedo, el dolor.
Finito intentó matar al toro, que seguía con la testa por la Alhambra. Y en estas
regresó José Tomás cómo si le hubieran dado a oler amoniaco en la esquina.
Contra las cuerdas. Como a los grandes del 'box'.
Y lo mató como pudo. Y cortó las orejas que antes del volteretón se presentían.
Entre gritos de «¡torero, torero,
torero!» el paseo al ruedo triunfal. Bestial el amor propio, el orgullo, la
casta. Eran casi las diez de la noche y José Tomás volvía a ver la luz
de la épica.
Cerro lo dio todo con un
sexto muy mirón, pero obediente, desde los faroles con del saludo y las
saltilleras del quite. Muy firme el tipo, que se embolsó otra oreja pese a los
pinchazos.
Quisieron sacar a José Tomás a hombros. Mas el
cuerpo no estaba para otra paliza. Rafael Cerro se solidarizó mientras
al maestro se lo llevaban otra vez a la enfermería y de ahí al hospital.
Parte médico de José Tomás: Durante la
lidia del quinto toro resulta alcanzado el diestro José Tomás Román Martín
en un lance del que es atendido al final
del festejo en esta enfermería apreciándosele una contusión en la parrilla costal izquierda con
posible fisura de los últimos cartílagos costales, asimismo una conmoción cerebral
aparentemente superada al ser la exploración neurologíca normal. Para conformar
estos hallazgos se decide su trasladado a un centro hospitalario para realizar
oportunos estudios radiológicos complementarios. Firmado: El jefe de servicio
médico quirúrgico doctor Pablo J Tome Poyatos.
El doctor Pablo Torné, cirujano-jefe de la Monumental de Frascuelo, ha declarado a este medio que 'tras el estudio radiológico realizado esta noche al diestro José Tomás
en el Hospital Clínico San Cecilio se le
diagnostica una fractura con desviación de la séptima costilla izquierda, de pronóstico menos
grave'. Al final del festejo se le había apreciado 'una contusión en
parrilla costal izquierda con posible fisura de los últimos cartílagos
costales, así como una conmoción cerebral aparententemente superada, al ser la
exploración neurológica normal. Para
confirmar estos hallazgos se decide su traslado a un Centro Hospitalario para realizar
los oportunos estudios radiológicos y complementarios', informa mundotoro.
FICHA DEL FESTEJO
Monumental de Frascuelo. Jueves, 19 de junio de 2014.
Corrida del Corpus. Lleno de "no
hay billetes". Tres toros de Victoriano del Río (un 1 de
mejor pitón derecho, un tío el montado y bruto 5 sin humillar y hechurado un 6
mirón pero obediente) y tres de Domingo Hernández (2º devuelto por sus
lastrados cuartos traseros, un 3º humillador y vibrante pero sin final y un 4º
voluminoso y rajado); un sobrero de Juan Pedro Domecq, recortado, bajo,
de pobre cara y fuerza, manejable sin clase ni ritmo.
Finito de Córdoba, de rioja y plata con medias blancas. Dos
pinchazos, estocada caída y tres
descabellos. Aviso (silencio). En el cuarto, media estocada baja y trasera
(silencio).
José Tomás, de tabaco y oro. Estocada desprendida y
trasera y descabello (oreja). En el
quinto, un pinchazo de Finito, otro de José Tomás y media estocada
atravesada (dos orejas).
Rafael Cerro, de blanco y plata. Estocada (oreja). En el
sexto, dos pinchazos y estocada (oreja).
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