Perera impresiona y Morante enamora
Campos sale en hombros mientras Juli da una lección de capacidad
MARCO A. HIERRO,
Badajoz
Llegaba la monstruo de Badajoz en el segundo día de feria para que el pacense Tomás Campos tomase una alternativa de campanillas con toros de Garcigrande y con Morante, El Juli y Perera como compañeros de cartel.
Con facilidad y compostura recibió Campos a la verónica al toro de su alternativa, que apretó con fijeza el peto en medido castigo. Feble la condición del Garcigrande
en el quite por chicuelinas de Campos, de mucha suavidad. Y no le pudo
la responsabilidad de la tarde para asentarse en el ruedo con parsimonia
y disfrutar cada segundo de la tarde. Le consintió mucho al animal,
noble y de buena condición, pero muy justo en el fuelle y en la emoción.
Con suavidad y pulso anduvo con él el pacense, sin una prisa, sin una
urgencia. Lo mató de buena estocada y cortó sus primeras orejas como
matador de toros.
El viento y la remisión a irse para adelante del segundo dejaron el saludo de Morante
en un par de verónicas, a la que añadió la extraordinaria media con que
lo puso al caballo. Muy torero fue el inicio de doblones a dos manos,
imponiendo y sometiendo al áspero Garcigrande, que limó
un punto su brusquedad, pero no encontró clase ni ritmo para embestir
al de la Puebla en un trasteo más firme que pinturero. Le buscó las
vueltas con eficacia y le dejó una estocada que fue suficiente para
acabar con brevedad.
Fue más lidiador que brillante el saludo de Juli al negro tercero, que humilló y tuvo desliz sin ritmo en el percal para luego emplearse abajo con un pitón en el caballo de Diego Ortiz.
En el quite le deletreó Julián las chicuelinas y al ralentí dibujó la
tersura de la larga cordobesa. Pero fue de autoridad y de poder la faena
de muleta, en la que fue midiendo cada arrancada, cada vez más
reponedora, hasta imponerse del todo peleándole cada centímetro al de Garcigrande
hasta arrebatarle las cercanías y llegar al tendido a base de exponer.
Lo mató de estocada y descabello y paseó una oreja por otra que negó el
palco.
Hasta los medios se fue Perera
lanceando con mucha seguridad al sardo cuarto, de imperiosa salida y
repetición constante en el percal, que se partió en un burladero la
punta del pitón. Con tafalleras y cordobinas varió Perera el quite,
abrochando con airosa revolera. Pero tuvo que convertirse en enfermero
para mantener en pie la arrancada feble del toro, siempre a media
altura, con el temple al máximo para no dejarse tocar los engaños
mientras pasaba el animal despacio delante de él, más por su falta de
fuelle que por su entrega. Pulcro y capaz el extremeño, la falta de
enemigo dejó su premio en ovación.
De empaque, lento vuelo y pecho entregado fue el manojo de verónicas excelsas con que recibió Morante
al quinto, más terciado, más alto, más zancudo. Y repitió en el quite
el sevillano con lentísimos lances y personal media. Y fue la faena la
obra personal de un genio, que deja su impronta a retazos intensos y
sentidos, de máxima emoción por la belleza inenarrable. Metió Morante el
mentón en el pecho y mató abajo el vuelo para dejar que se disparará
con la clase humillada del Garcigrande, entregado,
duradero, bueno. Fue el trasteo un compendio de armonía sin perder
pasos, imponiendo el tempo y el carril, tomando su tiempo para todo
hasta sonar un aviso aún muleta en mano. Pero lo pinchó, y la estocada
corta posterior no dio más que para un trofeo.
Le costó mucho entregarse al sexto en el capote que manejó con seguridad Juli ante los frenazos del animal, brusco al trato, que ya le cortó el viaje a Álvaro Montes
en banderillas. Se lo reservaba todo el colorao para dejar el violento
punteó en los finales, la incierta arrancada y la medida constante para
que lo mandase Juli largo con suprema autoridad. Le consintió las
aviesas revueltas con asentado poder y le impuso su ley para terminar
dominando la voluntad del bicho. Pinchó, sin embargo el madrileño un
trasteo que quedó sin premio.
No se entregó ni sacó ritmo el séptimo en el percal de Perera,
que quedó inédito en el saludo. Midió mucho el castigo en varas el
extremeño con el amplio castaño, que hizo hilo con mucho poder en
banderillas, donde se desmonteró Joselito Gutiérrez.
Infinita suavidad le dio Perera en el inicio a la aspereza del animal
hasta que lo fue convenciendo, abriendo el compás dejando derechazos de
larguísima dimensión sin que le rozase el trapo el impetuoso toro.
Aplastado al natural, tocando con precisión, con perfección en el trazo y
con sereno valor para quedarse en el sitio, para pasar la línea sin
darse importancia. Lo reventó de un estoconazo y paseó rotundo las dos
orejas.
Un tío era el castaño cierraplaza, que tuvo carbón y fuelle para desarmar a Campos
en el saludo, empujar con riñones y fijeza en el penco y arrancarse con
un punto de genio en banderillas, pero con mucha transmisión. Fue duro
en la muleta para el chaval, que puso todo de su parte para imponerse al
exigente y complicado animal, que repuso con saña y exigió un oficio
que aún no tiene Campos. Si tuvo, por contra, disposición y voluntad
para matarlo con decoro.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Badajoz. Segunda de feria. Más de media plaza. Toros de Garcigrande,
desiguales de presencia. Noble y humillado el feble primero; deslucido y
sin ritmo el montado segundo; exigente y reponedor con poder el
tercero; sin fuelle ni fondo el sardo cuarto; humillado y con duradera
entrega enclasado el buen quinto; violento, reservón y medidor el sexto;
con brío y fondo el exigente séptimo; exigente y complicado el amplio
castaño octavo.
Morante de la Puebla (verde botella y oro): ovación y oreja.
El Juli (tabaco y oro): oreja y ovación.
Miguel Ángel Perera (verde hoja y oro): ovación y dos orejas con petición de rabo.
Tomás Campos, que toma la alternativa (espuma de mar y oro): dos orejas y ovación.
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