La Feria del Sol 2.015, fue una buena feria.
Eduardo Soto
Fotos: Germán D' Jesús Cerrada
También recordamos que el día siguiente, marcó época para nuestro coterráneo el Matador Rafael Orellana y para el paisanaje del Valle del Mocotíes. La verdad es que el de Tovar, alternando con importantes figuras españolas como el de La Puebla del Río y el extremeño de Badajoz , dio con creces la talla y, desafiando la lluvia y el mal estado del piso, cuajó faena a las reses de Hugo Domingo Molina, al alcanzar el indulto de su primer toro, contabilizando dos orejas, con auricular adicional en su segundo ejemplar. Su buen trasteo, contra la adversidad, sin tantos desplantes ni pasitos de baile a los que recurría con excesiva frecuencia, le permitió alcanzar el Laurel de Triunfador de la Feria. Enhorabuena torero. La Corrida, tras el tercero de la tarde, entró en receso, mientras se deliberaba sobre las condiciones del ruedo.
Al final, a pesar de lo riesgoso de la arena, en gesto de deferencia hacia los aficionados, los toreros decidieron continuar con el festejo. Alejandro Talavante siguió deleitándonos con la altura de su arte y cortó un segundo apéndice. Morante, tras ofrecernos en ambos bureles rutilantes destellos de su capote de ensueño, sufrió varetazo sin mayores consecuencias. Quedó evidenciado que cuando los toros del Sr. Molina no se salen del tipo, generalmente dan buen juego.
Así llegó la tarde de Don Juan Campolargo, toros bien presentados, bravos y pidiendo pergaminos. Javier Conde no pudo resolver la papeleta, más que discreta su actuación en el primero y petardo chabacano en el segundo. El azteca de Aguas Calientes Juan Pablo Sánchez, realizó dos faenas que lucieron más de la cuenta por su yuxtaposición con los desastrosos trasteos del malagueño. Posiblemente las faenas hayan estado sobre promedio, pero fueron también sobre premiadas, en particular la del segundo acto, para sumar cuatro orejas al inventario del hidrocálido. Las faenas pueden prestarse a controversia, pero lo que está fuera de toda duda es que Juan Pablo las refrendó con dos soberbios estoconazos que hicieron rodar sin puntilla a sus adversarios. El primer espadazo del parroquiano de San Marcos, llevaba el sello indeleble de Mejor de Feria, como lo confirmó después la premiación oficial. El diestro mexicano dio su vuelta al ruedo en el sentido de las manecillas del reloj, en atención a la costumbre local. Nuestra representación en el Cartel, correspondió al joven diestro tachirense Fabio Castañeda, quien demostró más ganas que oficio. Tuvo mucha tela que cortar, quizás demasiada para su poca andadura. En aras de su futuro profesional, quiera Dios que corrija gestos destemplados como lanzar desafiante las zapatillas al aire en medio del ruedo o las arengas para promover indultos, por más que a veces den resultado, como fue el caso en su segundo toro. Felicitaciones al Señor Campolargo por su encierro, el Mejor de la Feria.
El lunes de Carnaval nos trajo de vuelta a Morante de la Puebla. Pero….. el Maestro estuvo apático, sin ganas, impávido ante la masacre en varas al toro de remiendo del Sr. Molina, al otro faena de trámite, con la que terminó de esfumar esperanzas de verle destapar el frasco de sus esencias toreras. Así tristemente, pero ahíto de jolgorio merideño, el de La Puebla acumuló su cuarto envite en vano en esta temporada de la Román Eduardo Sandia. Nuestro veterano matador Leonardo Benítez estuvo voluntarioso y su trasteo le permitió ganarse una oreja. Le deseamos suerte en sus andares por los caminos aztecas con su plaza portátil a hombros. El Califa de Aragua es todo voluntad sin tanto oficio. Hassan debe conocer bien la responsabilidad que acarrea en tauromaquia el apelativo de Califa, lo que quizás lo lleva a comprometerse en audacias que hacen evidente sus falencias. Necesita más rodaje para poder resolver con brillantez papeletas como la presentada por el cornialto de Los Ramírez, que a la postre resultó en controvertido indulto.
Abro paréntesis.
Con el ánimo siempre en positivo, me permito formular las ideas que vienen a continuación.
A veces la largueza en conceder orejas pudiera derivarse de la sobre premiación a inicios de Feria, lo que dificulta la sindéresis, al constituirse en piedra de toque de ulteriores actuaciones. El Palco podría quedar como rehén de sus propias decisiones iniciales y su espíritu de equilibrio le aconsejaría no cambiar el listón, pues entonces juzgaría usando dos varas y dos medidas.
En cuanto a los indultos, habría que comenzar por señalar que hubo incluso gente que creía en la imposibilidad de concederlos cuando existía aviso previo, al olvidar que el pitazo de Usía marca sencillamente el tiempo disponible, no justiprecia la valía de la faena ni califica el juego del burel. La concesión de indulto puede ser técnicamente acertada cuando el Palco estima que el toro lo merece, lo pide el público y están de acuerdo torero y ganadero. Pero, como muchas cosas en la Fiesta y en la vida, al intervenir la valoración cualitativa, surgen divergencias de la más variada índole, muchas veces con basamento puramente emocional. En este tipo de situaciones, nadie tiene el monopolio de la verdad ni la exclusiva del error, como rezaba el lema de un periódico de antaño. Seguramente, convendría modificar el artículo del Reglamento que ordena el acompañamiento automático de dos orejas, y desenganchar el indulto del toro de los trofeos a su lidiador. Cuando la buena faena hace brillar las cualidades del animal que propiciarían su indulto, el premio al diestro pudiera ser plural. En caso contrario, cuando las condiciones excepcionales del toro brillan con luz propia, a pesar del pobre desempeño del diestro, pues entonces el no tan diestro se iría de vacío. Además, de esta forma se ayudaría a evitar situaciones tan poco agradables, como tener que presenciar los reiterados intentos de manipulación de los tendidos y los gesto repetitivos al Palco, con los que algunos toreros tratan de evitar a todo trance el uso del estoque y los riesgos que ello implica.
Perdonen amigos, pero se me fue un poco la mano y me salió larga la tanda, sobre todo la de indultos.
Contra ese telón de fondo de opiniones contrastantes, se jugó la última corrida de la temporada. Fue entonces cuando la magia de la Fiesta Brava, llevándose por delante divergencias y dudas, hizo que resplandeciera de nuevo el Sol radiante de la Feria merideña. El maestro salmantino Javier Castaño, pues allí nació para la Fiesta, nos ofreció un verdadero recital de buen toreo y junto al bravo ejemplar de La Cruz de Hierro, constituyeron combinación de gloria. Castaño inició su faena en silleta, pero al darse cabal cuenta de las virtudes del Santa Coloma, cambió de tono y enrumbó su labor a las alturas, pasando por las dos circunferencias y media de sus inolvidables circulares de rodillas, hasta coronar con el premio a la Mejor Faena de la Feria del Sol de 2.015. Para el del Señor Echenagucia inobjetable indulto y premio bien merecido como Mejor Toro de la Feria. Las decisiones del Palco, aceptadas por consenso. Enhorabuena para todos.
Hasta el próximo año y si Dios da licencia, no los fastidiaré más con pinceladas.
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