OBRA DE TEATRO INÉDITA DE ALFONSO RAMÍREZ
ESTE SÁBADO SERA DEVELADA UNA ESTATUA SEDENTE, DEL CRONISTA DE TOVAR, EN LA PLAZA BOLÍVAR
Alfonso Ramirez "El Polaco", el cronista de Tovar, en su ultima visita al Coliseo de El Llano |
Germán D' Jesús Cerrada. Tovar. Venezuela
Sábado 14 de sept.
Toros de la Ganadería El Capiro de Son Son (Colombia). Para:
Iván García (Español),
Sebastián Vargas (Colombiano),
El Califa de Aragua (Venezolano)
y los rejoneadores colombianos Dayro Chica y Andrés Chica.
Toros de la Ganadería El Capiro de Son Son (Colombia). Para:
Iván García (Español),
Sebastián Vargas (Colombiano),
El Califa de Aragua (Venezolano)
y los rejoneadores colombianos Dayro Chica y Andrés Chica.
Jesús Enrique Colombo (Venezolano)
El Dr. Alfonso Ramírez "El Polaco", dejo una obra de teatro inédita, la deposito en manos del aficionado taurino Carlos Rosales, quien por primera vez la hace publico, en el marco del Reencuentro de Los Tovareños, con motivo de las Ferias de Tovar en homenaje a Nuestra Señora de Regla.
Este sábado en los actos de el reencuentro en la Plaza Bolívar de Tovar, sera devalada una estatua sedente del Dr. Alfonso Ramírez "El Polaco", plaza donde el Cronista de Tovar se reunió en muchas oportunidades con sus amigos, para hablar de los últimos acontecimientos de la Sultana de Mocoties, hablar de política o simplemente tocar un instrumento musical.
Estatua sedente del Dr. Alfonso Ramírez "El Polaco" estará ubicada en la Plaza Bolívar de Tovar |
Obra de teatro sobre el episodio taurino de Jesús Enrique Colombo a sus 15 años |
Alfonso Ramírez "El Polaco"
Versicorrida en dos actos
PRELIMINAR
Antes de la corrida que se efectuó en el Coliseo de Tovar el 14 de septiembre de 2013 (no tiene parecido con esa grandiosa tarde lo inventado en el segundo acto --- el primero también es invención--- de la obrita de teatro que a continuación se presenta), recibieron homenaje Jesús Rondón Nucete, constructor de esa plaza de toros, y Alfonso Ramírez. Este último dio las gracias con las siguientes palabras.
“Yo había dicho que no recibiría homenajes, a menos que fueran póstumos. Acepto éste como un tributo a mi pueblo, al cual he consagrado todas mis facultades. Que me entreguen este título honorífico de la Dinastía Bienvenida en el Coliseo y en presencia de su creador Jesús Rondón Nucete, refuerza mi voluntad de servirle a la fiesta brava, que es la tradición imborrable de nuestra tierra; porque en ella se hace carne la jovialidad que ha distinguido a la ciudad de mi nacimiento. ¡Gracias a la Dinastía Bienvenida, gracias al señor Alcalde y gracias a ti, Tovar! Soy tu hijo y quiero que por encima de los tristes que no entienden el arte taurino, se mantenga por siempre la gracia y la alegría tovareñas. Así lo digo ante ustedes, entre el júbilo de la corrida, paisanos y amigos míos”.
FUENTEOVEJUNA EN TOVAR
Versicorrida en dos actos
por
Alfonso Ramírez
ACTO I. (En el tribunal)
Personajes: Jueza, Defensora, Doctor, Colombio, Colombina y Colombino.
JUEZA. Me he puesto toga y birrete,
porque ante mi majestad
lo que este juicio promete
es un problema de edad.
No la mía, que es harto antigua,
No la mía, que es harto antigua,
ni de la promovente,
cuya edad parece ambigua
si se le mira de frente.
Mas mirándola de lado
junto a mí, no estoy segura,
que con ropas tan oscuras
alguno habrá comparado
a las dos con dos zamuras.
En cambio, los aludidos
en este juicio agorero
yo no sé por qué han venido
vestidos como toreros.
La señora de
que se encuentra aquí presente,
que se encuentra aquí presente,
tiene la palabra ahora,
más tarde y lo subsiguiente.
DEFENSORA. Con su venia, majestad.
JUEZA. No me llame así, doctora.
DEFENSORA. Quería ganar su bondad.
JUEZA. Aunque la ganó, es verdad,
el título me encocora.
DEFENSORA. Como soy la defensora
del pueblo, por consiguiente,
defenderé a los que moran
en un pueblo de occiden
JUEZA. ¿Quisiera usted mencionar
el nombre de esa comarca?
DEFENSORA. Ese pueblo es una charca
de bandidos. Es Tovar.
JUEZA. Si son bandidos, no entiendo
por qué los va a defender.
DEFENSORA. Porque su pecado horrendo
a niños van a extender.
JUEZA. ¿Y cuál es ese pecado
de bandidos y bandidas?
DEFENSORA. Que desde siglos pasados
son ellos aficionados
a las malditas corridas.
JUEZA. El tribunal no comparte
los gustos de usted, doctora,
y aunque los toros la atoran
debo oír la contraparte.
Al lado de estos muchachos
veo un abogado muy ducho;
no tengo mayor empacho
en que hable, que lo escucho.
DOCTOR. ¿De qué pueblo es defensora
la que este título ostenta?
¡No será el Tovar que mienta!
Dos siglos lo corroboran.
Si al nombrarlo se calienta,
mas parece acusadora.
Al revés, lo que declaro
tiene un sentido mejor,
ya que se verá muy claro
que yo soy el defensor.
Así, todo el mundo piensa
que ella hace la acusación
y soy yo, en contradicción,
quien asume la defensa.
JUEZA. No he visto casos peores,
porque en mi cargo de juez
ésta es la primera vez
que pelean dos defensores.
DEFENSORA. La jueza debe entender
que no son dos defensores:
defender yo a los menores
y él a desfavorecer.
DOCTOR. ¿Desfavorecer muchachos?
Interróguelos a ellos.
JUEZA. (dirigiéndose a los jóvenes toreros:)
Ustedes, tan vivarachos,
¿qué le parece más bello?
COLOMBINO. Más bello nos pareciera
que la defensora hablara
y que de una vez dijera
si de tontos nos vio cara.
DEFENSORA. Hijos: Por ustedes lucho,
su defensa quiero hacer;
porque ése es mi deber
y porque los quiero mucho.
COLOMBIO. Ese amor no nos convence
a los que aquí represento.
Aunque en lenguaje forense,
díganos usted su cuento.
DEFENSORA. Ustedes, mis muchachitos,
se hallan en riesgo inminente
de que la violencia entre
en sus pechos tan contritos.
COLOMBINO. ¡Qué señora tan sencilla!
¡Qué color tan tremebundo
el que exhiben sus mejillas!
Cree ella que en este mundo
aún estamos en mantillas.
DEFENSORA. Jóvenes: Les aconsejo
salirse del mal camino;
librarse de ser taurinos,
donde los llevan los viejos.
COLOMBINO. Mil gracias por sus favores
y gracias por sus consejos;
nosotros somos menores,
pero nunca tan pendejos.
DEFENSORA. Un espectáculo feo,
del que los quiero apartar,
es entrar al Coliseo
y ver los diestros torear.
Por eso pido a la jueza
que sus almas no peligren:
viendo corridas empiezan
y terminan siendo tigres.
El doctor dirá que acuso;
mas si toma la encomienda
de perderlos, un intruso,
y si no hay quien los defienda,
¿quién evitará su abuso?
COLOMBIO. Su excelencia no quisiera
que seamos malos hijos.
¿Hijos de usted? ¡Dios no quiera!
Pero, doña, ¿quién le dijo
que a nosotros defendiera?
Nuestros padres nos amparan
y amparamos nuestros padres,
y a sus apoyos de madre
hay un decir que los aclara:
“no nos defienda comadre”.
COLOMBINA. La defensora ha observado
que en la danza se reflejan
los pases de las parejas
cuando el baile es bien bailado.
¿Ella en el toreo no advierte
(su ceguera la deploro)
que es un arte en que la muerte
danza en los cuernos del toro?
DEFENSORA. Ciega soy y servidora
de la nueva inquisición,
y creo que la juzgadora
es de la misma opinión.
JUEZA. Yo le voy a ser sincera;
nunca sorda y jamás ciega,
no hay mujer que no sintiera
el arte con que se entrega
mi ciudad a la torera
fiesta. Los ensombrerados,
también las empeinatadas,
llenan el ruedo soleado:
todo un jardín florecido.
Suena el clarín, y es venido
el luciente paseíllo;
con sus capotes ceñidos
y sus trajes que dan brillo
caminan los lidiadores;
siguen los de la cuadrilla;
los picadores ensillan
fuertes caballos vestidos;
monosabios y areneros
van con paso decidido
cerrando firme el tropel,
mientras al compás certero
de un pasodoble movido
retumba en nuestro oídos
el bello desfile aquel.
Como lo dijo el poeta,
el brindis allí es de usanza,
porque el regocijo avanza
y si no es gloria es glorieta.
No existe en todo el planeta
una fiesta más bonita;
la alegría se manifiesta,
el ánimo se encabrita;
no hay señora o señorita
que no goce como en ésta;
los corazones se enhiestan
hasta las cumbres más altas
cuando el torero sin falta
cumple una faena de oro.
¿Existe mayor tesoro,
al que no se da interés,
sino el que salta en olés
cuando torean bien al toro?
DEFENSORA. ¿Me quiere usted explicar
por qué salió respondona
y a los toros se aficiona?
JUEZA. Fue que yo nací en Tovar,
del que añoro La Galera.
Sentada en contrabarrera
algo en mí se desarregla
y hasta la Virgen de Regla
es una virgen torera.
Plazuela de El añil. ¡Qué maravilla!
Corazón de Tovar, sangre torera,
la historia de tu nombre reverbera
en el cielo, en el mar, en la otra orilla.
En tu viaje ideal hay una quilla
que enrumba tu canción tan hechicera;
como vela, una capa novillera;
como remos, un par de banderillas.
El sol ante ti se ha detenido
para alumbrar tu ruedo y tus tendidos
radiantes de color y de belleza.
¡Por qué quieren empañar tu gloria,
si la lección tú sabes de memoria
de ser bajel y puerto de grandeza!
DEFENSORA. Señora jueza, le cuento
que en mi juventud dorada,
sin estar en el convento,
me llamaban Sor Quemada.
COLOMBINO. Pero yo la veo blanquísima.
DEFENSORA. Es que yo soy arrechísima
como el fraile Torquemada,
cuya fama era malísima.
COLOMBINO. ¡Jesús y María santísima!
¡Qué mujer tan requemada!
DEFENSORA. (dirigiéndose a la jueza:)
Mis leyes son diferentes
a las de su señoría.
Veremos en qué se asiente,
si en las suyas o en las mías.
DOCTOR. ¿Y qué ley desconocida
impide que los chavales
asistan a las corridas?
DEFENSORA. Los niños no son iguales
a las personas crecidas.
La LOPNA es la ley que invoco
cuando dice que las niñas
no deben mirar las riñas
ni los muchachos tampoco.
En San Cristóbal, Caracas,
en Maracaibo, en Valencia
escenifican violencia
lidiando toros y vacas.
DOCTOR. ¿Esa ley la aplica para
salvar los adolescentes?
Mas veo que a los delincuentes
los mide con otra vara.
¿La violencia que usted halle
es sólo contra los toros?
¿Y la que abunda en la calle?
DEFENSORA. Esa violencia la ignoro.
DOCTOR. La LOPNA usted la leyó
con unos lentes de cuero.
Si un muchacho decidió
aprender a ser torero,
la ley manda respetar
del joven su voluntad
cuando él dice: “yo lo quiero”,
y usted no puede coartar
del joven la libertad.
¡Su capricho vale cero!
DEFENSORA. Matar un toro en la arena
lo considero inmoral.
DOCTOR. Pero cuando el animal
es muerto para su cena,
¿esa muerte sí es moral?
Le digo en buen castellano
que lo auténtico inmoral
y lo muy malo es el hecho
de negar a un ciudadano
que él ejerza sus derechos.
DEFENSORA. Soy de los animalistas
hartados de vegetales.
COLOMBINO. Todos somos animales,
tanto ellos como nosotros;
pero los animalistas,
que evitan todos los males,
son más animales que otros.
DEFENSORA. A mí me provoca fobia
de los toros su cruel muerte.
COLOMBINO. No ha tenido usted la suerte
de curar su taurofobia.
COLOMBIO. Si le preguntan a un toro
de lidia lo que disfruta
como un dueño en la dehesa,
renunciaría usted a esas
manías de persona bruta.
Es animal fiero y noble
que embiste si lo lastiman,
pues su embestida no es doble
y por ser recta lo estiman.
DEFENSORA. De los derechos humanos
soy defensora en el foro.
DOCTOR. Entre ellos mete a los toros.
¿Y nosotros?
DEFENSORA. ¡Inhumanos!
Los derechos yo defiendo
de los pobres animales.
DOCTOR. Es cosa que no comprendo:
si derechos esos seres
tuvieran, en casos tales
tendrían también sus deberes.
Sí es nuestra obligación
cuidarlos, como se ha hecho;
ésta es una prescripción
que nace de nuestro pecho.
Usted sabe, y no se asombre,
que en tiempos inmemoriales
y aún, están los animales
al servicio de los hombres.
DEFENSORA. Le diré, por otra parte,
que yo consideraría
su espectáculo, no un arte
sino una carnicería.
COLOMBINA. Aunque el número es muy rico,
nombro a Goya, entre pintores;
a Uslar, de los escritores;
de poetas, Federico
y el gran bardo Andrés Eloy;
de los músicos, Bizet;
y cientos de ayer y hoy
que la rebaten a usted.
De las cavernas a Creta
de toros se ven pinturas
y hay de diestros esculturas
a lo ancho del planeta.
Vio Andrés Eloy la llanura
cual redondel del llanero,
para torear a los miuras
sin capas ni burladeros.
Y de Lorca la elegía
es un llanto por el diestro
que toreando fue maestro:
Ignacio Sánchez Mejías.
¿Jamás ha sentido usted
en sus venas un temblor
cuando escucha de Bizet
la marcha del toreador?
¿No ve el toro de Picasso
sacrificado en Guernica
por el nazismo, que acaso
es lo que usted ya practica?
Su sentimiento del arte
es nulo, señora mía,
no sólo en la torería
sino aquí y en todas partes.
DEFENSORA. Creo en el arte exquisito,
no en el que a todos alegra;
para mí ése es el mito
que el populacho celebra.
COLOMBINO. No es un arte femenino
sino de hombres valientes.
COLOMBINA. ¡Un momento, Colombino!
A las mujeres presentes
en las corridas, nos gusta
una faena robusta
y que a la sangre caliente.
COLOMBINO. Es cierto lo que dijiste;
mas, pregunto, ¿quién resiste
a falsos vegetarianos
que en todo son unos tristes?
¿Los comedores de alpiste
que de pollos y marranos
comen la carne a escondidas?
¿Los que hablan el castellano
con acento anglosajón
y sienten que el septentrión
es el que orienta sus vidas?
Esas lágrimas vertidas
por el toro en toro en una plaza
no las vierten en sus casas
al serviles las comidas;
pero si de una cogida
muere el torero, su flema
se convierte en anatema
deseando castigo eterno
en las llamas del infierno
para el muerto y sus amigos,
pues de éstos son enemigos.
Tienen la sangre de horchata,
el espíritu sombrío,
no sienten calor ni frío
si el toro al torero mata.
COLOMBINA. No siente frío ni calor
el que desde afuera miente;
pero el de adentro es amor
lo que por la fiesta siente,
y cuando aquel maldiciente
denigra del toreador,
salta el primer poblador
con decisión justiciera:
todo el pueblo es defensor
de la juventud torera.
COLOMBIO. Nací torero en Los Andes,
en Madrid fui de su escuela
y hoy le ofrendo a Venezuela
mi toreo. Es lo más grande
que ofrecer puedo a mi tierra.
¡Viva mi patria! A la guerra
que, más ahora que antes,
desatan los ignorantes,
la vamos a derrotar
con los novillos que encierra
el Coliseo de Tovar.
¡Y en esto el pueblo no yerra!
(Colombio, Colombino y Colombina cantan, con acompañamiento musical,
el pasodoble “Tovar en Fiestas”)
ACTO II. (Frente a la fachada del Coliseo).
Personajes: Colombino, Colombina, que portan sendas reglas; Chato, Columba,
Colombón, vestido de clergyman, y dos gendarmes.
COLOMBINA. Las jóvenes coronadas
como reinas de las fiestas
han sido perjudicadas
por una norma funesta.
De las ferias las corridas
son el punto principal,
y un pérfido tribunal
se las tiene prohibidas.
Es una llaga que encona
a muchachos y muchachas:
con cara de mala facha
llegó una marimandona
rodeada por una racha
de policías guapetonas
armados hasta las cachas.
Colombio, que es buen torero,
toreó a los vigilantes
y a la arena llegó, antes
que lo hicieran prisionero.
COLOMBINO. No nos dejaron entrar
a presenciar la corrida:
la medida cautelar
de la jueza nos convida
a venir a protestar.
Siempre en nuestras breves vidas
y en los bancos de la escuela
nos ha gustado torear.
¿Qué medida cautelar
es ésa que sin cautela
nos lanza aquélla que reza
ser de menores la jueza?
En el tribunal confiesa
de los toros su afición;
no encuentro la explicación
de medida tan aviesa.
¿Por qué expresó en el juzgado
por este pueblo su amor
y afuera actúa con furor
contrario a lo declarado?
COLOMBINA. Yo creo que la pobre jueza
fue objeto de algún chantaje
y que le faltó entereza.
Una cosa es la terneza
y otra cosa es el coraje.
COLUMBA. No extraña lo que confirma
la nueva jurisprudencia:
los jueces a las sentencias
lo que ponen es la firma.
COLOMBINO. Si sus reglas ellas parte
Infiriéndonos un timo,
nosotros también partimos
nuestras reglas en dos partes.
(Colombino y Colombina parten por la mitad las dos reglas que portan).
COLUMBA. Usan en el occipucio
el lavado de cerebro
(como yo no lo celebro,
debo tenerlo muy sucio).
Puede ser que al alma recia
de la juez han aplicado
el susodicho lavado,
y la dispuso tan necia
que alteró lo sentenciado.
CHATO. No son personas muy crédulas,
porque a mí me han requerido,
cuando entraba a los tendidos,
que les presente la cédula.
Yo les pregunté: ---¿Algún daño
he hecho en este lugar?
---No pueden aquí ingresar
menores de dieciocho años
---Es algo que no reprocho,
es favor de gran tamaño;
porque yo cumplí dieciocho
hace más de cincuenta años.
COLOMBÓN, Miren a marimandona
como una fiera bramando;
porque adentro está toreando
Colombio en propia persona.
(Refiere lo que ve por encima del muro:)
Y su arte allí se explaya
de la cabeza a los pies;
ya que se oyen los olés
en El Peñón y en La Playa.
Son más de ocho mil gargantas
que proclaman su faena;
una corrida tan buena
pocas se han visto entre tantas.
La que salió en espantada
fue la débil presidencia;
pero el público , en su ausencia,
dirige la novillada.
Unas preciosas verónicas
da el muchacho bien plantado,
como una columna jónica
que en el suelo hayan sembrado.
En un silencio estupendo
(porque la banda no chilla)
coloca las banderillas
en lo alto del berrendo.
Empuña ya la muleta
en una actuación tan fina
que proyecta su silueta
hasta la cúspide andina.
Y de Colombio la suerte
suprema ha sido fijada
cuando impávido da muerte
al toro de una estocada.
Ocho mil voces clamaron
acordando el gran trofeo,
pues los pañuelos saltaron
las gradas del Coliseo.
Ocho mil voces pidieron
---¡qué digo!--- le confirieron
las dos orejas del toro
(las merece, pero de oro)
a este lidiador valiente
que en esta tarde imponente
desafió la autoridad
respaldado por un pueblo,
cuyo patrono es un Reglo
y no reglas de maldad.
La auténtica majestad
la ejerció el juez soberano
que es este pueblo cristiano
con muchos años de edad,
que en torería es un tirano
y que al imponer su mano
pasó a la posteridad.
COLUMBA. Una queja es pronunciada
por las personas sabidas:
meter una novillada
en medio de una corrida
infringe las consagradas
disposiciones. Se quejan
también de que sea entregada,
sin presidencia, una oreja.
Dicen que ha sido violada
una normativa añeja.
COLOMBÓN. Lo que dicen es verdad;
pero existe una razón:
la principal violación
no podía ser superada
si el pueblo no toma acción
como la tomó esta tarde.
En nuestras venas nos arde
la sangre, en reprobación,
cuando a los chamos les cierran
el ingreso a la función.
¿No estamos en una tierra
donde priva la afición
y a los ciento setenta años
este taurino rincón
no torea igual que antaño?
Como no había presidencia
que el trofeo diera en sus manos,
fue el público soberano
el que actuó por consecuencia.
COLOMBINO. Cuando las leyes se opongan
para alcanzar la justicia,
otra ley le da primicia
al pueblo por que se imponga.
Mis queridos revisteros:
había que violar las leyes
por sobre jueces y reyes;
porque éste es un pueblo fiero
y no hay otro que reúna
el don de Fuenteovejuna
cuya gente, sin permiso,
mandó la ley al carrizo,
contestando una por una:
“Fuenteovejuna lo hizo”.
COLOMBINA. La gloria de Tovar es una sola
y frente a los perversos se acrecienta;
a sus hijos los gustos les violentan
y en vez de defenderlos los inmolan.
Cuna de toreadores, que tremolan
su valor, su virtud: todos lo asientan;
ciertas normas rechaza como afrenta;
son leyes de crueldad que al alma violan.
La gracia y la alegría forman su emblema,
libertad y aversión sí es un dilema,
pues bondad y maldad no se concilian.
Repudia el pueblo a una mujer malvada;
verán su nombre unido a la vaguada,
porque quiso arrasar con las familias.
COLUMBA. Colombio triunfó en exceso
y no hay perro que le ladre;
pero quieren hacer preso,
en represalia, a su padre.
CHATO. ¡Con razón que pretendieron
detenerme en el portón!
A mí me cubría el sombrero
que su padre me prestó.
¡Con razón me confundieron:
no era el papá sino yo!
COLOMBINA. Colón descubrió esta tierra
viajando en tres carabelas;
Colombio un ejemplo encierra
para toda Venezuela.
COLOMBÓN. El que hizo el Coliseo
también escribió la historia
del tovareño toreo.
Buscó restarle esta gloria
una dama muy ajena
a su herido corazón.
Como ella intentó venganza
en un joven novillero,
tras éste el poblado entero
triunfó sobre su asechanza.
COLOMBINO. ¿Quién mató la fiesta brava?
COLOMBINA. Quiso hacerlo el defensor.
COLOMBINO. ¿Y quién es el defensor?
COLOMBINA. Aquélla de armas tomar.
COLOMBINO. ¿Consiguió lo que buscaba?
COLOMBINA. Eso es lo que no esperaba
que le ocurriera en Tovar;
¡porque este pueblo de Regla
le mandó al diablo sus reglas!
(Cantan, con acompañamiento musical:
el pasodoble “Sultana del Mocotíes” y el Himno de Tovar).
Septiembre, 2013.
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