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domingo, 19 de julio de 2015

Tres debutantes sin brillo en Las Ventas

Debutan en Las Ventas tres novilleros: un mexicano, un onubense y un colombiano. Los novillos de Los Chospes dan buen juego, con casta y movilidad, pero el triunfo no llega.

En un momento en el que hay pocas novilladas, esta Plaza está cumpliendo la loable función de dar una oportunidad a bastantes jóvenes. Pero, ¿a eso debe dedicarse? Parece dudoso. Muchos novilleros que debutan no están lo suficientemente preparados: ni para el tipo de novillo que aquí se lidia ni para la exigencia de los aficionados. Preferiría que estas novilladas fueran los sábados por la noche, para las familias, con precios muy populares, y que los domingos torearan matadores de toros. ¿Impide eso el pliego de condiciones? Habría que cambiarlo.

Al mexicano de Tlaxcala Gerardo Rivera le toca el mejor lote. Recibe a los dos a portagayola. El primero saca casta en la muleta, embiste largo, humilla. Banderillea sin fortuna. Algunas series de muletazos tienen la emoción de una res que repite. El diestro muestra valor, variedad y cierto oficio pero prolonga la faena (como harán sus compañeros) con las inevitables manoletinas. Mata con decisión pero el novillo tarda en caer y falla con el descabello. Todavía mejor es el cuarto, excelente, que brinda a El Pana. Liga algunos buenos muletazos de mano baja (el momento más brillante de la tarde) pero, con la espada, la historia se repite. Da la vuelta al ruedo en medio de una fuerte división.

Buenas maneras

El onubense Alejandro Conquero, hijo de torero, maneja con soltura los trastos. En el segundo, noble pero justo de fuerzas, muestra buenas maneras pero abusa del toreo de rodillas. El quinto flaquea, queda corto por falta de fuerzas. El trasteo es aseado pero carece de emoción y se prolonga.
El colombiano Santiago Sánchez Mejía, hijo de artistas, se ha formado en la escuela de tauromaquia de Nimes. En el tercero, que brinda a Frascuelo, intenta componer la figura pero no logra imponer su ley; muletea movido, dando muchas voces. Recibe un aviso antes de entrar a matar. El último, que recibe una lidia horrible, lo brinda a su apoderada, María Águila de Domecq: en varios terrenos, le busca la tecla, sin encontrarla; concluye con adornos que no son estimados.

Tres debutantes, faenas sin brillo, dos horas y media de festejo: demasiado.

Ficha de la corrida

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