El matador madrileño recupera el toreo clásico, vertical y templado y corta cuatro orejas y un rabo en su regreso a los ruedos por un día en Istres.
Joselito ha salido a hombros de la plaza.
EL MUNDO
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Antes de empezar la corrida que había levantado una gran expectación, Joselito, de nazareno y oro, tuvo que saludar una enorme ovación e invitó a sus compañeros a compartirla. Bravucón, de Garcigrande, herrado con el número 11, fue el socio ideal para a reaparición: muy bonito de hechuras, bajo, precioso, tuvo mucha clase y transmisIón.
Joselito lo toreó a placer en una cumbre digna de su mejor época, mientras que la música tocaba el "himno al amor" de Edith Piaf. Los muletazos se encadenaron con empaque, cadencia, por parte del torero, muy encajado y con tanto sitio como si no lo hubiera dejado. Los dos pinchazos y la estocada envainada que precedieron a una gran estocada no impidieron la concesión de las dos orejas, y se puede suponer, -tan grande era la emoción-, que de haber matado a la primera se le hubiera concedido el rabo.
Muy noble y muy bonito también, el cuarto de Garcigrande embistió con clase y nobleza, lo que permitió a Joselito ofrecer una antología de su mejor toreo, muy encajado otra vez, con cadencia, armonía y temple.
Sobresalió la naturalidad del conjunto y la lentitud de muchos muletazos. Esta vez agarró un estoconazo al primer intento, y el público exigió el rabo que el torero paseó inmerso en un verdadero delirio.
La pregunta del millón es, ahora, saber si esta reaparición será, como anunciado "para un día", o si la tentación de un 'Joselito's Tour' no será la más fuerte. Es de prever que va a recibir numerosas ofertas para incorporarse a la cabeza del escalafón, y si tal es el caso, bienvenido sea este retorno del toreo eterno en los ruedos (como lo fue el de Antoñete a principio de los ochenta, cuando Joselito debutó), a condición que se deje ver también en plazas más serias y frente a toros acordes con su categoría de gran figura. Esta es la esperanza de los aficionados.
Espoleado por la demostración de Joselito, Morante, que, según dijo el primero, fue el «culpable» de esta reaparición, había cortado por lo sano frente al tercero, muy parado, sin clase, e igualmente chico.
Hizo el esfuerzo de meter en su muleta al quinto, precioso también, mansito y violentito, para construir una faena de entrega. Muy centrado y encajado, lo sometió por abajo y consiguió hacerle embestir. Mató de una estocada y dos descabellos, y cortó una oreja.
El toro precioso previsto para la alternativa de Cayetano Ortiz fue devuelto por haberse estropeado los pitones más de la cuenta. No lo pudieron devolver al corral, y el toricantano lo mató, sin hacerlo picar previamente, de tres pinchazos, una estocada y tres descabellos.
Se corrió turno y salió entonces Creído, herrado con el número 29, de Domingo Hernández, y 525 kilos en la tablilla... Joselito y Morante le dieron la alternativa a Cayetano con el seco apretón de mano que acostumbra el padrino. Bajo, muy noble y de escasa transmisión, Creído dejó estar al nuevo matador muy a gusto. Bien colocado, este le instrumentó una faena completa, elegante, dentro de la cual destacaron las series muy encajados por el pitón derecho. Pincho antes de una estocada y un descabello, y cortó su primera oreja de matador.
El sexto, un sobrero algo mejor presentado que los seis precedentes, se dejó torear sin clase y acabó descompuesto. Cayetano lo recibió a portagayola y lo intentó todo en una faena voluntariosa pero sin eco en los tendidos donde el recuerdo del toreo de Joselito y Morante permanecía demasiado potente. Acabó por circulares, y, de haber matado mejor, el nuevo matador hubiera podido sin embargo cortar otra oreja, pero la estocada envainada después de dos pinchazos, y dos puntillazos que levantaron al toro lo impidió.
Con lleno de «no hay billetes» lidiado tres toros de Garcigrande y tres de Domingo Hernández (1° bis, 5º y 6º), chicos, muy bonitos de cara, poco picados y bajos, nobles los dos de Joselito y el de la alternativa, parado y violento el 3º, el último rajado. Joselito, que reaparecía después de 11 temporadas, dos orejas y dos orejas y rabo, Morante, silencio y oreja, Cayetano Ortiz, de Béziers, que tomaba la alternativa, oreja y silencio.
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