¡Qué maravilla ver a un chaval tan prometedor!
La cabeza y el corazón fluyen en sus manos, de sincero juego. La muleta
planchada y adelantada, con un temple sin mácula capaz de ligar y de
tragar. El de La Guadamilla -que lidió un buen conjunto y que debió arrastrarse con menos peludas- repitió con nobleza gracias al oficio y saber de una mente joven pero con la luz de la inteligencia. Dos dobladas con sabor y la mano pronta de los billetes, la izquierda, emprendieron el camino cabal. Tomó luego la diestra, conduciendo el viaje por abajo y rematando atrás,
con cambios de mano de caro valor. Valor natural, bendito sea. Torero
el remate, por los terrenos hondos y a rastras, con el sello del
clasicismo que gusta a la capital. Decisión en la hora final y oreja de
ley. Frente al insípido quinto,
que llegó sin motor, lo intentó y acabó entre los pitones. Quizá con un
poquito más y en una fecha de feria hablaríamos ahora de un triunfo mayúsculo...
El «Saleroso» primero, aun sin humillar del todo,
iba y venía boyante a la muleta de Juan Miguel, que dejó tandas diestras
estimables. Voló las telas al natural en
un fenomenal crujido de muñecas en el cuarto, pero se puso encimista
enseguida. Al entrar a matar sufrió un golpetazo que derivó en un
traumatismo en el abductor derecho, pendiente de estudio radiológico.
Miguel Ángel León dejó detalles personales ante un lote con opciones, sin terminar de hallar el acople con el notable sexto
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