Los recuerdos, por encima de las orejas
Mérida (México). 
Sólo Adame
 obtuvo premio tangible, pero el festejo dio mucho más de sí. Primero 
por la expectación que causó entre los aficionados, que abarrotaron el 
coso como hacía tiempo no se recordaba. Luego por la actitud de los tres
 toreros, cada uno con sus armas, justificaron y devolvieron esa ilusión
 a los espectadores. Morante estuvo cumbre con el capote, pero sus toros se aplomaron rápido. Tampoco el lote de El Payo
 fue gran cosa pero el queretano está en un momento grande. Su faena al 
tercero fue redonda, maciza, rotunda. Sólo la espada se interpuso, pero 
su labor, de valor seco y aguante, con la sana intención de torear, 
impactó. 
La única oreja la paseó Adame
 de un gran toro. El mejor de un encierro que no mantuvo igual línea 
frente al que estuvo alegre y variado el hidrocálido. Luego el juez de 
plaza le negó de modo incomprensible el premio del quinto, igual que a 
El Payo del sexto, pero por encima de trofeos, la tarde tuvo argumento y
 mucho contenido.
Morante
 dejó grandes detalles con el que abrió plaza, que el público tuvo en 
cuenta, pues el sevillano dio con un toro muy agarrado al piso, al que 
consiguió sin embargo extraer muletazos de mucha enjundia. Al cuarto le 
bordó un saludo capotero de antología. Lances soberbios, descritos con 
despaciosidad, que calaron hondo. La faena inició en el mismo son, pero 
el toro se apagó demasiado pronto. Saludó el sevillano después de una 
buena estocada.
Joselito Adame
 sorteó un gran toro al que realizó una faena variada, de mucha conexión
 con el tendido, que le sirvió para cortar una oreja. El quinto nunca se
 entregó, pero quien sí lo hizo fue el torero en una labor de nuevo 
versátil y cálida remamtada de estocada desprendida. Quizá por eso el 
juez no concedió la oreja pese a la fuerte petición y el hidrocálido dio
 dos vueltas al ruedo mientras el juez recibía una fuerte bronca.
El Payo
 por su parte realizó una faena seria y muy importante, de mucho valor y
 aguante, ante un toro que siempre acometió con la cara alta. Labor 
redonda, maciza, de torero en sazón, que la espada dejó sin premio. Fue 
ovacionado. Luego se dio un arrimón muy serio frente al sexto, que se 
paró pronto. El queretano expuso mucho entre los pitones. Así lo vio el 
público, que no el juez quien volvió a denegar un trofeo pedido por la 
mayoría.

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