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jueves, 12 de febrero de 2015

CAVILACIONES

Eduardo Soto
Cuando están a punto de iniciarse los festejos taurinos de nuestra Feria del Sol, comienza a la vez  la temporada grande de diatribas e improperios que debe soportar, estoicamente, la Comisión Taurina de Mérida, ante la mirada impasible de la mayoría del conglomerado taurino local.

En consecuencia, es oportuno hacer ciertas reflexiones en torno a  su composición, labor y significación, las cuales tienden a desdibujarse, particularmente en los ajetreados días que se avecinan.
 A lo largo de buena parte de su existencia, nuestra Comisión Taurina  Municipal se ha mantenido con una juiciosa combinación de experiencia y renovación, asegurando así la necesaria continuidad. En ciertas ocasiones, su composición  sufre  cambios en razón de  coyunturas  políticas. No obstante, las más de las veces, se mantiene fundamentalmente intacta, con los ajustes necesarios, que  marcan la   pincelada propia de  la autoridad municipal del momento. Por algo será.

 Además, los que se van reciclando, permanecen de una manera u otra ligados a la tarea que día a día adelanta  la Comisión en materia de pedagogía taurina y promoción de la Fiesta Brava.
 
Sería oportuno también  evaluar la trayectoria de la CTM pero, en estos tiempos ayunos de sindéresis, será mejor recurrir al ancestral procedimiento de pasar revista a sus resultados.

A pesar de mi larga ausencia de Mérida (por razones de lo que entonces era mi trabajo), me atrevo, sin embargo, a entresacar algunos aspectos que considero relevantes de sus quehacer,  tras haberlo observado de cerca en los últimos diez años.

Recordaría que se debe  a su  labor, individual o colectiva,  los Manuales del Aficionado Taurino, instrumento único en el orbe de la tauromaquia y que ha contribuido a la formación de numerosos seguidores de nuestra Fiesta, publicación que ya cumple la edad de Cristo; la nueva ordenanza y reglamento taurinos que consagra la Fiesta Brava como  activo cultural y protege las nuevas generaciones contra las intentonas de secar las fuentes de la afición; el Museo Taurino y su biblioteca; la compilación  estadística de los festejos;  los conciertos de pasodobles; en fin, las útiles relaciones que el prestigio de la CTM le facilita entretejer con personalidades nacionales e internacionales del mundo de la tauromaquia,  contribuyendo  a proyectar la Feria del Sol en el firmamento de la Fiesta Brava. Todas estas acciones redundan, en definitiva,  en una  a creciente afluencia de visitantes y turistas que inyectan savia dinamizante a la economía de Mérida y de sus alrededores. Además, es  posiblemente la única Comisión que, aparte del prescriptivo informe a la autoridad de la que emana, lo hace también del conocimiento del público en general.

Qué podemos decir de la conducción de los festejos, tope del iceberg de sus actividades y, por tanto, la más visible y vulnerable a la vituperación. Como todo en la vida es una mezcla de atinos y desaciertos. Seguramente, los aciertos  de la Comisión superan con creces los errores. Pero, por aquello de que el hombre es lobo para el hombre,  los primeros se tocan pianísimo, si es que se tocan,  y  los segundos fortísimo e incluso  se inventan de manera gratuita, para contento de sus detractores y jolgorio de anti taurinos.

 Pero, manteniendo un criterio racional, por mucho que se bombardee, un equipo como el de la CTM - incluyendo sus Asesores, Cuerpo Médico, Secretario y Coordinador  -  dado su nivel de formación, conocimiento, afición y dedicación sin afanes crematísticos, resulta muy difícil de amedrentar o de sustituir.

Además, las autoridades municipales bien conocen que un equipo de tal naturaleza, les  alivia en mucho  sus preocupaciones por  el sector.

Cerremos el tercio ahora, antes que alguien vaya a pensar que soy un tarifado de mis amigos de la CTM, que dependo solo de su benevolencia para asistir a los festejos  o que quiero  contrapuntear alguna opinión de gente muy versada en tauromaquia, pero visceral y sistemáticamente predispuesta contra  la Comisión.

La verdad, es que vislumbré estas cavilaciones en mi contrabarrera, al disipar el tedio de la mala tarde en la última Feria de San Sebastián.
Eduardo Soto. A.T.T.

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