Corresponsal: Jaime de Rivero
(EFE) Lima, Perú. Enrique Ponce ha sido el triunfador de la tercera
corrida de feria del Señor de los Milagros que se celebra en la plaza
de toro de Acho. El diestro valenciano cortó dos orejas, alternando con
Sebastián
Castella (oreja y oreja) y Alfonso de Lima ( aplausos y aplausos), ante
un buen encierro de la ganadería de Roberto Puga, completado con un
pésimo ejemplar de Santa Rosa de Lima.
Ponce
ha alcanzado su onceava puerta grande de Acho, tras cortar las orejas
al cuarto de la tarde, con una faena plena de conocimiento, maestría y
valor, en la que pudo superar las complicaciones del astado al que toreó
con mucho temple, dándole espacio y tiempo con la muleta. Entre
clamores del público, su faena fue premiada con dos orejas. El que
abrió plaza, de la ganaderia Santa Rosa de Lima no se prestó para ningún
lucimiento, mostrando mucho peligro.
Sebastían
Castella cortó una oreja a cada uno de sus toros y salió a hombros,
El segundo era serio pero pegajoso que requería torearlo hacia afuera
tocándolo para no echárselo encima. Castella aprovechó el buen pitón
derecho, siempre acompañándolo porque el toro tendía a quedarse corto,
logrando buenas series de muletazos. Una estocada en lo alto y un
descabello sentenciaron la primera oreja. El quinto fue un toro noble,
con mucha presencia y mucha clase en la embestida. Castella supo
explotar esas virtudes, sobre todo el gran pitón izquierdo. Una estocada
trasera y caída redujeron su labor a una sola oreja.
Alfonso
de Lima tuvo el mejor lote con el que supo salir adelante. El sexto
fue un gran toro, bravo y codicioso, con el que diestro limeño estuvo
dispuesto en todo momento. El propio matador picó al toro para luego
instrumentar un ovacionado quite por navarras que encendieron los
tendidos. Con la muleta aprovechó la nobleza impar de este gran
ejemplar, llevándolo toreado por debajo en varios pasajes. Una estocada
perpendicular y dos descabellos culminaron con su labor. Con el tercero
también logró muletazos de buena factura, sin lograr armar la faena que
el animal permitía.
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