La inesperada muerte del maestro y padre le desbarató los planes al hijo, que este viernes vuelve a enfundarse el vestido de torear en una temporada entera de azabache.
Bajaba de un avión en México José María Manzanares el pasado octubre. Al pisar suelo azteca para cumplir con su compromiso del 1 de noviembre en la México, la noticia fatal. Aquel funesto día 28 precipitó el final de una temporada que debía haber concluido en tierras sudamericanas y no un mes antes en Pozoblanco, donde fue testigo en la alternativa de Juan Ortega formalizada por Enrique Ponce.
Desde entonces no ha pisado la arena. "He estado en un pozo, no tenía ganas de nada", dijo en la presentación de la temporada de Canal Plus Toros. Poco a poco volvió de nuevo a los trastos para mañana, siete meses después, volver a hacer el paseíllo en la Feria de la Magdalena. La terna la completan Juan José Padilla y Morante de la Puebla para estoquear un encierro de Núñez del Cuvillo.
Con la responsabilidad de ser la única figura del G-5 anunciada en Sevilla, José María Manzanares tiene por delante una temporada a flor de piel. La primera sin la presencia del maestro, del consejo paterno, y como él mismo ha reconocido, "la más importante a nivel emocional". Tanto es así, que para el año 2015 se ha encargado todos sus vestidos en catafalco y azabache.
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