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miércoles, 8 de abril de 2015

Antonio Bienvenida reza y habla como torero

Andrés Luque Gago, sevillano, nacido en la calle Feria en 1932, ha sido una gran figura como torero de plata. Sobrino de Andrés Gago, el apoderado de Carlos Arruza, alternó, como novillero, con Aparicio, Litri, Antonio Ordóñez y Jaime Ostos. Como banderillero, formó parte de las cuadrillas de figuras tan importantes como César Girón, Luis Miguel Dominguín, Manolo Vázquez, Antonio Bienvenida, Antoñete, Antonio Ordóñez, Paquirri, Rafael de Paula... Ha estado casi cuarenta años en los ruedos: desde fines de los años cuarenta hasta 1986, en que se retiró. Su despedida tuvo lugar en la Maestranza y se paró la lidia en el quinto toro, para su corte de coleta: un caso único. Es un hombre educado, cordial, sevillanísimo.

En 2011 publicó su libro «Recuerdos de un torero» (Sevilla, ed. La Isla de Siltolá), que ofrece interesantísimos recuerdos, opiniones taurinas, fotografías y anécdotas, que él ha vivido. Recojo aquí dos, referidas a Antonio Bienvenida, del que destaca su extraordinaria naturalidad: «La consecuencia de un dominio pleno de las distancias, los terrenos y las características de los toros».

Hombre muy religioso

«Todos los aficionados sabían que Antonio Bienvenida era un hombre muy religioso. En una ocasión, toreamos en La Coruña y, antes de salir de viaje, su madre le pidió que no dejase de visitar la catedral de Santiago de Compostela. Así lo hicimos. Al día siguiente, la corrida salió muy difícil; fue, quizá, la única en la que no estuvo bien, en todo el año. Cuando se retiraba, lo llamó una señora, sentada en primera fila de barrera, y le dijo: ‘Antonio, ayer te vi en Santiago: menos rezar y arrímate más al toro’ (...)

En 1971, volvió a los ruedos y cuajó una tarde histórica en la alternativa de José Luis Galloso, en El Puerto de Santa María. El crítico Navalón había hecho comentarios desfavorables a su vuelta. Se anunció en Las Ventas con una corrida de Victorino Martín, le cortó las dos orejas a un toro y, cuando pasó delante de él, en la vuelta al ruedo, se las dejó en la barrera. Así hablan las figuras del toreo».

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