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domingo, 7 de junio de 2015

FERIA DE SAN ISIDRO 2015: Rafaelillo goza a cámara lenta de un miura pastueño


De repente, como por azar, el destino propuso un pacto diabólico a Miura con la voz de Al Pacino: "Si quieres salvar la tarde véndeme el alma de Injuriado. La única condición es que deberás renunciar a tu estirpe porque a tu toro le voy a insuflar el alma de lo que tus partidarios llaman con desprecio el toro comercial. Y le voy a hacer embestir como si fuera un juampedro de los tiempos pastueños con goterones de Algarra y una humillación hace tiempo olvidada en Zahariche. ¿Aceptas?".

Al rato salió Injuriado como cuarto con el poder contado y el temple en su galope. Rafaelillo le tiró una larga cambiada de rodillas. Y participó como invitado del pacto con el diablo. Como si se lo hubiese soplado al oído, brindó al público el espíritu santo del miureño cárdeno y pesado. Y penitente abrió su mejor faena en Madrid. Rafael Rubio gozó con la izquierda arrastrada, por abajo, despacioso y a cámara lenta, desencuadernado de cintura, roto atrás. Rafaelillo, hecho para la guerra como Miura, se sentía torero por un día y no gladiador. Sentía su manera de interpretar el toreo y Madrid rugía dominical y bochornosa. No sé quién dijo una 'boutade' en el tendido sobre la estética y hubo que aclararle conceptos gráficamente: "Y si mi madre hubiera tenido manillar, habría sido una bicicleta y no mi madre".

Rafael, hecho para la guerra como Miura, se sintió torero y gozó a cámara lenta del pastueño toro
Rafaelillo remataba a veces con pases del desprecio, otras con cambios de mano, otras con naturales desmayados, y en un pase de pecho 'Injuriado' se acordó de Miura y le prendió sin herirlo, pues ahí apareció el diablo para recordar el pacto. Un desplante volcó la plaza antes de volver a descararse a cuerpo limpio con la felicidad en el rostro. El triunfo grande habitaba en la espada, pero la espada no fue. Y Rafaelillo dio una vuelta al ruedo rotunda entre lágrimas de emoción.

Una formidable bronca se había desatado apenas 20 minutos después de las siete de la tarde. Un miura agalgado de hermosa cabeza y nulas fuerzas y la obcecación del presidente Martínez encendieron los ánimos de la plaza, encabritada como nunca en 31 días con sus noches. El miureño se había dado dos vueltas completas al ruedo, tan abanto y a su bola. Antes siquiera de la primera vara se sintió su temblor de extremidades. Ya cuando abandonó el peto la criatura de Zahariche se aflojaba de las cuatro patas. Don Julio seguía en su trono, reposado como el tequila. Y cambió el tercio. Ardió Troya. Nada para la inflamación del incendio cuando el miureño se derrumbó en la muleta de Rafael. Una ruina. Abrevió el matador como mediador en la gresca, que siguió a la muerte del toro.


Apareció el siguiente de Miura con hechuras ensilladas, altísimo hasta asomarse por encima de las tablas, largo como un tren... Sin carbón en la locomotora. Perdió las manos antes de llegar al capote de Javier Castaño, que abandonó la nave al verse venir la ola. El estribo sonó en varas con los cabezazos y en banderillas la gente quiso ver cosas que no ocurrieron. Marco Galán lidia en la escuela de Martín Recio de correr hacia atrás los toros sin asentar las zapatillas para ver de verdad un toro. Y se ve como no es. Otero, que se ha cuajado en importante rehiletero, no tuvo su mejor actuación como para desmonterarse ante los clamores de los tendidos domingueros.
Castaño agarró la muleta y ofreció pronto la izquierda para obtener una embestida (sic) por encima del palillo. Al menos pasaba. Por el derecho ni eso. A Javier le salvaba la falta de poder del cárdeno. Más o menos como el quinto, que hirió a Galán cuando se quedó en la cara al reunirse con las banderillas y el miureño. De un certero derrote le trituró la bolsa escrotal, y de otro sin puntería le atravesó la armadura de la chaquetilla como si fuese de seda. Un milagro que no fuese a más. Pasó a la enfermería por su propio pie con las partes desgarradas entre las manos.
Ni los 624 del tercero aportaban potencia. Ni motor. Qué tristeza de apoyos en los cuartos traseros. Desde los galopes iniciales. Serafín Marín quiso sacarle por naturales el aire que apuntaba. Pero la escasa vida del miura no decía nada.

El último de la miurada no fue mal toro sin alcanzar a 'Injuriado'. Serafín lo trató bien, generoso en la media distancia, sin que calase su labor incomprendida y mutilada por el uso de la espada. El miura se había rajado antes de morir. 

NOTA: Preocupante el declive de las ganaderías que en los 90 protagonizaban hazañas toristas con Victorino Martín en su apogeo como sempiterno colofón. Aquellas semanas últimas como días de gloria se han marchitado; estos siete días de ibanes, pablorromeros, adolfos, cuadris y miuras han sido un puntillazo que no debe acabar con la idea de la semana torista, que tiene su público. Y mucho.

FICHA DEL FESTEJO

  • Monumental de las Ventas. Domingo, 7 de junio de 2015. Trigésimo primera corrida, última de feria. Lleno. Toros de Miura, serios con las hechuras de la casa, alguno como 1º y 2º de escaso trapío; sin fuerza en general ni poder, faltos de casta y bravura; destacaron el pastueño y humillador 4º, especialmente por el izquierdo, y el noble 6º sin terminar de descolgar. 
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  • Rafaelillo, rosa y oro. Pinchazo y media pescuecera (silencio). En el cuarto, dos pinchazos y estocada. Aviso (vuelta al ruedo). 
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  • Javier Castaño, de blanco y oro. Pinchazo, estocada y descabello. Aviso (silencio). En el quinto, pinchazo, pinchazo hondo y descabello (silencio). 
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  • Serafín Marín, de purísima y oro. Pinchazo y estocada honda y caida (silencio). En el sexto, tres pinchazos, estocada baja y dos descabellos. Aviso (silencio).

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