Se lidian toros de La Quinta para Eugenio de Mora, Manuel Escribano y Joselito Adame
IGNACIO RUBIO
Eugenio de Mora, Manuel Escribano y Joselito Adame abrían esta tarde la Feria de la Virgen de los Llanos en el corazón de La Mancha. Albacete se volvía a vestir de color y sabor para aoger, un año más, su Feria Taurina. En esta ocasión abría el serial un encierro de La Quinta, encaste santacolomeño novedad en "La Chata”.
Mucha plaza tenía el cárdeno primero, una pintura de hechuras, que le pegó un frenazo en el capote a Eugenio de Mora. Solvente y capaz el toledano, le aplicó por abajo la lidia y tuvo desliz e importancia un animal que luego derribó al picador Marcial Rodríguez, infiriéndole una cornada en el suelo. Una pelea tuvo Eugenio de Mora con el bello santacoloma, que se quedó debajo de las telas a zurdas, se venció por dentro a diestras y tuvo poder para mantener la acción. Una lección de lidia capaz y valerosa dio el toledano, al que muchos no comprendieron que no confiase nada en la prenda orientada de La Quinta. Le costó perfilarse para entrar a matar y pasó un rato con la espada hasta que acabó con un toro que tuvo peligro hasta que lo apuntillaron.
Tuvo movilidad el segundo, y hasta humilló en los primeros tercios para que lo aprovechase Manuel Escribano. Fue vibrante el tercio de banderillas, porque no era tonto el de La Quinta y tenía importancia todo lo que se le hiciese. En lu línea y a media altura lo inició con mucha suavidad Escribano, logrando naturales de muy buen dibujo y cadencia, poniéndole gusto a la pasada natural del santacoloma. Tuvo mimo y hasta dulzura el toreo de Manuel con un toro de mucha nobleza y bondad, de obediencia a los toques y duración, pero sin clase. Asentado y sólido el sevillano, pudo poner en práctica su versión más artística. Supo perfilarse con rapidez y dejar una estocada desprendida que valió para pasear la primera oreja de la feria.
Muy solvente anduvo Joselito Adame con el capote ante el tercero, al que supo encajarle el riñón y dejarle el pecho encima para enganchar con los vuelos y vaciar largo el viaje que salía buscando ya las alturas. Brilló el mexicano en el quite por chicuelinas, con la mano muy baja y rematando con una grandísima media. Cortó el viaje en banderillas el toro, que no fue nada fácil, pero sí embestidor y emotivo. Supo José darle línea recta en la inercia, vaciarle livianos los dos primeros para enroscarse el tercero un poco más y vaciar con el de pecho muy ceñido, llegando con rotundidad al tendido. Se entregó Adame, que se fue rompiendo poco a poco para ir gobernándole la voluntad a un toro que no admitía las liviandades. Listo anduvo el mexicano para subir a la noria a uno de santacoloma y hacer que rompiese el trasteo. En la suerte de recibir le sacudió el sopapo con la espada, pero tardó mucho en caer, se enfrió el ambiente y quedó el premio en oreja.
Salió con poco celo el cornidelantero cuarto, badanudo y amplio de caja, pero bajo de cruz, que vino dormidito y gazapón a cada embroque. Mantuvo esa actitud en el inicio muletero, con Eugenio de Mora resolviendo los cortes y los parones en las embestidas. Y fue desarrollando a violento, brusco y tobillero, orientándose mucho y poniendo en serios apuros al porfión toledano. Tiró de oficio Eugenio y tragó quina con el bicho y con el tendido, que se puso de parte de la negra prenda con el hierro de La Quinta. Se le fue abajo la espada, además, y escuchó silencio.
Serio por delante y aparatoso era el quinto, más escurrido por detrás, que se pensó las arrancadas en el percal de Escribano, impidiendo el remate del saludo de forma más brillante. Le faltó empleo al animal en el peto y su remisión provocó un tercio de banderillas muy vibrante, por el compromiso adquirido por el sevillano. Continuó en la misma lidia con el cambiado en el inicio muletero, galopando el animal y muy quieto el torero. En la construcción estuvo el mérito de una faena en la que le aprovechó Escribano la humillación y la fijeza al de La Quinta para amarrarlo a la mano derecha. Por allí llegaron un par de series de alto calibre, con el sello despacioso de Manuel esta tarde, siempre buscando hacerlo todo muy despacio. A menos se fue el animal en el final de faena, donde llegaron los muletazos de uno en uno, siempre muy provocados. No funcionó el acero con celeridad y allí perdió el trofeo que le abría la puerta grande.
Pechugón y defensivo se fue el sexto al capote de Adame en el saludo, sin ritmo ni desliz para permitir el toreo de capa del sevillano. Mucho genio sacó en varas ante un bravo Paco María que también cayó al suelo en la pelea. Muy largo lo puso Adame en un segundo encuentro en el que se arrancó con alegría el animal para emplearse mucho en el jaco. A los medios se sacó rápidamente Adame al animal para darle distancia, buscarle la inercia y aprovecharle la bondad en la arrancada, que devenía en embestida sin clase pero con movilidad. Inteligente el mexicano para dejarle el trapo siempre en la cara con la diestra, ligar las tandas con mucho ritmo y dejar una única serie al natural, por donde no acudía igual el de La Quinta. Mantuvo siempre el trasteo en alza y volvió a dejar una estocada en la suerte de recibir para cortarle una oreja y abrir la primera puerta grande de la feria.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Albacete. Primera de la Feria de la Virgen de los Llanos. Corrida de toros. Más de tres cuartos de entrada.
Seis toros de La Quinta, bien presentados. Orientado y a peor el hermoso primero; noble y obediente el buen segundo, sin clase; embestidor, fijo y emotivo el buen tercero; orientado y violento el peligroso cuarto; con fijeza y humillación a menos el templado quinto; de movilidad y justo celo el manejable sexto.
Eugenio de Mora (nazareno y oro), ovación y silencio.
Manuel Escribano (verde botella y oro), oreja y ovación.
Joselito Adame (caña y oro), oreja tras aviso y oreja.
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