Oreja a la calidad de Fermín Rivera y al valor de Mario Aguilar
MARCO A. HIERRO, México D. F.
Le valió la movilidad del primero a Fermín Rivera
para dejar un ramillete de lances a pies juntos de mucha confianza y
parsimonia, buscando siempre el toreo. Al de Xajay le faltó clase en la
embestida, pero tuvo transmisión en las arrancadas, y fue eso lo que
aprovechó Fermín para embarcar con precisión, templar el trazo y vaciar
con seguridad para ocupar siempre el sitio correcto y quedar colocado
tras las series. Le faltó humillación al animal, pero le apostó
el potosino a bueno hasta que terminó pareciéndolo el animal ante la
aplomada planta, la segura figura y la entrega sin alharacas. Y
a base de consentir terminó recibiendo la entrega del astado hasta
donde lo tenía dentro, dejando una serie rota con la mano diestra y
haciendo que creciese la intensidad hasta llevarse, incluso, una
voltereta en la porfía. Quedó muy trasera la espada y paseó un trofeo.
Seria y astifina tenía la cara el negro cuarto, al que le lanzó verónicas con fe Fermín Rivera
para ver que la humillación enclasada se iba viniendo a menos en el
corto recorrido con que concluyó el saludo. Subrayó la justa condición
en el quite de chicuelinas bien dibujadas que su feble llegada frustró
antes de tiempo. Mucha transmisión tuvo el animal en el inicio muletero,
en el que le dio distancia Rivera para lucir la boyante repetición con
la planta muy asentada, la figura muy compuesta y el trazo muy templado,
con pronta conexión en la grada. Toro de los que sacan el
fuelle, de los que embisten con incansable intención y buscan la muleta
siempre, con más movilidad que clase, pero siempre encima de la acción,
que le ganó Fermín ganándole siempre el paso. No fue fácil
Rehilete, con la cara más natural por el pitón izquierdo, menos franco
cuando regresó el torero a la senda de la diestra. Y ahí se acabó la
emoción y el tono del trasteo. Metió la mano con facilidad el potosino
antes de escuchar silencio.
Muy metido en la faena se vio a Mario Aguilar
desde que pisó el ruedo el cárdeno segundo, al que saludó con lances a
pies juntos y varió con chicualinas rematadas con una larga. Fue el
propio matador el que se hizo cargo de la lidia en primera instancia,
viendo la aspereza de un toro que derribó con poder al penco. Con
violencia y con el viaje muy escaso se fue el animal tras la muleta en
el inicio, con brusquedad en los embroques, pero con cierta transmisión
en las primeras tandas, humilladas y fijas cuando le perdía pasos el
matador. Con mucho valor le asentó la zapatilla el mexicano, lo fue a
buscar sin inercias y le gobernó el viaje, que no era boyante, pero sí
fijo, hasta rematar en un palmo con el de pecho. Supo ganarle el
paso siempre con la mano izquierda, buscarle la distancia y morirse en
el trazo para que resultasen bien dimensionados los naturales, macizos y
valerosos, dejando la vida en cada trazo. Acortó los terrenos
en el final de faena y pisó los terrenos del toro con seguridad y
aplomo. Terminó con manoletinas y un espadazo que precedió a la
concesión de una oreja.
El cornivuelto quinto se aburrió pronto de correr y más aún de embestir al percal de Mario Aguilar,
que tuvo que desistir de estirarse a la verónica. Dos puyazos se llevó
el de Xajay, que comenzó demasiado pronto a defenderse con aspereza. Aún
así llegó muy crudo a la muleta con la que quiso imponerse Aguilar al
mal estilo del de Xajay, violento en los embroques, escaso en los viajes, suelto en la cara y a media altura en los derrotes de devanadera sin clase. Remiso y a la caza, se fue orientando el animal ante la inseguridad de Mario, que tragó quinina con el incierto astado hasta que decidió machetearlo y a otra cosa.
Echó pronto el freno el castaño tercero después del recibo de larga cambiada de rodillas que ejecutó Saldívar
en el tercio, dejando claras sus intenciones. Y fue incómoda la forma
de llegar del animal, que volvió sobre las manos las llegadas
descompuestas y sin ritmo que atemperó Saldívar con firmeza en las
plantas y seguridad en la colocación. Le faltó celo al toro,
pero le sobró entrega a un Saldívar que, sin embargo, no encontró la
comunión con un tendido frío ante la destemplanza del castaño.
Le planteó Saldívar la batalla en la media distancia, le buscó las
inercias y le azuzó la voluntad, pero no hubo respuesta en la clase
inexistente del de Xajay, que no humilló, resultó espeso en la condición
y no guardó emotividad ni fondo en la embestida rebrincada y sin
calidad. Falló, además, con la espada, y en silencio concluyó su labor.
Largo y rematado estaba el sexto, que tuvo buen son y largura en los lances a pies juntos con que lo recibió en el tercio Arturo Saldívar,
que remató con una revolera muy garbosa. Lo dejó crudo en varas ppara
aprovecharle el buen son, y le dio distancia con la muleta en un inicio
vibrante y explosivo por delante y por detrás, combinando suertes tras
la pedresina inicial y conectando muy rápido con el tendido.
Tuvo calidad y transmisión el buen toro de Xajay, que se arrancó con
alegría y prontitud incluso en la distancia para humillar luego en el
toreo fundamental. Le costó más repetir al animal con la zurda,
pero también volaron lentos tres naturales de fantástica fábrica antes
de volver a la diestra con el circular invertido, ya con el terreno
conquistado y en el terreno donde más a gusto se siente el valeroso
mexicano. En el punto álgido del trasteo llegaron las ajustadísimas
bernadinas al buen toro de Xajay, al que despenó de estocada corta antes
de pasear las dos orejas.
FICHA DEL FESTEJO
Monumental Plaza México. Temporada Grande, séptima corrida de abono. Toros de Xajay,
correctos de presencia. Emotivo sin clase el primero, rajado en el
final; exigente pero fijo el segundo; deslucido y sin ritmo ni calidad
el castaño tercero; de gran movilidad sin ritmo el informal cuarto; de
genio y violenta condición el orientado quinto; boyante, fijo, franco y
repetidor el enclasado sexto, de arrastre lento.
Fermín Rivera (lila y oro): oreja y palmas tras aviso.
Mario Aguilar (nazareno y oro): oreja y silencio tras aviso.
Arturo Saldívar (tabaco y oro): silencio tras aviso y dos orejas.
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