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lunes, 13 de abril de 2015

Aplazado el disparate de permitir una manifestación antitaurina en la Puerta del Príncipe de Sevilla

¿Se imaginan una manifestación antirreligiosa en Sevilla, el Jueves Santo, delante de las basílicas de la Macarena y del Gran Poder, cuando estas veneradas imágenes van a salir a realizar su estación de penitencia? La reacción sería obvia: ¡qué disparate! ¿Alguien dudaría de que se trataba de una provocación y de que, ante la pasividad de las autoridades, se iban a producir graves incidentes?

Para el próximo sábado, estaba anunciada en Sevilla una manifestación antitaurina, que culminaría delante de la Puerta del Príncipe, justo antes del comienzo de una de las corridas más esperadas de la Feria [estos son los carteles]. Y, en principio, había sido autorizada, para ese lugar y hora, por la Subdelegación del Gobierno. Es fácil imaginar lo que iba a suceder en Sevilla, el día 18. Unos pocos cientos de personas insultarían a miles de aficionados, que acudirán pacíficamente a disfrutar de su espectáculo favorito: algo perfectamente legal, declarado oficialmente como parte de nuestro patrimonio cultural. (Para más inri, en el callejón de la Plaza, invitados, no faltarán políticos, que no harían nada por impedir el conflicto).

A pedradas

¿Quedaría todo en eso? No es seguro. Lo hemos comprobado hace muy poco. En Valencia, en Fallas, los antitaurinos intentaron impedir el acceso de los toreros a la Plaza e hirieron en la frente, de una pedrada, a una madura aficionada; en Madrid, lesionaron a un profesor y quisieron boicotear la corrida del Domingo de Ramos.

La paciencia de los aficionados puede acabarse, cualquier día: ¿por qué tienen que aguantar ese acoso, al ejercer su derecho de acudir a una corrida de toros? Hasta el Papa Francisco ha dicho, hace poco, que es humano responder con cierta violencia, cuando están insultando a tu madre: algún aficionado puede hacerlo. Probablemente, eso es lo que buscan los manifestantes: una imagen de la «violencia taurina», que difundirían ampliamente muchos telediarios.

Las causas

Por una vez, los sectores taurinos han reaccionado con rapidez y unanimidad. (Si hicieran lo mismo en otros temas, mejor nos iría). La cantidad de protestas y el temor al escándalo político han llevado a la subdelegada del Gobierno en Sevilla a dar marcha atrás y no autorizar la manifestación ese día, en ese lugar: lo que impone la lógica. Pero el problema continúa y volverá a plantearse, muy pronto, en otra Feria. Las causas están muy claras. Primero, la jurídica: unas leyes y unas sentencias judiciales que hacen prevalecer el derecho a la libre manifestación sobre el respeto a los demás.

Después, la política: la cobardía de muchas autoridades, que no se atreven a usar el sentido común, para que no les acusen de «fascistas» (y, menos, en período electoral). La solución jurídica es fácil y ya existe en Francia: un proyecto no de ley para que, en días de festejo, los antitaurinos no puedan manifestarse a menos de 500 metros de una Plaza de Toros. El PP lo tenía preparado pero no lo ha cursado: el incurable complejo de nuestra derecha... 

El disparate no se ha resuelto, sólo se ha aplazado. Volverá a plantearse, enseguida. ¿Qué desastre tiene que suceder para que las autoridades afronten de verdad el problema? Si no lo hacen, muy pronto tendrán que lamentarlo.

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