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jueves, 26 de marzo de 2015

Calamaro: «Los toros son ¡libertad!»

El cantante argentino muestra en un artículo de su puño y letra su rechazo a «la yihad antitaurina», que en Fallas apedreó a una aficionada de 60 años

Calamaro: «Los toros son ¡libertad!»
ignacio gil
Andrés Calamaro, el pasado San Isidro en la Monumental de las Ventas
andrés calamaro
La yihad antitaurina. Es todo lo que rechazo en este mundo, habitada por extraños humanoides, bárbaros y desquiciados. Con valores totalmente obtusos y enrevesados, se valen de desinformación infantil, falacias y propaganda, digna de Goebbles, para manifestarse violentamente por unos «derechos animales» que no existen (lo siento pero el asesinato y la tortura están legislados para protección de las personas, y un ganadero puede hacer con sus reses lo que quiera con la misma libertad que vamos a la carnicería a comprar una tira de asado para comer con deleite y alegría). Caramba, en demasiados países del ancho mundo son las mujeres, o los ciudadanos en general, los que no tienen derecho alguno. Se valen de una falacia tras otra, de incongruencias, y de una violencia verbal que acaba de consolidarse en una cobarde pedrada a una señora en sus sesenta, ¡que entraba tranquilamente al coso de Valencia!…
El desprecio por la libertad, por la expresión humana, esta virginal y ridícula cruzada puritana y «moralista» es una ridiculez que debería preocuparnos mucho, no solamente porque es un asalto a la libertad y la cultura, también es el reflejo de lo que somos como sociedad, y del resultado de un estallido imperialista, comercial y tecnológico, que reconvirtió el pensamiento, la sociedad y las costumbres. Y lo hizo para mal, para mucho peor. Para pésimo.

IVA cultural

Llama poderosamente la atención una triste estadística: solamente en España, durante el año pasado, cerraron dos librerías por día. Descartándose de los feriados, podemos suponer que cerraron 700 tiendas de libros en un año. Es inevitable oponer un dato alarmante, el del IVA a la cultura más alto de toda Europa, que promedia en el resto de la Unión entre un cero y un 8%. Pero también me atrevo a percibir cierto morbo en la población, como quien ve una película apocalíptica. Una porción de la población y el periodístico (generadores de opinión y opinadores) se relamen con extraño placer celebrando sin demasiado disimulo la decadencia del estatus de artista respetado o consagrado…
¿Alguien lleva la cuenta de las salas de cine y teatro que cerraron en los últimos años? Como vecino de Buenos Aires me consta que la cantidad de salas de cine reconvertidas en verdulerías, o templos evangélicos, es alarmante y muy triste. Ni hablar de las disquerías (es como llamamos a las tiendas de discos) que antes ofrecían variedad musical en cada estación de tren o subterráneo, en todos los barrios y en muchas esquinas de Buenos Aires… Cuesta encontrar una tienda existente, hay que trasladarse o cruzar un laberinto de electrodomésticos para encontrar una desangelada sección de discos.

Edad Media inquisitorial, puritana y enemiga de la cultura y la expresión humana, de la libertad.

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