En el corazón de Andalucía está Sevilla,
ciudad desconcertante, luminosa y pura, metrópoli donde se puede
escribir sobre romances y civilizaciones, ciudad de luz, amor y
castañuelas, rodeada y besada por su amante, el imponente Guadalquivir.
Ha sido a través del tiempo el más bello
cante a la vida, y su duende acompañará por siempre a todos aquellos
que han tenido la fortuna de conocerla. Sus cuatro famosos barrios son
de ensoñación: San Bernardo, La Macarena, Santa Cruz y Triana,
cuyas calles empedradas y de nombres poéticos nos invitan a la oración,
al recuerdo, a la ensoñación. El solo nombrar las calles de Pimienta, Agua, Vida, Susana, Mesón del Mono, Glor, Amor; recordar sus bellas casitas blancas cubiertas por el verdor de la hierba y el verdiblanco de los jazmines; hablar de SantaCruz y su placita emocionan el corazón. Allí permanecen los restos de Murillo,
sus balcones coquetos y patios de alelí, sus bohemios cafetines y en
fin, todo aquello que les dan la razón a quienes dicen que Santa Cruz fue la antigua judería.
Mil y mil cosas se pueden escribir sobre Sevilla el solo recordar el barrio torerísimo de Triana catalogado como el de más rancia torería, el de La Macarena
en donde se puede asistir en un rito extraño al paso del cristo de la
expiración por los milenarios arcos que los romanos construyeran ciento
cincuenta años antes del milagro de Belén.
Sí, todo esto y mucho más lo encierra la gran Sevilla, que nostalgia recordar !.
Su plaza de toros “La Real Maestranza de Caballería”,
bautizada así por nobles caballeros jinetes que la construyeron e
impulsaron y cuyo ruedo ovalado ha llenado de gloria e ilusiones a
muchos toreros que han pisado su albero, es esta coqueta Maestranza la novia del Guadalquivir, enclavada allí en el paso de Colón, vecina a la torre del oro fue testigo de la grandeza torera de nuestro compatriota CésarRincón, quien luego de bordar el toreo cambió una tremenda cornada por la gloria.
La puerta grande de Sevilla y de su plaza de toros tienen un precio alto, para abrirla se necesitan tres orejas como mínimo, por allí han desfilado las más rutilantes figuras del mundo en todos los tiempos: Manolete,
Dominguín, Arruza, Domingo Ortega, Paco Camino, Joselito, Diego Puerta,
El Cordobés, El Viti, El Capea, Emilio Muñoz, Ortega Cano, Paco Ojeda,
Espartaco, Curro Romero, Jesulín de Ubrique, Finito de Cordoba, Enrique
Ponce, Pepe Cáceres y como no, el gran César Rincón.
Su feria va desde el domingo de Resurrección.
Su ruedo también se ha teñido de sangre, varios diestros han perecido en lamentables percances.
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