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viernes, 27 de mayo de 2016

La triste victoria de las palmas de tango

A pesar del lleno de «No hay billetes», la tarde no remonta con una corrida del Pilar de escaso juego 



López Simón, en un derechazo al tercer toro, oyó la única ovcación de la tarde - Paloma Aguilar
 
ANDRÉS AMORÓSMadrid 

La primera noticia sorprende y alegra: en un cartel en el que no están las primeras figuras, se pone el cartel de «No hay billetes». Todavía hay afición en Madrid. Además –lo comento a la entrada, con el maestro Curro Vázquez y con Pedro Piqueras, buen aficionado– la gente viene ilusionada, en buen plan. (No fue así el jueves, por el cambio de los toros anunciados). La gente recuerda la hermosa faena de David Mora, desea disfrutar de nuevo con su buen estilo y con el impávido valor de López Simón. Desgraciadamente, el resultado artístico es muy gris: los toros son sosos, flaquean, tienen poca casta, apenas transmiten. La gente se aburre y los más exigentes muestran su malestar con palmas de tango, lógicas pero no siempre oportunas.

Recibe El Fandi con una larga de rodillas al primero, que sale muy suelto, huye del caballo, pone en apuros al diestro. Banderillea con facultades pero sin cuadrar en la cara. La faena no muestra más que voluntad y oficio; acaba doblándose con el toro. En el cuarto, le pitan algunos al Fandi, cuando coge las banderillas (¿en qué otra Plaza sucede eso?). Brinda al público: los muletazos son voluntariosos pero desiguales y no se aprecian. Mata con habilidad, a toro arrancado.

De salida, el segundo hace dos extraños en el capote de David Mora y flaquea. Ángel Otero coloca dos grandes pares, dignos de premio. El toro es incierto, reservón, se queda corto. David traga, baja la mano con empaque, se cruza al pitón contrario hasta que el toro lo entrampilla. (Es fácil que tenga algún puntazo interno). Aunque no cuadra fácilmente, lo mata bien pero a la segunda. El quinto es muy flojo y surge la bronca cuando no lo devuelven. Mora lo engancha, con buen estilo, pero, en cuanto le baja la mano, se va al suelo. Ha estado correcto y aseado: no cabía más.
David Mora sufrió un feo percance
David Mora sufrió un feo percance- Paloma Aguilar
El tercero, acogido con protestas, es pegajoso y flojo. Con sereno valor, López Simón se mete en el sitio del toro y levanta un clamor (el único de la tarde, en definitiva). Da el pecho, aguanta, le saca más de lo que se esperaba y de lo que el toro merecía. (No entiendo las palmas de tango, en medio de esta faena. ¿Las hubiera escuchado Alberto el año anterior, cuando era menos conocido?). Al final, se pega un innecesario arrimón y escucha un aviso, antes de cazarlo con habilidad. El sexto sale descoordinado del caballo y es devuelto. El sobrero, de Salvador Domecq, es alto, se asoma por encima de las tablas, tiene cierta nobleza pero no transmite nada. Le saca algunos muletazos, aprovechando la querencia a tablas; se pone cerca, sin fruto. La tarde concluye con el triste grito que reclama «¡Toros!» (se entiende: toros con casta, con fuerza, con emoción). Apenas hemos escuchado olés. Han triunfado las palmas de tango, por goleada.

Postdata. La pasión futbolística y la taurina pueden ir unidas. A muchos toreros, desde Joselito, les ha gustado jugar un partido de fútbol benéfico. Como no quería que su hijo fuera torero, Ignacio Sánchez Mejías hizo un campo de fútbol, en Pino Montano, e invitó al hijo de don Gregorio Corrochano. La inesperada consecuencia es que José Ignacio Sánchez Mejías y Alfredito Corrochano se hicieron toreros... Ahora mismo, Enrique Ponce es íntimo de Raúl y Cañizares, tiene un campo de fútbol en Cetrina y compitió, en un partido benéfico, con José Tomás: ¡lástima que no lo hagan en la Feria de San Isidro, con las cámaras de televisión delante!

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