Se revivió el idilio entre José Tomás y Aguascalientes. El ambiente estaba dado, era una tarde de cielo casi despejado, calurosa, con un lleno a reventar. Y se obró de nuevo el milagro.

Llegaba el día en que José Tomás regresaba al ruedo de Aguascalientes donde a punto estuvo de dejar la vida. Lo hacía con tres toros de Los Encinos y tres de Fernando de la Mora para protagonizar un mano a mano con El Zotoluco.
El mexicano se llevaba la primera ovación de la tarde con el encajado saludo a la verónica al primero, de Fernando de la Mora, que le humilló en el percal con ritmo. Le sacó clase desde el principio al Zotoluco el animal en la muleta, donde tuvo un comienzo con sabor y remates de mucho gusto. Todo muy suave, muy medido por el exceso de peso del toro, que invitaba a cuidarlo mucho dando mucha pausa. Humillado y con entrega al natural, no quiso ligar el mexicano desde el principio, y no se equivocó, porque pronto amenazó el desfonde. Aún así pudo dejar tersura en los naturales Eulalio, que logró apuntalarle la voluntad el animal y acoplarse al gran temple de sus embestidas. Pulso y estructura en un trasteo en el que falló a espadas antes de pasaportar al animal.



Con mucha suavidad le jugó los brazos José Tomás con el compás abierto al cuarto, de Fernando de la Mora, al que le remató el saludo con una garbosa revolera. Combinó las navarras con tafalleras un desafiante JT para sorprender al tendido y mantenerlo siempre entregado a su labor. Con estatuarios inició José Tomás su labor con el noble cuarto, al que le costó llegar todo lo largo que lo embebió JT con la mano diestra. Muy quieto siempre el madrileño, con media muleta para embarcar, la planta relajada y la naturalidad por bandera que rompió en un circular invertido que reventó la Monumental al ralentí. Profundísimo al natural, al ritmo de Pelea de Gallos, fue descorchando naturales casi sin espacio para desarrollar largura, inverosímil en la ejecución, ya con el toro sin inercia alguna. Espadazo que voló con derechura y las dos orejas que llegaron al esportón del madrileño.
De rodillas comenzó en el tercio con largas cambiadas un arreado Zotoluco por el triunfo del compañero, variando las verónicas iniciales con alguna chicuelina de añadidura muy ceñidas, esperando la llegada al paso del de Fernando de la Mora, luciendo mucho con el percal. Cortas fueron las series en el inicio para preservar la calidad del animal, con tanta calidad como poca raza. Tanto es así que terminó echándose el toro en mitad de la faena. Tiró de voluntad y de porfía el bravo mexicano ante la renuencia cada vez mayor del toro, que siempre demandó sutilezas más que ataque. De nuevo falló con el estoque para escuchar silencio.

FICHA DEL FESTEJO
Monumental de Aguascalientes. Feria de San Marcos. Lleno de 'No hay billetes'.
Tres toros de Fernando de la Mora (regordío pero con clase y voluntad el primero; templado y con voluntad de embestir el cuarto, de arrastre lento; enclasado y con mucha calidad de escasa raza el quinto) y otros tres de Los Encinos (manso y áspero el deslucido segundo; con humillación de viaje corto y muy a menos el tercero; bravucón con poder y transmisión el sexto), bien presentados.
El Zotoluco (lila y oro): al tercio, palmas y silencio.
José Tomás (azul rey y oro): oreja, dos orejas y ovación.
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