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sábado, 8 de agosto de 2015

Pontevedra: de la faena para el recuerdo de Morante al triunfo de El Juli

Con sol y una deliciosa temperatura, la capital de las Rías Bajas celebra su fiesta de la Peregrina: ofrendas a la Virgen, pasacalles, conciertos, verbenas, fuegos artificiales... La iglesia de la Patrona tiene planta de concha de vieira; en el suelo de las calles, unas conchas doradas señalan el itinerario del Camino de Santiago, por el que llegan continuamente peregrinos de muchos países. Los toros, por supuesto, en el centro de la gran fiesta popular: «La Peregrina está unida a la Fiesta de los Toros desde hace más de cien años», ha proclamado el presidente de la Coordinadora de Peñas Taurinas. Los peñistas, con sus alegres camisetas de colores, han difundido un lema: «Me preguntaron por mi vicio y terminé hablando de toros». [Así lo contamos en directo]
El coso de San Roque –cubierto, muy cómodo– casi se llena, una vez más. Los peñistas ocupan un par de tendidos. Una enorme pancarta, aplaudida por todos, lo resume todo: «Pontevedra taurina». Este público es bullicioso, alegre, viene a divertirse y casi siempre lo consigue; por eso, al año siguiente, repite, por mucho que se opongan el BNG y estas nuevas Mareas populistas. La afición gallega sigue viva.

El cartel de esta primera corrida es difícil de mejorar. Los toros de Alcurrucén son nobles pero justos de fuerzas. Si no me equivoco, esta corrida es la número 19 de Enrique Ponce, aquí. A los 25 años de su alternativa, está viviendo una «segunda juventud» verdaderamente asombrosa: además de torear con más estética que nunca, mantiene una gran regularidad en los triunfos porque ha mejorado su manejo de la espada. Recibe con buenos lances al primero, un colorado engatillado. Conduce con maestría las nobles embestidas, liga muletazos lentos, de mano baja pero el toro se para pronto.

Faena impecable, con poco toro. Pierde la oreja por el descabello. El cuarto sale con pies pero flaquea mucho. Ponce lo lleva a media altura, muy suave, en preciosos muletazos, muy templados, deslucidos por la flojera del toro. Mata bien, a la segunda. Esta tarde, no ha tenido opciones.

Faena de inspiración

La calidad de Morante es indiscutible y bebe en fuentes clásicas. El segundo toro, muy noble, le permite estar a gusto: Morante traza bellas verónicas y garbosas chicuelinas, muletazos arrebatados que encandilan. La faena es desigual, tiene detalles muy estéticos pero mata a la tercera. El quinto, abanto, no le deja lucirse con el capote; le pegan mucho en varas, con desorden. Cuando nadie lo esperaba, dibuja naturales templados, acompañando con la cintura: una faena de inspiración pero también de buena técnica y gran calidad, que entusiasma. Concluye con naturales de frente y ayudados cargando la suerte. ¡Y mata recibiendo! A Manolo Lozano se le cae la gorrilla blanca, de la emoción. Sólo le dan una oreja (¿por qué?) pero es una faena para el recuerdo.
El Juli es uno de los mandones del toreo por decisión, técnica y valor. Al tercero, manejable, lo mete en la muleta con más oficio que estética. El arrimón final, con circulares e invertidos, entusiasma. La habitual estocada trasera con salto: aviso y dos orejas. En el último, las zapopinas levantan un clamor. Julián, muy seguro, se entrega, domina por completo la noble embestida; recurre a las cercanías (¡otra vez los muletazos invertidos!) que calientan al público. Otra estocada de efecto fulminante: otras dos orejas.

Tres estilos

Ponce no ha tenido opciones. Sale en hombros El Juli, con cuatro orejas. Pero recordaremos la faena de Morante... Los tres diestros encarnan tres estilos diferentes: Ponce, la armonía, la naturalidad, la difícil facilidad; Morante, el pellizco, el arrebato; El Juli, la decisión, la voluntad.

 Disfrutando con los lentos muletazos de Enrique, recuerdo a Pablo Neruda: «Y el verso cae el alma como al pasto el rocío». La estética apasionada de José Antonio me trae a la memoria el verso de Safo: «El corazón en el pecho me arrebata». El poderío de Julián evoca un tema musical de Vangelis: «La conquista del Paraíso». De los tres estilos han disfrutado los aficionados de Pontevedra, en su fiesta de la Peregrina. Y todo el público corea una frase emocionante: «¡Queremos toros!»

Ficha de la corrida

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