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sábado, 28 de febrero de 2015

CARTA PÚBLICA AL DEFENSOR DEL PUEBLO TAREK WILLIAM SAAB / por Fortunato González



Como profesor de Derecho Constitucional y presidente de la Asociación Venezolana de Derecho Constitucional, hoy emérito, he expresado mi reconocimiento al excelente trabajo realizado por la Comisión sobre los Derechos Humanos que redactó el título de los derechos humanos en la Constitución de 1999. Reconozco el esfuerzo realizado para fundamentar los derechos humanos, darle rango constitucional a los tratados y convenios internacionales en esta materia, dejar sentado que los derechos humanos son inherentes a las personas aún aquellos que no estén fundamentados en normas positivas. Se llevó al rango constitucional hasta el derecho que tenemos los venezolanos a disponer de bienes y servicios de calidad. Fue una buena idea permitir que cualquier juez investigara los delitos contra los derechos humanos tal como lo señaló usted entre otras ocasiones en su intervención del 21 de octubre de 1999, negada lamentablemente por una interpretación restrictiva de la Sala Constitucional que se ha atrevido a desconocer el propósito del Constituyente. Abrir las puertas de la justicia internacional para perseguir los delitos contra ellos es otra ganancia que la Comisión defendió en su momento, que también insistió en el derecho a la manifestación pacífica y sin armas y a prohibir el uso de armas de guerra y sustancias tóxicas para reprimir las protestas. También en la presunción de inocencia, en el derecho a ser juzgado en libertad y en las demás garantías procesales, en la responsabilidad del Estado por la integridad física, psíquica y moral de las personas bajo custodia su custodia.

La creación del Defensor del Pueblo fue una de las iniciativas loables. En fin, usted contribuyó a modernizar nuestra Carta Magna en materia de Derechos Humanos. He revisado sus intervenciones en la Asamblea Nacional Constituyente y respetuosamente me permito recordarle la propuesta de la progresividad de los derechos que supera con creces la disposición de la Constitución de 1961. 

Lamentablemente sus predecesores no creían en eso y se colocaron al servicio del gobierno, de sus policías, de sus militares que cometieron y comenten abusos de toda naturaleza. En 15 años las cárceles que se pretendían dignificar son depósitos inhumanos de seres humanos condenados sin juicio y sin sentencias, antros del vicio y de todo tipo de violaciones a los derechos que la Constitución les reconoce. 

Al ser usted designado Defensor del Pueblo, pese al extraño procedimiento que se siguió, era a mi modesto juicio una garantía para que una vez en el ejercicio de esa delicada responsabilidad, superara Venezuela el tristísimo papel de los predecesores suyos que se colocaron en forma vergonzosa a defender al Estado y a sus agentes en la violación de los derechos humanos. No existe una sola actuación de la Defensoría del Pueblo que sea un ejemplo digno de reconocimiento en la defensa de los derechos humanos. Por el contrario, se convirtieron en encubridores y por lo tanto en cómplices de los delincuentes. 

El sistema político sostenido en la Constitución de 1999 se fue alejando gradualmente de los valores y principios en ella consagrados, y degenerándose en un “socialismo estalinista fracasado” como lo reconoce el ex ministro Felipe Pérez, con un gobierno que viola sistemáticamente los derechos y desconoce las garantías procesales. Los sueños de 1999 nadan en un pozo de anarquía, militarismo, corrupción, despilfarro, violencia criminal, impunidad y autoritarismo y han degenerado al país que se coloca entre los más corruptos y peligrosos del mundo. 

Usted sabe que la función de Defensor del Pueblo lo coloca del lado del pueblo y frente al gobierno que por tener el monopolio de la fuerza y de las armas es el primer violador de los derechos humanos. No es una situación particular de Venezuela sino de cualquier país, porque quien está en el poder tiene a abusar de él, y donde existe la figura del Defensor se escoge alguien con una gran autóritas sin vinculaciones con quienes gobiernan, precisamente para evitar ataduras y solidaridades que le impidan actuar con eficacia.

La muerte del niño Kluiverth Roa es la más actual, dolorosa y cruel muestra de lo que han hecho con la policía y con la fuerza armada, que muchas veces actúa como criminales con los que pareciera existe una alianza. Aquí en Mérida hay cientos de casos de jóvenes heridos de bala, y perdigones de plomo, metras y tornillos. El derecho a la vida, señor Tarek, es el más violado en nuestro país y usted ha tenido la valentía, o me temo la osadía, de postularse para su defensa.

Permítame la satisfacción de seguir señalándolo con orgullo como uno de los autores del más hermoso título de nuestra Constitución, el de los derechos humanos. Sea usted consecuente y asuma la tarea de hacer realidad su aporte como constituyente. Sus predecesores serán cubiertos por el olvido y si acaso serán recordados por su indigno papel, pero la historia, con usted, será implacable.


**Fortunato González, es Catedratico de la U.L.A. de Mérida-Venezuela / Miembro de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales / Fundador y Director de la Cátedra de Tauromaquia "G. Briceño Ferrigni" de la U.L.A. y Presidente del Capítulo Nacional de Venezuela del Círculo T. A. Dinastía Bienvenida.

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