En la primera novillada de la Feria, debuta en Madrid la ganadería del Parralejo,
la más destacada en este tipo de festejos, en los últimos años, con
procedencia Jandilla y Fuente Ymbro. Los novillos, serios, bien
presentados, dan buen juego,
en general, con gran nobleza. Destaca el segundo, muy aplaudido. Los
diestros sólo los aprovechan a medias. Como no cuajan faena, se alargan
demasiado (como ahora es habitual) y se escuchan cuatro avisos. Sólo Gonzalo Caballero corta una oreja, en el cuarto, a costa de dos fuertes volteretas.
El primer novillo es muy noble pero se deja las fuerzas en una voltereta. El diestro se muestra firme, muy seguro,
pero falta chispa. Al final, recurre a luquinas, muletazos invertidos,
bernadinas... La espada queda desprendida y la petición es insuficiente.
En el cuarto, Gonzalo se esfuerza por agradar; cuando ve que la faena
no cuaja, prácticamente se deja coger, sufre una fuerte voltereta y otra, al entrar a matar sin muleta. Corta una oreja y pasa a la enfermería, con contusiones y erosiones múltiples, de pronóstico reservado.
Debuta en esta Plaza el malagueño Fernando Rey. El segundo embiste con calidad fuera de lo común.
El diestro da muchos muletazos pero no está a la altura de su enemigo.
¿Es una suerte que te toque en Madrid un toro tan bueno? Ya lo hemos
comentado... Más problemas plantea el quinto y Fernando mejora, en una faena larga, con algún susto. Lo mejor, la estocada. (En el cuarto, quitó por zapopinas: una nueva moda que nos amenaza. ¡Vaya por Dios!).
Templado
Francisco José Espada, de Fuenlabrada, triunfó aquí hace un año, con un gran novillo del Montecillo. Su mentor, César Jiménez, ha
influido en su estilo. El tercero flojea, el trasteo es correcto pero
no transmite, acaba impacientando. Brinda al público el último, se
muestra más decidido, logra algún muletazo templado, pero alarga la faena, como sus compañeros.
Con sus pegas, la novillada ha sido noble y buena. Sólo Caballero ha estado «en novillero»,
como antes se decía. ¿No se debe extremar el rigor con los jóvenes?
Seamos tolerantes. Pero no se deben desperdiciar oportunidades así, en
Las Ventas...
Posdata. Desde
su juventud, Mario Vargas Llosa es aficionado a los toros, en Perú y en
España. Cuando ganó el Premio Manuel Ramírez, del ABC de Sevilla,
descubrió la belleza de una tienta, justamente en la ganadería del
Parralejo. Ha escrito varios artículos en los que defiende a la Fiesta,
comparándola con otras manifestaciones artísticas de máxima categoría, y
la libertad de los aficionados para asistir a las corridas. Por ello
–me confesó– ha recibido más mensajes amenazantes que cuando compitió en
la política de su patria. Después de aquella primera tienta y siendo ya
Premio Nobel, Vargas Llosa se atrevió, en casa de Enrique Ponce, a
torear una becerra...
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