Ponce tuvo un
inválido primer toro que, además, le faltó trapío. Tanto el tercio de
varas como el de banderillas fueron un simulacro. La faena la construyó
con la pañosa a media altura para no molestar al también amago de toro
que tuvo delante. Mató bien y recogió un apéndice de bajo coste.
Su segundo toro fue también muy deslucido y con las
arrancadas rebrincadas. Ponce lo llevó con redondos largos, casi
circulares. Finiquitó la faena en posición genuflexa para instrumentar
el pase de su firma, la poncina, y remató de estocada entera.
El Fandi llevó a
su primer toro al caballo por zapopinas; y antes de llegar a la
jurisdicción del picador el torero ya estaba desmonterado. Otro
simulacro. Brillante tercio de banderillas y una faena sin interés, pues
no hubo antagonista sino más bien un descastado animal incapaz de
embestir. Estocada entera y oreja facilona.
Su segundo toro tuvo la misma tónica. Nobleza pajuna y
muchos muletazos y voluntad. Estocada entera y la oreja no se hizo
esperar.
El primero del lote de Cayetano
era un becerrón que no se debió de lidiar en esta plaza por el escaso
trapío que tenía. Era tan chico que logró meterse bajo el caballo y
echárselo entero a los lomos. Afortunadamente sin consecuencias para el
picador.
A la faena el toro llegó crudito y Cayetano aprovechó las
primeras arrancadas por el pitón derecho para colocarle redondos
templados. Con la zurda no hubo sintonía y cuando volvió a la derecha el
burel sacó el fondo de falta de casta que tenía.
Su segundo toro sí que tuvo más trapío. Lo llevó con
galleos garbosos hasta el caballo aunque llegó a la muleta sin apenas
fuelle. Cayetano le acompañó con la muleta las embestidas al ralentí
pero faltaba la acometividad y picante que debe tener un toro bravo.
Pinchó, colocó una entera y la oreja cayó con prontitud.
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