El subalterno se cortó la coleta el pasado domingo en Foyos tras 36 años de carrera
Junto a sus amigos Vicente Barrera y El Soro, Vicente Yestera dijo adiós a los ruedos el pasado domingo en Foyos (Valencia) con la tranquilidad de haber triunfado en la vida y en los ruedos, de oro y de plata, con los focos sobre él y sobre otros. Ha estado a las órdenes de grandes toreros aunque ahora mira con preocupación la realidad que viven los que están llamados a ser las figuras del toreo.
-El domingo su hijo le cortó la coleta. ¿Ha tenido tiempo para asimilar todo lo que ocurrió este fin de semana?
-Todavía
no lo he asimilado porque hasta que no pasen unos días no seré consciente. Sí
lo soy de todo lo que he viví y lo emocionante que fue, no quizá por la plaza
sino por la tarde (en este caso mañana) tan emotiva y lo que significaba. He
dedicado toda mi vida a los toros, desde los 18 años hasta los 54 que tengo
ahora mismo, y me he puesto delante de más de 2.000 toros. Ahora hay un poco de
tristeza pero también hay que estar mentalizado de que llega el momento de descansar
de tanta presión, tanta responsabilidad y tantos miedos.
-La mañana fue muy emotiva por todo. Con Vicente Barrera, además de estar junto a él cinco años, me une una gran amistad y también la tengo con El Soro. Fuimos compañeros de novilleros y llegamos a torear como matadores juntos un par de corridas. Recuerdo una en Ciudad Real. Vicente es una persona muy entrañable, muy cariñosa y somos de la vieja escuela, como decimos.
-¿Qué queda de aquel Vicente Yestera que se presentó con picadores en Valencia el 8 de septiembre de 1981?
-Fue una tarde importante, de las fuertes mías como novillero. Si no es por la espada, corto tres orejas. Recuerdo que en la siguiente tarde corté dos orejas en Madrid. De aquel Vicente Yestera queda la ilusión que siempre he tenido cada vez que me he vestido de torero y la dedicación que he tenido al toro, y no voy a perder nunca. Llega un momento en que la edad no perdona y no podemos seguir en esto toda la vida, aunque en el corazón siempre seré torero. De alguna manera, voy a seguir entrenando porque físicamente me gusta estar bien y es una doctrina que tomé desde que empecé en esto.
-Echando la vista atrás, como matador tuvo tardes importantes.
-Mi época sin caballos fue muy buena porque toreé bastante. Luego con picadores debuté en las grandes ferias, con el triunfo de Madrid, y al año siguiente logré el Zapato de Oro de Arnedo. Prácticamente di la vuelta a España y Francia. No me puedo quejar. Al tomar la alternativa no tuve toda la suerte del mundo, sobre todo en Madrid, perdí fuerza y tomé la decisión de que era mejor hacerme subalterno porque torear una corrida en Madrid, dura, un 15 de agosto y las demás, duras también, no era plan. Ser banderillero me daba la oportunidad de seguir estando en el mundo del toro y sabía que si me preparaba con tanta ilusión como hice durante mi época de matador me iría bien. Así fue. He sido un afortunado.
-Ha trabajado en las filas de figuras como Ortega Cano, Rincón, Manuel Caballero, Abellán... ¿Cuál es el papel de un buen subalterno?
-Tenía que cambiar el chip, ser el hombre que ayudara en la plaza al matador y estar a sus órdenes; intentar hacer la labor que me correspondía lo mejor posible de cara a que el torero triunfase. Tanto con el capote, por lo que realmente nos contratan los matadores, como con las banderillas. Ahí yo trataba de hacerlo bien para crear un ambiente de expectación en el tendido antes de que el torero cogiera la muleta y la espada, momento en que el que había que estar muy pendiente de la faena.
-Supongo que no sería lo mismo actuar a las órdenes de Ortega Cano que de Juan José Padilla.
-El trabajo es diferente. Con Padilla, al poner él las banderillas, había que estar más pendiente de la lidia. Eran un tipo de corridas más duras, más difíciles, había que estar más concentrado y fue un gran rodaje en mi carrera. Me vino muy bien porque me permitió ver que estaba preparado para lo bueno y para lo malo.
-¿Cuál ha sido la mayor satisfacción que ha tenido a lo largo de su carrera profesional?
-Como banderillero, la Feria de San Isidro a las órdenes de Rafa Camino en la que me llevé prácticamente todo los trofeos de la afición y la prensa. Fue uno de los días más bonitos, de los muchos que ha habido. Competir en las grandes ferias, dar la talla profesional y que la gente lo valorara. Como matador, la tarde que salí por la Puerta Grande de Las Ventas. Esa sensación de haber triunfado nadie me la va a quitar. Es difícil que una persona elija una profesión y sea reconocido, triunfe. Me considero un privilegiado porque me siento querido y realizado en la vida.
-Los banderilleros ya no paran a los toros, lo más importante es el tercio de muleta... ¿Está perdiendo valor el rol de los hombres de plata?
-No crea, ahora se está valorando mucho, incluso más que nunca en el caso del tercio de banderillas. Estamos en una época dorada del segundo tercio. Mis compañeros, que son gente joven, banderillean muy bien. Quizá la gente, la afición, no se da cuenta de que los matadores nos contratan por el capote y hay grandes capoteros entre los hombres de plata. Personalmente, me ha gustado más el capote que las banderillas.
-En todos estos años, ¿qué ha cambiado más: el toro o el toreo?
-El toro ha cambiado mucho. Vivimos en la época con los toros más grandes, íntegros y astifinos. El toreo sigue siendo el mismo pero la gente exige más. El animal que sale por toriles es muy alto de agujas. El trapío no está en el tamaño y al sacarse del tipo es muy difícil que embista. Piden demasiado trapío al toro y no aguanta la lidia. El problema reside en que en cualquier sitio fuera de Madrid o Pamplona, la gente quiere ver los mismos toros que allí. Tiene difícil solución porque el público, que va menos a los festejos, solicita un volumen que no va con la plaza. Estos últimos años he ido muchas tardes con novilleros y han toreado verdaderas corridas de toros. A un novillero que empieza, sin bagaje, ponerle delante de un pedazo de toro le perjudica mucho porque no tiene experiencia al no haber oportunidades para ellos. Así es muy difícil que salgan toreros. Cuando empiezan hay que ayudarlos y echarles un ganado de acuerdo con lo que son, novilleros. Hacen falta más novilladas picadas y que a los novilleros les paguen todos los gastos. Esto es una rueda: la gente no va a los toros, al empresario le cuesta mucho pagar los gastos si no hay público y dejan de dar novilladas. Habría que buscar una solución de cara a la Administración para que bajen un poco los impuestos en los festejos y tener en cuenta que los novilleros son el futuro de la Fiesta. Si no les ayudamos no podrán salir figuras del toreo.
-En los últimos meses hemos visto iniciativas por parte de ganaderos para solicitar unión a todos los estamentos del toro. ¿La ve posible?
-Ha habido un momento en el que cada uno iba por su cuenta pero ahora creo que todo el mundo se ha mentalizado. La situación es bastante grave, han empezado a hablar y esperemos que entre todos nos podamos apoyar para que esto vuelva a resurgir.
-Si hay pocos problemas
internos, cada día hay más presencia en festejos y charlas de antitaurinos.
¿Cómo ve esta situación?
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