Sale por la puerta grande y entra de lleno en Pamplona en una corrida en la que el alcalde de Bildu recibió un sonora pitada
andrés amorós
El encierro es
el traslado de las reses desde los corrales hasta la Plaza de Toros. Por
muy espectacular que sea, su sentido no es otro que el de prólogo a la
corrida. Considerarlo como algo independiente no tiene justificación.
La ciudad se ha teñido de rojo y blanco. Llenan la Plaza las peñas. Ya ha estallado la gran fiesta. Preside el alcalde de Bildu, Joseba Asirón, que escucha muchos pitos. [Así lo hemos contado en directo]
Padilla es un ídolo,
en Pamplona: aquí nació su leyenda de «pirata». El primer toro, muy
serio, embiste rebrincado. Juan José se luce en los pares de
banderillas; el tercero, «a lo Sarasate»,
como aquí dicen, por el gran violinista. En la muleta, no está a gusto.
El cuarto es parado, muy deslucido, no se entrega. Padilla lo recibe
con una larga cambiada de rodillas, no banderillea, muletea correcto pero sin brillo. Esta vez, no ha conseguido que entre en erupción el volcán.
Sabios consejos
Con los sabios consejos de Manolo Cortés, Pepe Moral
ha vuelto a las Ferias. El año pasado, cortó la oreja, aquí, a un
fuenteymbro. El segundo, burraco, embiste desigual. Moral muestra su
buen estilo, corre bien la mano pero la faena no remonta y falla con el
descabello. Brinda a Jiménez Fortes el quinto, que luce dos «velas» y protesta, en la muleta. El diestro hace el esfuerzo con valor pero sin fruto.
Recuerdo la frase de Pepe Alameda: «El toreo no es graciosa huida sino apasionada entrega»
El madrileño López Simón es
la revelación de esta temporada, al cortar orejas, dos veces, en Las
Ventas. Cuidan mucho en varas al tercero; enseguida, se mete en su
terreno: con valor sereno, liga buenos derechazos;
al final, calienta a las peñas, toreando de rodillas. La espada cae
desprendida: corta una oreja y le piden la segunda. En el último, con
pitones, deslucido, está todavía mejor: firmísimo, se coloca en el
sitio, torea de verdad y
lo mata de una estocada: otras dos justísimas orejas (han podido ser
cuatro) y sale a hombros. He recordado la frase con la que Pepe Alameda define
el toreo: «No es graciosa huida sino apasionada entrega». Gracias a esa
entrega ha entrado en Pamplona, esta tarde, Alberto López Simón.
Postdata.
Presenta Gerardo Diego el encierro como un río que arrastra a mozos
(«blusas») y toros («espumas negras»). Por su horario, equivale al toque
de «maitines», que abre el largo día de fiesta: «¡Madre, los toros! El
río/ urge y aprieta sus ondas/ de tumulto y vocerío/ y espumas negras,
redondas./ Se va haciendo embudo el lecho./ Hay que tragar el estrecho,/
zancas largas, sanfermines./ Sopla el fuelle. Allá van blusas,/
jirones, aspas, esclusas./ Y están tocando a maitines».
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