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jueves, 7 de abril de 2016

Antonio el Bailarín salió a hombros de un teatro de París


Considerado uno de los más geniales artistas españoles, fue izado en volandas en su debut en el Empire 


 Antonio el Bailarín - ABC
ABC.ESMadrid

No solo estrenó en el Liceu de Barcelona la famosa obra de Halffter «Jugando al toro». O en el Palace de Londres «La Taberna del Toro» en la etapa de reencuentro con Rosario. Antonio Ruiz Soler, Antonio el Bailarín en los carteles, salió a hombros cual torero en el mismísimo París.
«En París, lo sacaron a hombros de un teatro desde el camerino hasta la calle como si fuera un torero y la gente hacía cola para verlo bailar. En el extranjero era como un dios, sin embargo en este país no se le ha dado lo que se le tenía que dar porque se ha mezclado lo profesional con lo personal». Fue en su debut en el teatro Empire, donde lo auparon por la puerta grande cual figura del toreo. 

Veinte años después de su muerte, una exposición en la Casa de las Artes de Cádiz rinde homenaje al genial artista, considerado por muchos el mejor bailarín de la historia de España. «Antonio el Bailarín, una vida dedicada a la danza» es el título de esta exposición, en la que el artista, nacido en Sevilla en 1922, está presente a través de fotografías, vídeos, pinturas y esculturas.

También a través de muchos de sus objetos personales, como varias camisas, cinturones, un neceser con su perfume, sus peines y su cepillo de dientes, unas castañuelas que fabricaron para él en Nueva York y la madroñera y los zapatos que utilizó durante la grabación de «El Sombrero de Tres Picos» en Arcos de la Frontera (Cádiz).

«La idea principal es que las nuevas generaciones conozcan y sepan quién fue Antonio porque, con mucho respeto a los demás, como Antonio no ha habido ninguno», aseguró a Efe Emilio Martí, jefe del Departamento de Danza del Conservatorio Maribel Gallardo de Cádiz y comisario de la exposición.

Legado cultural y coreográfico

Para Martí, el legado cultural y coreográfico que el artista ha dejado es «incalculable», al tiempo que «hizo mucho por la cultura de este país, llevando el nombre de España por el mundo entero».

Por ello, el Conservatorio gaditano dedica, además de la exposición, unas jornadas a su figura hasta este viernes. «Que en 20 años éste sea el primer homenaje que se le hace es muy triste. Sólo se le hizo uno cuando murió, en 1996, para recaudar dinero para la estatua del mausoleo de su tumba en Sevilla», cuenta. Excéntrico, perfeccionista y polémico, Antonio El Bailarín acabó sus días en una silla de ruedas y con numerosas deudas.

Pero dejó como legado coreografías de El Amor Brujo, Capricho español, La vida breve o, una de las más conocidas, el Sombrero de Tres Picos, estrenada en 1958 y que este año el Ballet Nacional, como homenaje a su figura, volverá a poner sobre el escenario.

La exposición recoge también libros, programas de mano, discos de vinilo, grabados, fotografías y recortes de prensa que tratan de sintetizar una carrera que comenzó precozmente, con sólo seis años, formando junto a Rosario el dúo «chavalillos sevillanos» y que le hizo merecedor de la Medalla de Oro de las Bellas Artes en 1992.

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